Les propongo unas notas sobre el próximo
congreso internacional sobre la Reforma Protestante Española. Será el segundo, en un proyecto de ofrecer uno cada año, siempre en estas fechas, para hacerlo coincidir con el recuerdo del Día de la Reforma.
Con ello se reafirma lo que
es evidente, que la Reforma no solo fue “culto”, sino “cultura”, pues las tesis que Lutero ofreció para discutir en 1517, tenían que ver con la Universidad más que con una iglesia. Y la Universidad, y las ciudades como ámbito social, fueron clave en el desarrollo de dicha Reforma.
Bajo la dirección del profesor José Luis Villacañas, se realizará, d. v., los día 29, 30 y 31 de este mes en la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid. La asistencia a las conferencias es libre. Se inicia en el aula 27 y se concluye, con la celebración del Día de la Reforma, en el Paraninfo.
Se manifiesta con este congreso lo que ya es asumido como historia real, rota la imagen interesada del pasado: que la Reforma en España fue “española”, y que no se puede reducir a simple febrícula erasmiana, o al incordio de algún desliz verbal de unos místicos extraviados, pero que al final vuelven al seno Vaticano, y a sus altares.
El cristianismo reformado, por dondequiera que se lo mire, uno se encuentra con un dedo que señala a la libertad, en todos sus aspectos: religiosos, sociales, económicos, políticos, etc. No importa que durante el espacio de una circunstancia, esos aspectos no afloren, pero están. Y uno de ellos es el que se refiere a la esfera política. Y en ella aparece de forma natural el modelo que podemos llamar federal.
Nadie debería extrañarse de esto. El mismo nombre “protestante” proviene de un acto político, que llevan a cabo ante el emperador personajes (príncipes electores) y representantes (de ciudades libres) “políticos”.
En la vivencia de esa libertad cristiana y social, tomamos este año el quinto centenario de la conquista del reino cristiano de Navarra por Fernando el Católico. No olvidemos que nuestro mapa se apropió de ese reino, hasta hoy, y es un modelo de infamia en su inicio y perduración. Con ello, mal empezamos, pues la unidad patria es fruto de una quiebra de lo que tiene que ser el sustento de toda unidad: la justicia y la verdad.
Si a alguien le asusta contemplar el aire fresco de un mapa “federal”, que recuerde que el actual solo puede conservarse privándolo del aire de la libertad de sus pueblos. No se trata de romper el mapa, sino de unirlo con la firmeza de la libertad, no por su carencia. Esto es Reforma Protestante: donde se ejerce el juicio y examen propio, donde no se tiene miedo a la palabra, sino que se propone como el regalo del Creador a todas sus criaturas.
Por otra parte, si alguien piensa que lo federal rompería nuestro mapa “histórico”, que se de una vuelta por un mapa de España anterior a la división en provincias de 1833. Encontrará reinos diversos y territorios (que luego le sirven de referencia a Emilio Castelar para proponer la constitución Federal de 1873, según el modelo de Estados Unidos, que no llegó a aprobarse); entre ellos, el de Sevilla, al que pertenecía (dicho sea de paso) Gibraltar. [Y se lo quitó una facción española, en el trascurso de una guerra civil por colocarse debajo de una u otra corona, ambas extrañas, con ayuda de un batallón de catalanes. Y entre unos y otros, al final, en Utrecht se lo quedó Inglaterra.]
El tema del federalismo ya era central en el congreso, nada que ver con la moda actual de independentismo y federalismos, propuesta en las pasarelas de partidos con modelos antitéticos, con trajes cosidos para ocultar la mediocridad e impericia.
Y central en el estudio del federalismo es el calvinista alemán
J. Altusio (1557-1638), sobre el que tratarán varias conferencias: “Altusio y los pactos políticos”, de
Antonio Rivera, y “De la
civitas castellana a la
consociatio althussiana”, de
Víctor Egío.
La obra básica de Altusio,
Política, está traducida al castellano (1990). En la dinámica inicial de este modelo está la figura de
Calvino (si es incómoda, qué le vamos a hacer), y sobre su pensamiento versa la conferencia inaugural: “Calvino:
Bund y
Pneuma”, por
José Luis Villacañas. Luego tenemos otro acercamiento por
Rosario Serrano, “Moisés en Calvino”.
Guillermo García Ureña propone la presencia de la ciudad castellana en la concepción política: “Ciudad y cuerpo místico en la pre-reforma castellana”. Y de nuevo se puede reconocer el buen trabajo de
José Luis Egío en la Reforma Europea, en este caso centrado en la figura del constitucionalismo suizo: “La constelación conceptual en el
Republica Helvetiorum de Iosias Simler”.
Francisco Ruiz de Pablos, fruto de su trabajo de traducción de la obra de
H. Schäfer (1902), básica para conocer la Reforma en España, que no había sido traducida a ningún idioma, hasta ahora que saldrá en castellano, presenta la presencia de Calvino en la comunidad de Valladolid: “Calvino en Francisco de Vivero (Valladolid)”.
Finalmente
Henk Jochemsen, con grandes trabajos en ética cristiana, propone la reflexión sobre “Ideologías detrás de la crisis económica y la respuesta reformada”. Es colaborador de IAPCHE (Association for the Promotion of Christian Higher Education).
Espero que no se me olvide nada del primer día del congreso. La semana próxima, d. v., les comento algo del resto de actividades, incluyendo la
celebración del Día de la Reforma. Ya adelanto la buena cosa de esta posibilidad, y con ello la gratitud para todos los que colaboran en este congreso.
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