Esta semana pasada el Censo de EEUU reportó que por primera vez en la historia de EEUU más de la mitad de los niños que están naciendo no son “blancos”.
Actualmente el 50.4% de los niños que nacen son identificados como parte de minorías o son mestizos.
En los últimos años ha bajado el nivel de nacimientos en general, pero están bajando mucho más entre gente identificada como blanca. Ya se sabía que venía este cambio. Pero su llegada hace resaltar los cambios que están ocurriendo en el país.
Y ya se hacen sentir las consecuencias. El poder político y económico no está en manos de las comunidades que serán más impactadas por las consecuencias de las mismas.
Este problema se ve desde el gobierno hasta la filantropía. Los que tienen dinero, mayormente blancos, quieren bajar los impuestos. Y los que dan dinero lo están dando a causas de interés “blanco”. Por encima de todo eso está la crisis económica, que está creando un déficit impositivo y, por ende, recortes en los fondos para los sistemas educativos justo en el momento en que las minorías más los necesitan.
La reciente crisis económica amplió la diferencia en bienes entre las familias blancas y las afro-americanas y latinas. La familia “blanca” promedio cuenta con más de veinte veces más recursos que la familia latina o afro-americana promedio. Así que, la mayoría de las comunidades minoritarias entran a esta nueva realidad sin mayores recursos para apoyar a sus hijos.
Esta situación impone grandes retos al país.
Por ejemplo, EEUU necesita de una nueva generación adecuadamente educada. Pero será difícil que la generación adulta blanca se sienta identificada con las necesidades de los niños minoritarios. Así que, probablemente les será difícil aceptar pagar impuestos para niños que no son “suyos”.
Otro aspecto que también afecta este cuadro es la migración al país. Todos los patrones indican que la migración futura, sea poca o mucha, también será mayormente “minoritaria”. La fuerza laboral será mayormente minoritaria, mientras que el poder político y económico continuará en manos de los “blancos”.
Esto implica que los líderes minoritarios nos vemos ante la obligación de tomar mucho más en serio la formación de la siguiente generación. Podemos anticipar que las escuelas públicas seguirán decayendo en calidad. También podemos anticipar que las mejores universidades, aun las estatales, estarán mayormente a disposición de los jóvenes blancos, y jóvenes minoritarios ricos, mientras que la mayoría minoritario tiene que aceptar estudiar en instituciones de segunda calidad.
Siendo que contamos con pocos recursos económicos, pero muchos recursos humanos, será tarea nuestra apoyar a nuestros hijos en su proceso educativo por medio de tutorías y apoyo suplementario. También tendremos que luchar por mayores oportunidades universitarias.
Pero el reto mayor será persuadir a la población blanca que necesitan invertir en el futuro del país por medio de ayudar a los niños no blancos. Al fin y al cabo, los jóvenes minoritarios y los inmigrantes serán la mano de obra del futuro. Algunos de ellos serán los que cuidarán a los blancos cuando sean ancianos.
El peligro mayor es que se siga haciendo mayor la diferencia económica entra los blancos y las minorías. Si se da eso habrá el peligro de luchas sociales y de clase.
Parte de nuestra tarea cristiana será de crear puentes entre la mayoría y las minorías para que el cambio demográfico sea de bendición a todos. Las minorías ya son de bendición a EEUU. Pero muchos blancos no lo pueden ver. Pero si somos agentes de reconciliación entonces seremos de mayor bendición a este cambiante país.
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