RESUMEN INTRODUCTORIO
Hemos bosquejado en las notas anteriores que el primer lugar de culto de los israelitas a Dios fue el Tabernáculo, tanto en el desierto como en Canaán, donde fue establecido en Gilgal, primero, y luego en Silo. También que, una vez trasladada la capital del reino a Jerusalén, por parte de David, allí fue su hijo –Salomón- el rey que construyó el templo de acuerdo a los planos que su padre realizó siguiendo las instrucciones del propio Dios.
El templo pasó a ser el lugar de reunión de un pueblo ahora sedentario y de la adoración de este pueblo a Dios, hasta ser destruido por Nabucodonosor II y reconstruido por Zorobabel.
Aunque no tan hermoso como el primero, este segundo templo también fue asaltado, y arruinado sucesivamente, hasta queel rey Herodes el Grande, poco antes del nacimiento de Jesús de Nazaret, lo ampliase y restaurase. Este es el edificio que conoció Jesús cuando, siendo aún niño, era llevado por sus padres a adorar a Dios.
TEMPLO Y SINAGOGAS
Leemos varias veces en el Nuevo Testamento que hay otro lugar de culto denominado sinagoga. ¿En qué se diferencia éste edificio del edificio del templo?
Para los judíos una sinagoga es una casa destinada a la alabanza al Eterno. Allí se repiten rezos, se lee la Torá, y eventualmente se estudia, siendo el rabino del lugar quien enseña en disertaciones públicas.
En el templo –recordemos que desde el año 70 de nuestra era Jerusalén dejó de tenerlo, quedando solo el “muro de los lamentos”- además de lo mencionado arriba, se ofrendan animales y vegetales, y a diferencia de las sinagogas, no se responde en ellos
"amen"( אמן ) sino "
Baruj Shem Kevod Maljutó Leolam Vaed"
(הוא שםכבודמלכותולעולם), que significa:
“Sea el nombre de la Gloria de Su reinado por siempre jamás”.
En una sinagoga, cuando hay diez o más hombres adultos, se recita grupalmente la alabanza llamada
kadish, y demás alabanzas que requieren diez varones adultos, y toda la congregación responde
"amen".
Respecto a por qué hace falta que en el rezo haya diez individuos o más
(minián), la respuesta tiene que ver en la necesidad de conformar un grupo en el que las fallas de uno sean disimuladas por las virtudes de los demás. De esta manera se asegura que Dios oirá y responderá los ruegos que se eleven a Él, incluidos los individuales según sus necesidades.
JESÚS Y EL LUGAR DE CULTO
Analizar esta relación es de crucial importancia si hemos de comprender a cabalidad dónde ubica Dios, desde Su Santuario celestial, el lugar de culto terrenal de los seguidores de su Hijo.
Hemos de ponderar el cuidado que ponen los evangelistas, en especial el médico Lucas, al narrar con preciosos detalles las apariciones de Jesús en el templo de Jerusalén, comenzando con las que rodean a la anunciación, nacimiento e infancia de Jesús.
Podemos decir que
la especial relación de Jesús con el templo comenzó desde antes de nacer. María, la doncella elegida por Dios para ser su madre, era una joven judía celosa de las costumbres familiares; entre ellas, estaba la de asistir al templo en los días de guardar.
Lo mismo ocurría con José, quien actuaría como su padre; seguramente, él iba tres veces al año al templo - como correspondía a los varones piadosos - a las fiestas de pentecostés, de los tabernáculos y Pascua. Ambos eran descendientes de la casa de David, íntimamente relacionado con el Reino y el templo.
María tenía plena certeza del carácter sobrenatural de la fe pues no sólo se maravillaba de oír la voz de los mensajeros de Dios, sino que obedecía las instrucciones del que la había elegido para ser la bendita entre todas las mujeres, a causa del niño que tomaría forma humana en su seno, por obra y gracia del Espíritu Santo.
OFICIANTES DEL TEMPLO Y EL NIÑO JESÚS (1)
Hay una serie de nombres que ponen en el centro de la escena al niño nacido en Belén de Judá conforme a la profecía. Cada uno de ellos tiene que ver con los oficios desarrollados en el templo.
Luego de circuncidar al bebé en el octavo día conforme a la ley de Moisés, María y José traen al niño para presentarlo en el templo, en fiel cumplimiento con la ceremonia de la purificación (tanto de la madre como del niño) al cumplirse cuarenta días de su nacimiento.
Matthew Henry hace una magnífica interpretación de la obediencia a la ley de parte de María y José y su íntima relación con la obra que venía a cumplir el niño Jesús. Del comentario que el preclaro escritor hace del evangelio según Lucas, habremos de extraer valiosas enseñanzas para nuestra mejor comprensión del tema en estudio.
En el capítulo 1 leemos sobre la imposición del nombre Jesús, anticipado tanto a María como a José, quienes lo confieren en la ceremonia de la circuncisión. Jesús (Joshua) era un nombre común en Israel, como lo era Juan.
En el Antiguo Testamento Josué (Joshua) fue el sucesor de Moisés, que –como ya hemos mencionado - comandó al pueblo de Israel para entrar en Canaán y tomar posesión de la tierra prometida. Otro Josué (Joshua) es el sumo sacerdote mencionado por Zacarías a quien se le revela la llegada del ansiado Renuevo en Israel.
(2)
La asociación es ineludible: el Conquistador y el Sumo Sacerdote se conjugan en Jesús, el renuevo anunciado a María
“Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”(3)
¿Era necesario que se hiciese con el Hijo de Dios igual que como se debía hacer con los primogénitos varones en Israel? ¿Debía él, nacido santo y sin pecado, cumplir con los ritos de la Ley practicados en el templo? ¿Por qué habría de hacerse así y no de una manera “milagrosa” como todos esperaban?
Seguiremos con este central tema bíblico en la próxima; si el Señor lo permite.
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1.- Ver este
corto y bien hecho video sobre el Templo en los días de Jesucristo.
2. Zacarías 3:1, 3, 6, 8, 9; 6:11
3. Lucas 1:32-33
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