I.- LA MAYOR DECISIÓN: SERVIR AL DIOS VERDADERO
Los profetas y sacerdotes de Baal eran gente religiosa. Sinceros creyentes en su dios. Pero estaban dirigiendo sus oraciones y sacrificios a una dirección equivocada, o sea, a Baal.
¿Quién es Baal? Una divinidad cananea. Su nombre significa “el señor dios” o “el dios señor”. En realidad, su culto continúa hoy bajo otros nombres, llámese “destino”, “ser supremo”, “fuerza”, etc., etc. Con estos nombres nos estamos refiriendo a esa misma instancia última que creemos que tiene nuestra vida en sus manos y la dirige.
Y sentimos que no estaría de más llevarnos bien con este “dios”, pues en alguna ocasión podría sernos de ayuda. Por esta causa
establecemos un contrato con él: nos obligamos a ciertas prácticas de carácter religiosas o simplemente supersticiosas en la esperanza de moverle de esta manera a una contraprestación a nuestro favor. En este sentido esperamos de él que nos dé, básicamente, éxito, salud, dinero y amor. También estamos inclinados a invocar a este dios en los tiempos de dificultades y conflictos. Por lo demás, contento con que no se acerque demasiado, y que le deje a uno gobernar su vida a placer. ¡Ciertamente un dios bastante cómodo! Es el dios que sueña y se inventa el hombre.
Este dios es la cara opuesta del verdadero Dios viviente que nos anuncian las escrituras sagradas, que habló a los padres por medio de los profetas, y que por último nos habló por medio de su Hijo Jesucristo. Este Dios sabe muy bien lo que quiere. No satisface a placer y discreción nuestros antojos y vanidades; por el contrario, da mandamientos y ordenanzas e insiste en que seamos obedientes a su palabra y voluntad.
¿No corremos todos el riesgo de distanciarnos de este Dios y, en su lugar, acercarnos a servir a cualquier Baal?
Con cuánta facilidad y frecuencia ocurre que “claudicamos entre dos pensamientos”, entre servir a dos dioses distintos. El corazón del hombre es una fábrica de dioses. Continuamente estamos inventándonos falsas imágenes de Dios.
Lo importante no es “creer en algo”, como dicen algunos. Lo importante es creer en el verdadero Dios.
Dios nos emplaza hoy y ahora a que tomemos una decisión clara. Esto es lo que nos enseña la historia del Carmelo que ahora nos ocupa.
II.- NADIE PUEDE SERVIR A DOS SEÑORES
@MULT#IZQ#52337@La frase que encabeza este apartado procede del sermón de la montaña, y Jesús la contínua diciendo: “
Porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a Mamón” (Mateo 6:24).Y así de claro lo expone también Elías delante de los israelitas: No podéis servir a Jehová y a Baal. Pues estos dos “dioses” no se soportan entre sí; son como el fuego y el agua, entre ambos existe una incompatibilidad absoluta.
¿Cuál es la consecuencia de un corazón divido? La consecuencia es que el cielo se cierra sobre nuestras cabezas. Quizá no de una manera tan literal como ocurrió en el caso de Elías, cuando ni una gota de lluvia ni rocío tocó la tierra por espacio de tres años. Pero sí en el sentido de que ningún rocío de bendición celestial caerá sobre nuestras cabezas.
La fe languidece, la oración se extingue, el amor se muere. La Biblia enmudece y el “manantial de agua viva” se seca. Entonces nos vemos obligados a calmar nuestra sed con aguas de cisternas rotas.
III.- SOMETER LA VIDA AL SEÑORÍO DE DIOS
En elSalmo 119:4-5leemos: “
Tú encargaste que sean muy guardados tus mandamientos. ¡Ojalá fuesen ordenados mis caminos para guardar tus estatutos”. Éste que habla en el salmo es el espíritu de Elías, y sólo el que después de haberse ocupado con esta historia del Carmelo llega a la conclusión del salmista, y pide a Dios fuerzas para guardar sus mandamientos, es el que la ha entendido correctamente.
Pero,
¿conocemos los mandamientos de Dios? Constatamos con profundo dolor cómo estos mandamientos son cada vez más ignorados en nuestro mundo moderno y cómo un espíritu de confusión se propaga por doquier, cauterizando y endureciendo las conciencias. Por eso se hace necesario que nos opongamos a esta confusión moral imperante y creciente y hagamos valer y proclamar los mandamientos de Dios.
Baal no nos viene con exigencias de este tipo, él lo permite todo.En cambio, el Dios de Israel, el Dios de los profetas, el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo sí que se permite inmiscuirse en nuestra vida y en nuestros asuntos más personales. Sus pretensiones son que no sólo le obedezcamos el domingo en el culto, sino todos los días de la semana y todas las horas de cada día. Elías lo sabía y, completamente solo, se enfrentó a todo Israel y a todos los idólatras paganos que intentaban imponer falsos dioses al pueblo que el único Dios verdadero había escogido para él.
Mírale solo en el Carmelo. ¿No es de admirar este loco de amor y celo por su Dios? Allí donde un hombre se entrega a Dios de esta manera puede que sea posible que Dios envíe también hoy su fuego del cielo. ¡Oh, Señor, el único que hace semejante maravilla, danos hoy también semejantes señales de tu poder y presencia!
(*) Los artículos de esta serie se corresponden con un extracto del libro del mismo nombre y autor (
Montes escogidos, Félix Gonzáles Moreno), donde además acompañan el final de cada capítulo preguntas que lo hacen útil como herramienta para el estudio en grupo.
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