Los conocidos episodios en dos localidades andaluzas, donde miembros de un sindicato procedieron a llevarse carros llenos de alimentos de dos hipermercados sin pagarlos, se han convertido en tema fácil de asignación ética al suceso, en pro o en contra, y de paso “relleno” de la siempre flaca programación veraniega de los medios de comunicación.
El suceso y sus repercusiones mediáticas confirman la deprimente situación política en nuestro país. La sofística se ha implantado como modelo de acción política. Esa apariencia de “maestros de la sabiduría” frente a la necia población, que se degradó al punto de usar el discurso y los gestos retóricos como simple medio para obtener los beneficios políticos. El discurso, la palabra, donde lo ético tenía que mostrarse en mayor grado, quedaron reducidos a mecanismo de acceso al poder. Así estamos.
Quien lideraba esos actos es diputado del Parlamento Andaluz, por Izquierda Unida. Se ha presentado la cuestión como un acto simbólico para reclamar la atención sobre la situación de pobreza en la que ya se encuentran muchas familias. Lo primero que aparece en la reflexión es el acto mismo. Se trata de tomar productos, sacarlos del local sin pagarlos, y luego llevarlos a un Banco de Alimentos para su distribución. Llevarlos al Banco de Alimentos es la parte indiferente. Si alguien de los participantes realmente le interesa llevar alimentos, o procurar que los dispensen las grandes superficies comerciales, tienen posibilidades variadas y relativamente fáciles. Tomarlos sin pagar es lo relevante en la retórica sofista. Además, y esto es esencial, tenían que ser vistos. La imagen de uno de esos actos es la clave. Sin ella no hay tema. ¿Quién lo grabó?
Luego viene el inacabable recorrido de comparaciones. Las redes sociales están llenas. Por poner una: si se toma como media de 300€ el valor de cada carro sustraído, parece que el total ascendería a unos 7000€. (Curioso argumento: ¿Qué supone eso para las dos grandes cadenas?) Pero lo de los 300€ se desboca. Resulta que, por ejemplo, en una información se muestra que las compañías eléctricas, por la realización de un control que no pueden llevar a cabo, pues aun no existe la normativa aprobada por el Gobierno, ingresan legalmente cada día el valor de 2000 carros. Las “preferentes” darían para llenar 33 millones de carros, y el fraude fiscal para unos 200 millones. Estos números ya existían, ahora simplemente se ha hecho comparación. No se necesitaba sustraer alimentos.
La siguiente retórica: “Todo ha sido pacífico”. Vaya, que se ha sustraído una propiedad ajena sin complicación, y por eso la actuación es “buena”. El recorrido en las redes: También los bancos nos roban, y los gobiernos; otros: Si hubiera entrado alguien a la despensa de uno de los sindicalistas para tomar una pieza de comida, ¿lo hubiera dejado “pacíficamente”? En fin, hay para todos los gustos. Incluso se podría recriminar la actuación de los guardas de seguridad de los supermercados. Tenían el deber de impedir el hurto. Se comprende su situación, de sorpresa y acortados por la presencia “mediática” de los sindicalistas con sus banderas. Si se les ocurre actuar, la sustracción ya no hubiera sido pacífica; y ahora más de uno estaría metido en una complicación jurídica.
El diputado que gestiona el suceso, afirma que ahora van “a ocupar bancos, que se preparen”. Algo harán. Si lo llevan a cabo, fastidiarán al director y trabajadores de alguna sucursal, y los grandes directivos puede que brinden por la publicidad gratuita de su entidad. Contando que a algún guardia de seguridad no se le escape algún disparo, y entonces puede que la farsa acabe en tragedia, y la sofística se descubra como simple medio para el progreso personal.
De un lado y de otro, proclaman modulando en el mejor gesto sofista la voz, que “los políticos tienen que dar ejemplo”. ¡Qué cosas, oír eso hoy en España!
Con esto, como cristianos, tenemos que actuar en la sociedad. Por estar todo tan derribado, nuestra responsabilidad aumenta. En el cristianismo se incorporó la sofística teológica para obtener los beneficios eclesiásticos.
No es nuevo el asunto. Ya los profetas en Israel enseñaban por precio, si alguno no les daba de comer, proclamaban guerra contra él. De nosotros mismos no damos para más: con los carros, a favor, en contra o indiferentes.
Nuestra “sabiduría” no pasa de simple sofisma. Con palabras infladas engañarán. Pero Dios también actúa hoy. Él es nuestra esperanza. Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Yahvé, y tome aliento vuestro corazón.
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