GENÓMICA COMPARADA
¿Evidencia de un origen común o de un diseño común?
Mientras la evidencia genómica de la homología, la sintenia y los seudogenes apoyan por separado la hipótesis de que humanos y chimpancés comparten un antecesor común, también es posible valorar estas líneas de evidencia desde la perspectiva de un origen no común, tal como el diseño inteligente (DI). Aunque es cierto que unos pocos individuos dentro del movimiento DI aceptan el antecesor común al hombre y al chimpancé
[1], esta posición parece ser minoritaria en el conjunto del movimiento, que prefiere una explicación de diseño común en lugar de origen común
[2]. Aunque un tratamiento más completo de estos temas cae fuera del ámbito de este artículo, un repaso breve de la evidencia genómica desde un marco contrario al origen común es instructivo para investigar los puntos fuertes y debilidades relativos del DI contrario origen común, y de la idea evolutiva convencional del antecesor común, como marcos explicativos de los datos de la genómica comparada de los primates.
HOMOLOGÍA, REDUNDANCIA Y DISEÑO COMÚN
¿Por qué no hubiera podido el diseñador utilizar un mismo ADN y también una estructura corporal similar para diferentes organismos? La similitud genética entre chimpancés y humanos tiene sentido desde un punto de vista evolutivo, pero también es consistente con el diseño inteligente
[3].
... los diseñadores a menudo reutilizan diseños parciales para distintas aplicaciones. Si un diseñador quisiera generar una especie parecida a la humana, sería natural que redistribuyera muchos de los mismos genes
[4].
Probablemente es razonable concluir que un diseñador puede reutilizar partes para obtener un diseño similar (es decir, creación especial). Lo que observamos, sin embargo, es que los genes humanos y de chimpancé coinciden entre sí tanto a nivel de aminoácidos (es decir, a nivel funcional) como en los códigos subyacentes de sus nucleótidos.
Como hemos visto, hay una gran variedad de secuencias de nucleótidos disponibles para que un diseñador codifique la secuencia de un aminoácido en concreto. Incluso si un diseñador estuviera limitado por la secuencia de aminoácidos para lograr la funcionalidad de la proteína en organismos similares (lo que es, en sí mismo, cuestionable, ya que enzimas no homólogos pueden llevar a cabo la misma reacción), sería fácil para ese diseñador elegir códigos nucleotídicos alternativos para evitar la apariencia de un antecesor común. Pero lo que nosotros observamos, una y otra vez, es que los códigos genéticos en organismos supuestamente parientes evolutivamente cercanos, basándonos en criterios no genéticos, coinciden tanto a nivel de nucleótidos como al de aminoácidos. Esto es, precisamente, lo que la hipótesis del antecesor común predice, ya que la hipótesis es que los organismos similares fueron una vez la misma especie con idénticos genomas. Desde la perspectiva de un diseño contrario a la hipótesis del antecesor común este modelo es problemático. Sugiere que el diseñador no estaba dispuesto a (o peor, era incapaz de) evitar la abrumadora apariencia de un antecesor común al implementar el diseño de lo que, de hecho, son organismos creados por separado.
SINTENIA Y DISEÑO COMÚN
Las discusiones sobre la sintenia en la bibliografía del DI son pocas e insustanciales. Como ejemplo, en un intento de refutar la conclusión de que las señales de fusión cromosómica en el cromosoma 2 humano apoyan la idea del antecesor común, se propone la siguiente argumentación:
... la evidencia de fusión cromosómica simplemente fortalece la evidencia de similitud genética entre chimpancés y humanos. Como la similitud podría haber sido esperable fuera del darwinismo y de la hipótesis del antecesor común, las semejanzas entre organismos pueden igualmente deberse a los requisitos funcionales implementados por vía de un diseño común
[5].
Este argumento, como hemos visto, elude el tema de que no tiene por qué ser necesariamente esperable que la sintenia y la homología aparezcan juntas desde un punto de vista de diseño en común.
