La depresión de Juan Calvino

Cuando fracasamos volvemos al mismo punto desde el que comenzamos. A veces creemos que eso es retroceder, pero la experiencia de la vida debe servirnos para avanzar más rápidamente la siguiente vez.

Calvino estaba muy deprimido. Creía que Basilea sería su retiro dorado, seguramente en su mente surgían las excusas que todos nosotros nos hemos planteado muchas veces para no persistir. Nadie podía decirle que no lo había intentado, pero a partir de ese momento se dedicaría a los libros y no a pastorear una ciudad.

El verano se hizo largo, Calvino se pasaba el día escribiendo y vendiendo libros para poder subsistir. Para colmo, recibió la mala noticia de que su amigo Du Tillet había regresado a Francia y había apostatado de la fe. En una carta, Du Tillet instaba a Calvino a regresar a la Iglesia Católica, acusando a los protestantes de cambiantes, inseguros e indisciplinados.

Las palabras de Du Tillet llegaron en el peor momento. No olvidemos que los malos consejeros siempre están dispuestos a desanimarnos cuando pasamos por las dudas o un momento de debilidad. He visto esto en muchas ocasiones. Personas sinceras arrastradas por los que debían ayudarles a flotar.

Du Tillet ofreció a Calvino apoyarle económicamente, la tentación fue muy fuerte. Una salida fácil y una puerta abierta, pero muchas veces las salidas fáciles y las puertas abiertas nos llevan justo al lugar contrario que Dios quiere.

Al poco tiempo, su amigo Farel recibió la invitación para pastorear la iglesia de Neuchâtel, invitó a su amigo para que le acompañara, pero Calvino se negó.

Juan dejo Basilea para visitar Estrasburgo, allí conoció a Martín Bucero, que le invitó a pastorear la iglesia de refugiados franceses que había en la ciudad. Calvino rechazó la oferta, su orgullo herido le impedía servir de nuevo en una comunidad. Su amigo Farel le escribió unas duras palabras de desaprobación: “Dios sabrá cómo hallar el siervo rebelde, como halló a Jonás”.

Las palabras de Farel hicieron reaccionar a Calvino, el 1 de septiembre de 1538 se trasladó a Estrasburgo para pastorear la iglesia.

Allí pasaría tres años, en la escuela de la humildad y la humillación, preparándose para la magna obra que tendía que realizar más tarde.