LA COTIDIANA TRASCENDENCIADE DIOS
Estamos presentando la obra poética de un notable poeta que tiene a Dios a todas horas. David Escobar Galindo (El Salvador, 1943), lo expresa en prosa, para que lo entiendan todos: “La cotidianidad es donde mejor se manifiesta la trascendencia”. Sus poemas a Dios, nos confirma, “han ido naciendo a la luz del vivir cotidiano, donde se dan los milagros más patentes: respirar, amar, soñar, trabajar, esperar. Muchas veces he pensado y sentido que Dios anda entre nosotros, que nos alumbra desde una gota de aceite, nos acompaña con un soplo de incienso, nos alienta a la caricia y nos conforta en las incertidumbres naturales. Escribo, pues, sobre el amor, que es a la ve humano y divino”
Lo suyo es poesía cristiana de la más alta categoría.
Lo suyo, dice él, “no es un testimonio confesional, sino una vivencia confesional. No puedo hablar de Dios, porque no domino ninguna de las expresiones teológicas; pero sí puedo hablar con Dios, en confianza y en compañía. De eso se trata”.
UN POETA COMPROMETIDO CON SU PATRIA
Escobar Galindo estuvo en el equipo que logró la firma de la paz entre el gobierno y la guerrilla. De eso han pasado veinte añosy ahora, como signo de cierta madurez, la antigua guerrilla ha logrado que su candidato haya sido elegido como presidente de El Salvador.
Leamos qué reflexiones surgen de David en torno a la importancia que tiene la poesía y sobre el proceso político de su patria: “La importancia de siempre: revelar, en cada tiempo y lugar, las esencias más profundas del ser humano. En esta época, en la que globalizan las perversiones del mercado, esa misión es más necesaria que nunca. En la adolescencia se me hizo consciente la poesía como destino personal. Nadie me estimuló, salvo algún maestro en el colegio; pero en realidad nunca tuve dudas ni angustias el respecto; y esto es temperamental, y por consiguiente no constituye ningún mérito. Eran los años 60, cuando la gran marea revolucionaria. Yo nunca fui marxista, y eso me acarreó grandes incomprensiones y silencios en el ambiente literario. Me llamaban reaccionario y arcaico, entre otras lindezas. Pasé toda la guerra de 12 años en El Salvador, porque no quería perderme aquel gran drama histórico. Y el destino me lo premió: tuve la suerte de ser parte del equipo que negoció la paz interna, que firmamos en 1992. Con uno de los comandantes guerrilleros, también poeta, publicamos, en 1996, un libro de poesía en común:
El venado y el colibrí. Él era el comandante del grupo que me declaró ‘criminal de guerra’. La evolución lo puede casi todo”.
CUATRO NUEVOS SONETOS A DIOS
Les dejo otros sonetos magistrales de este poeta a reconocer entre quienes se dicen hijos de Dios.
Oigamos lo que él entiende por Poesía: “Para mí la poesía es una forma del ser. Es más que una vocación, y mucho más que un oficio. Uno nace poeta y se hace escritor de poesía. El ser ya está ahí: el hacer es el que se forma. En mi vida, la poesía ha significado el cumplimiento progresivo de mí mismo. Y al tener la posibilidad de ir convirtiéndolo todo en poesía, ésta desempeña muchas misiones en lo que al poeta se refiere: es autoconocimiento, autodepuración, autorrealización… Para el poeta, la poesía es un don esencial, que hay que ejercer con regocijo disciplinado, no con sufrimiento vanidoso…”.
Y apreciarán que el último soneto trata de su amor con Titi, su esposa. De ella, el poeta suele decir: “Ella me sonríe, asintiendo. Esa sonrisa es, qué duda cabe, un regalo de Dios, el más grande de todos”.
ORACIÓN DEL TRANSEÚNTE
Gracias, Dios, por la suerte de no verte,
así como no miro el engranaje
del organismo que me da hospedaje,
ni la sangre que en vida me convierte.
Si le viera quisiera retenerte,
y eso sería un ciego tutelaje.
Gracias, Dios, por estar siempre de viaje
dentro de mí, sin nunca detenerte.
Voy entonces juntando el equipaje
de lo que sé de ti sin conocerte,
con la ansiedad del silbo entre el follaje.
Gracias, Dios, por tenerte y no tenerte,
porque si en no tenerle me distraje
tal distracción me obliga a merecerte.
PARA ACEPTAR LA LUZ
La promesa está bien. Y así lo siento
porque de prometer tengo experiencia.
La promesa es de Dios en su inmanencia.
pero mío es el don del cumplimiento.
Si me promete Dios, yo me presiento.
Si le prometo a Dios, Él me evidencia.
Y el cumplir es un acto de obediencia
que resuelve mi alado aislamiento.
Está bien la promesa cuya esencia
es reciprocidad de pensamiento:
Dios piensa en lo que pienso, por herencia.
Y haciendo profesión de advenimiento,
yo le prometo a Dios vivir la ciencia
que Él vive para mí, en milagro atento.
DIOS ENUNCIADO
Recurro a la palabra, mi herramienta.
Me la enseñaste Tú, Dios expresado.
Pero no es la palabra lo sagrado:
lo sagrado es la sed que la alimenta.
Tu palabra en mi oído se fermenta,
y sólo a mi palabra encomendado
voy haciendo el camino, acribillado
por los silencios que tu voz alienta.
Solo estoy con un eco desterrado,
y en mi propio destierro me doy cuenta
de que es otro el idioma del pasado.
Y cargando con esa impedimenta,
una sola palabra cruza el vado:
la que calla sin miedo en la tormenta.
QUE EL AIRE ENTIENDA
Siento a Dios caminar por nuestra alcoba.
Es el Dios velador, lámpara en mano.
Oigo a Dios recogiendo, sin arcano,
lo que el tiempo casuístico nos roba.
Dios que en la íngrima música se arroba,
con avidez de príncipe cristiano.
Y oyendo a Dios ya sé que nunca en vano
cantan las horas su aterida trova.
Tú duermes junto a mí, diosa entre almohadas.
Yojunto a ti navego el alma escrita.
Dios anda alrededor, guardián prudente.
Cuando amanezca, en cruce de miradas,
yo te diré: la noche fue infinita.
Tú me dirás: La aurora es inocente.
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