Además, la bibliografía de DI no menciona que esta predicción de un “requisito de sintenia compartida” no sea apoyada por la evidencia cuando se comparan los genomas de otros grupos de organismos muy parecidos. Por ejemplo, ahora disponemos de la secuencia completa de los genomas de doce especies de moscas de la fruta (
Drosophila)
[6] y se ha comparado su organización genómica
[7]. Los resultados de estos análisis demuestran que la organización corporal y la bioquímica de la
Drosophila se pueden conseguir con un amplio abanico de ordenaciones sinténicas, con una reorganización cromosómica mucho más diversa en este grupo que la observada entre humanos y chimpancés. Por otra parte, el tamaño de los genes que permanecen en bloques sinténicos comunes en las distintas especies de
Drosphila está en función del tiempo pasado desde su especiación, según los relojes moleculares. Cuanto más divergentes son las secuencias génicas individuales entre dos especies, menos genes se retienen en grupos sinténicos
[8]. Dicho más sencillamente, el diseñador parece haber empleado un amplio abanico de organizaciones genómicas para las moscas de la fruta, todas las cuales proporcionan una funcionalidad adecuada y una morfología de
Drosophila. El patrón decreciente de la sintenia concuerda con el patrón de disminución de homología de la secuencia génica, como predice el antecesor común. Por lo tanto, es más fácil sostener que diversas especies de
Drosophila son diseños distintos, independientes, que defender que humanos y chimpancés son diseños distintos, independientes, a pesar del hecho de que las especies de moscas en cuestión son difíciles de distinguir para el que no es un especialista mediante examen visual.
El problema con esta forma de argumentación del DI se parece a lo que hemos visto con la redundancia. No hay razón
a priori para esperar un modelo de organización genómica similar (es decir, de sintenia compartida) entre humanos y chimpancés si nos basamos en una perspectiva de contraria al origen común. Es más, todo haría predecir un modelo muy
diferente, sugiriendo una creación especial, independiente. Una vez más, la evidencia sinténica no sólo apoya fuertemente la hipótesis de un antecesor común de humanos y chimpancés, sino que además resulta francamente problemática para las interpretaciones contrarias al origen común.
SEUDOGENES Y DISEÑO COMÚN
La bibliografía del DI contraria al origen común presenta tres rasgos comunes en relación con los seudogenes: (1) mezclade los seudogenes con todo el ADN no codificador bajo la etiqueta de “ADN basura”; (2) falta de discusión del hecho de que los seudogenes con mutaciones inactivantes idénticas se compartan entre organismos en el patrón preciso predicho por la ascendencia común; y (3) la sugerencia de que los seudogenes tengan una función, hasta el momento desconocida, que explicaría su presencia como resultado de un diseño deliberado
[9]. El único argumento positivo, el de la función indeterminada de los seudogenes, no resuelve los numerosos casos en que se conoce la función de un producto génico determinado. Por ejemplo, se conoce la función del gen de la
vitelogenina en los organismos amniotas, como también se conoce la de los numerosos receptores olfativos que observamos como seudogenes en humanos y otros primates.
Además, la bibliografía del DI no se refiere al hecho de que observemos estos seudogenes en la precisa ordenación sinténica predicha por la hipótesis del antecesor común. Aceptar el argumento del DI es sostener que el diseñador colocó estas secuencias en el genoma humano en la localización sinténica precisa en la que, en otros organismos, observamos versiones funcionales, con secuencias altamente homólogas que comparten mutaciones aparentes en una jerarquía dicotómica que concuerda con la filogenia basada en otros criterios independientes, para llevar a cabo una función no relacionada y, hasta el momento, desconocida. Aunque esta posibilidad nunca podrá ser descartada por completo, uno puede preguntarse por qué el diseñador habría elegido un método de diseño que diera una impresión tan fuerte de un antecesor común.
DISEÑO COMÚN: UNA TEORÍA EN CRISIS
En resumen, homología, redundancia, sintenia y seudogenes compartidos son líneas independientes de evidencia basada en la genómica que convergen en una misma conclusión: Los humanos no son biológicamente creaciones
de novo, independientes, sino que comparten un antecesor común con otras formas de vida. Por otra parte, las tentativas de explicar la evidencia genómica desde el punto de vista de un DI en común, contrario ala hipótesis del antecesor común, resultan muy, muy forzadas y profundamente
ad hoc. Aparte de que cada una de esas líneas de evidencia sea individualmente problemática, desde el punto de vista de un diseño en común contrario al origen común, el conjunto resulta demoledor.
