Cuando el intérprete de la ley le pregunta a Jesús acerca de quién es el prójimo, él le responde con la parábola de El buen samaritano. Y ése es el modelo que nos deja Jesús para asemejarnos a él. Para que hagamos lo mismo.
Es lo que mueve a sus hijos a sentirse llamados y a desplazarse hacia otras latitudes para llevar un mensaje de esperanza al otro, a nuestro prójimo. Eso es lo que el equipo de
Alianza Solidaria ha querido hacer desplazándose desde España hacia Colombia, uno de los países de América Latina donde actúa a favor de la infancia en situación de pobreza, a través de su programa de apadrinamiento Moisés. Un grupo de seis personas está por estas tierras. Entre ellos, la presidenta de Alianza Solidaria (AS), Paqui Capa; Jaume Llenas, secretario de la Alianza Evangélica Española; Samuel Pérez, del comité de AS; Luis Ruiz, vocal de la Junta Directiva y Rubén López, encargado de asuntos administrativos.
Ellos iniciaron este periplo para, según comentó
Paqui Capa, “visitar los proyectos del programa Moisés con el fin de constatar su situación actual, la evolución de los mismos y detectar sus necesidades actuales”. Invertir en vida es lo más grande, pues lo que dice la Biblia en Proverbios 22.6, por siglos está demostrado. El programa Moisés se llama así porque él fue el primer niño apadrinado. La hija de Faraón lo rescata y provee de los recursos para que primero su familia y después ella misma propiciara su desarrollo integral. Esto puso a Moisés en condiciones de ayudar a su pueblo.
Jaume Llenastambién quiso comentar que:
“La razón del viaje me hace pensar en dos partes: la primera porque es necesario realizar una rendición de cuentas, de una forma sana y responsable. Pero hay otra parte. Tenemos el privilegio de ver cómo Dios obra en las vidas de unos niños, en la vida de una sociedad”. Eso es misión integral, y no hay nada como estar involucrado en la Misión de Dios. Nuestra inversión es mínima, minúscula, es la acción del Reino de Dios, tan pequeño como un grano de mostaza, pero con un potencial tremendo de crecimiento, para convertirse en árbol.
DE BOGOTÁ HASTA IBAGUÉ
Llegamos a Bogotá, una ciudad de aproximadamente doce millones de habitantes, que, como otras de igual tamaño, presenta altos índices de desempleo, lo que propicia la búsqueda de fuentes informales de ingresos (venta ambulante, elaboración de diversos productos, minutos de teléfono móvil, etc.), lo que por aquí se denomina
“el rebusque”. Apenas vemos la ciudad, ya que salimos de madrugada hacia nuestro primer destino.
Fuimos recibidos por
Fany y Berta, de FUNEDUCAR, un ministerio cristiano de ayuda a la infancia que nace con el propósito de servir de puente entre las entidades patrocinadoras y los centros educativos que funcionan en iglesias evangélicas que están localizadas en zonas marginales. Es la contraparte local con la que trabaja Alianza Solidaria.
Despertar a las cuatro de la madrugada para salir rumbo a Ibagué. Desde arriba vemos serpentear el río Magdalena, que cruza casi toda Colombia.Llegamos a una ciudad de unos seiscientos mil habitantes. Nos recibe con su verdor exótico invitándonos a aspirar el olor de la clorofila causante de este color que cubre de terciopelo el bello paisaje. Nos instalamos en el Gold Plaza, hotel que nos cobijará en sus sencillos recintos, pero no menos acogedor que cualquier otro, pues nos reciben con un aromático café como muestra de cortesía. Me imagino que estos detalles no te lo aseguran las estrellas.
El tiempo escasea, así que nos dirigimos al colegio que funciona en las instalaciones de la iglesia Bautista de Ibagué. Nos recibe el director del colegio. Todo es amabilidad. Nos encontramos con algunos de los niños del colegio que brinda preescolar y los cinco años de primaria. Se nota que están bien cuidados; saludan con alegría. Responden a nuestras preguntas con afecto y me asombro cuando nos piden un autógrafo. Pide uno de ellos y luego nos rodean muchos más, portando un lápiz y una hoja o un cuaderno en la mano. Todos saben del apoyo que están recibiendo, pues los recursos de los niños apadrinados a través del programa Moisés revierten en todo el colegio.