Autor: Dennis Venema
es profesor asociado y catedrático de biología en la Trinity Western University. Obtuvo su licenciatura y doctorado en biología celular y genética por la universidad de British Columbia. Sus líneas de investigación incluyen la genética de la diferenciación tisularen Drosophila, educación en genética y la interacción entre la biología evolutiva y la fe cristiana. En 2008 recibió el premio College Biology Teaching Award de la National Association of Biology Teachers. Recientemente ha publicado como coautor una serie de blogs sobre genómica comparada y evolución humana en la Biologos Foundation.
(*) Título original: “El Génesis y el genoma: Evidencia genómica de un antecesor común humano-simio y de los tamaños de la población ancestral de homínidos” (“Genesis and the genome: Genomics evidence for human-ape common ancestry and ancestral hominid population sizes” PSCF
(2010) 62:166-178). Artículo publicado originalmente en septiembre de 2010 en la revista Perspectives on Science and Christian Faith, la revista oficial de la American Scientific Affiliation (ASA), la asociación de científicos evangélicos de mayor proyección mundial. El número estaba especialmente dedicado al tema de la historicidad de Adán y Eva, debatido en el encuentro anual de ASA en 2009. Además de este artículo de Dennis Venema, en el que se expone el estado de la cuestión desde el punto de vista científico, se ofrecían tres artículos de los teólogos C. John Collins, Daniel C. Harlow y John R. Schneider. Mientras que el primero defiende una visión tradicional con un Adán histórico, los otros dos sostienen que el relato del Génesis debe leerse desde ópticas no históricas (literarias, teológicas, etc.). De estos tres artículos se ha publicado un amplio extracto en la revista Alétheia (2012) 41:11-41. Estos artículos desataron una importante polémica que en pocos meses llegó a la portada de la revista evangélica más conocida de EE.UU., Christianity Today (junio 2011)y a otros medios de comunicación.
Traducción: Javier A. Alonso (Dr. en Biología) y revisado por Pablo de Felipe (Dr. en Bioquímica/Biología Molecular) y Fernando Méndez (Dr. en Biología).
Próxima semana: El Génesis y el genoma (4): Adán, Eva y la genómica.
[1] M. Behe,
The Edge of Evolution: The Search for the Limits of Darwinism (New York: Free Press, 2007).
[2] Por ejemplo, dos libros de DI recientes, a nivel popular, tratan de arrojar dudas sobre el antecesor común humano-chimpancé, y refunden antecesor común y “darwinismo”: véase W. A. Dembski y S. McDowell, Understanding Intelligent Design: Everything You Need to Know in Plain Language (Eugene, OR: Harvest House, 2008), 55–7 y C. Luskin y L. P. Gage, “A Reply to Francis Collins’s Darwinian Arguments for Common Ancestry of Apes and Humans”, en Intelligent Design 101: Leading Experts Explain the Key Issues, ed. H. W. House (Grand Rapids, MI: Kregel Publications, 2008), 215–35.
[3] Dembski y McDowell,
Understanding Intelligent Design: Everything You Need to Know in Plain Language.
[4] C. Luskin, “Finding Intelligent Design in Nature”, en
Intelligent Design 101: Leading Experts Explain the Key Issues, 90.
[5] Luskin y Gage, “A Reply to Francis Collins’s Darwinian Arguments for Common Ancestry of Apes and Humans”, 221.
[6] Drosophila 12 Genomes Consortium, “Evolution of Genes and Genomes on the Drosophila Phylogeny”,
Nature 450 (2007): 203-18.
[7] S. W. Schaeffer, A. Bhutkar, B. F. McAllister
y col., “Polytene Chromosomal Maps of 11 Drosophila Species: The Order of Genomic Scaffolds Inferred from Genetic and Physical Maps”,
Genetics 179 (2008): 1601–55; A. Bhutkar, S. W.
Schaeffer, S. M. Russo
y col., “Chromosomal Rearrangement Inferred from Comparisons of 12 Drosophila Genomes”,
Genetics 179 (2008): 1657–80.
[9] Un ejemplo que reproduce las claves del enfoque DI puede verse en Luskin y Gage, “A Reply to Francis Collins’s Darwinian Arguments for Common Ancestry of Apes and Humans”, 224–31.
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