El director, Luis Carlos Idarraga, nos hace recorrer las cinco clases donde los alumnos y la maestra nos esperan. Emociona ver las caritas sonrientes y agradecidas con los llegados de lejos. Saludan y nos hacen preguntas.La primera pregunta que hacen está relacionada con el fútbol, interesados por el Barsa o el Real Madrid. Son niños. Preguntan por las comidas, los idiomas, incluso por nuestra edad. Nosotros preguntamos por sus comidas, y así conocemos los platos típicos de Ibagué, como la lechona y los tamales. Luego levantan la mano los que son apadrinados; se cuentan muchos. En una de las clases se oye decir a una niñita: “Gracias, España”. En la clase de quinto nos avasallan pidiendo autógrafos.
EL COLEGIO, UNA GRAN FAMILIA
Escuché decir al director que en el colegio eran como una gran familia.
Y en una sala cantaban los niños: “Dios te bendiga mi hermano/ No hay nada más lindo que el abrazo de un cristiano”. En cada salón de clase levantan la mano los niños que están siendo apadrinados. Y es que desde Alianza Solidaria se apoya a los niños cuyos padres pertenecen a un estrato de escasos ingresos; muchos de ellos son vendedores ambulantes, empleados domésticos, profesionales desempleados. No tendrían la oportunidad de estudiar en el colegio si no contaran con la ayuda de los padrinos que desde España les apoyan.
Destaco el papel de la iglesia en el buen funcionamiento de los proyectos. Pues como se afirma desde
Alianza Solidaria:
“Las iglesias evangélicas comprometidas con la educación escolar cristiana y que trabajan en convenio con el Proyecto Moisés, han entendido que es un mandato de parte de Dios educar a los niños en todas las áreas del conocimiento no solamente en el área religiosa. La iglesia a través de la escuela cristiana ha sido desafiada a permitir que cada estudiante sea plenamente instruido, y seriamente urgido a considerar bien, que el mayor propósito de su vida y de sus estudios es conocer a Dios y a Jesucristo.
La escuela cristiana vista de esta manera va más allá de la obra social: para la iglesia es el ministerio de educación cristiana, entendida esta educación cristiana como el conjunto de todos los conocimientos: lengua, ciencias sociales, ciencias naturales y la matemática, las artes y la salud, fundamentadas en los principios bíblicos para su aprendizaje, comprensión y entendimiento, y práctica”.
Como bien completó una de las maestras: “si en inglés se habla de la familia, se introducen las enseñanzas de Dios en este aspecto, y así en cada asignatura”. Me conmovió percibir el compromiso de los docentes del colegio. Su preocupación más allá de impartir una clase. Preocuparse por la situación de los niños fuera de los recintos del colegio. El niño se siente apoyado física, emocional y espiritualmente. Incluso los devocionales están relacionados con las necesidades del momento: se ora por sus necesidades en el hogar, por sus familias...
LOS NIÑOS Y LA OBRA DE DIOS EN IBAGUÉ. TESTIMONIOS
Más tarde se celebra una reunión entre el equipo de AS, la Iglesia, los docentes y FUNEDUCAR para evaluar la situación actual del proyecto y elaborar estrategias para el futuro. Pudimos escuchar los testimonios de algunos padres de niños apadrinados desde España: Janeth, madre de Dana Gabriela, una niña de 9 años, también es antigua alumna del colegio.
“Soy cabeza de familia –dijo-
y agradezco a AS su ayuda dándole una oportunidad a mi hija de asistir a este colegio. Mi relación con ella era prácticamente inexistente. Hoy puedo decir que ha cambiado su actitud y ha crecido espiritualmente. Quiere mucho a sus profesores”.
María Teresa, madre de Ángel, comentó
: “El colegio es una bendición. La mejor tierra en la que se puede sembrar son los niños. Así se podrá cambiar el país. El colegio es como una familia. Les ayudan en el conocimiento bíblico. Dios los bendiga”.
Joana, madre de Dámaris:
“Mi hija ha percibido, captado el amor de Dios. Lo ve físicamente, y espiritualmente cada mes, pues yo tengo dificultades económicas y no podría tenerla en el colegio”. Todos los padres coinciden en que gracias a AS sus hijos tienen la oportunidad de estar en un colegio con atención personalizada, pues otros colegios están masificados y sin valores.
El pastor de la iglesia resalta que otra meta es evangelizar a los padres; varios ya se han integrado gracias al programa. Ellos han visto cómo se les ayuda a sus hijos, comentó. Algunos ya se han bautizado. Una profesora agrega:
“No cambio por nada este colegio, los niños y la obra de Dios en Ibagué. Estoy estudiando, mejorando, pero me quedaré aquí”.
Más tarde nos invitan una exquisita comida, preparada con esmero por algunos hermanos y hermanas. Nos sirven bagre en salsa, un delicioso pescado de esta zona, acompañado de arroz, patacones (plátano de la tierra frito y machacado), yuca y ensalada de lechuga con mango. Maravillosa es la hospitalidad. Nos despedimos de ellos al finalizar todas las actividades programadas para este encuentro de revisión y planificación.
Mientras camino por las calles de Ibagué, ya por el atardecer, pienso que Dios tiene un propósito en cada cosa que permite en nuestras vidas; cada vez tengo esa certeza aun en medio de la incertidumbre. Y es Él quien logra que seamos movidos a misericordia, como aquel samaritano de la parábola. Ése es el modelo a seguir. Es lo que debemos transmitir a los que nos rodean. “Instruye al niño en su camino -dice Proverbios 22.6-, y aún cuando fuere viejo no se apartará de él”. Y lo constato cuando Rubén, un joven que ya forma parte del equipo de AS nos dice:
“Todos sabemos que hay pobreza. Todos sabemos que existen realidades distintas a las de nuestro propio contexto. Aun así, la inercia de nuestra rutina nos acomoda, y nos acaba convirtiendo en individuos etnocentristas, insensibles a las necesidades ajenas”.
De cierto que esta visita a Colombia me ha abierto los ojos. Los estudios, las noticias y las películas no son suficientes para conocer la pobreza; hay que palparla, hay que verla en los ojos de los niños. Son diferentes niveles de conocimiento. Creo que todos necesitamos llegar a un nivel de conocimiento profundo sobre la auténtica realidad del tercer mundo. Te confronta, te zarandea, te humilla, te desmonta tu chiringuito intelectual. Ante la extrema pobreza sólo se pueden tomar dos caminos: la indiferencia o el amor. Podremos alcanzar el éxito, tener posesiones y gran reputación, pero al final, el amor es lo único que da sentido a nuestra vida. Sin amor nada somos.
VISITA A MONTERÍA Y TIERRA ALTA
De Ibagué viajamos hasta Montería, capital del Departamento Córdoba, donde está la sede de FUNEDUCAR. Fany y Berta nos guían por este periplo. Desde allí nos desplazamos a Tierralta, un municipio donde se encuentra uno de los colegios apoyados por AS, FUNEDUCAR y la Fundación Social Educativa Ebenezer: el Liceo Bautista Manuela Herrera.
Dejamos Montería y a lo largo de la carretera el paisaje se cubre de haciendas ganaderas; es la capital ganadera de Colombia.
El colegio en Tierralta se encuentra en un barrio de calles sin asfaltar, encharcadas y surcadas por pequeños comercios y vendedores ambulantes. Allí nos espera el pastor Sigfrido Mestra que es una demostración de cómo ha cambiado el compromiso de los pastores con los colegios.
El Liceo cuenta con 160 alumnos de preescolar y primaria. Después de leer Hechos 16.6-7 nos lanzó este mensaje: “Pasa a Colombia y ayúdanos”. Satisface ver cómo la iglesia ha proporcionado instalaciones para el funcionamiento del colegio, las cuales han ido mejorando con la ayuda recibida desde España. Visitamos las clases y vemos el interés de los niños en aprovechar esta oportunidad que los convierte en privilegiados, pues en este país hay un alto número de niños trabajadores, niños abandonados, niños de la calle... Alianza Solidaria ha colaborado en la construcción de un pequeño campo de fútbol, así como en la mejora de la cocina, los servicios.
Y 106 niños están apadrinados. Pero falta mucho por hacer. Y también mejorar el salario de los maestros. Nos ha sorprendido gratamente el compromiso de éstos que no dudan a la hora de rechazar otras ofertas más atractivas. Y es que ha calado el mensaje de ayudar a los niños a iniciar sus estudios basados en principios bíblicos y valores; aplicando la diferencia más que alumnos y más que profesores. Que puedan llegar a ser personas temerosas de Dios, útiles para si, para la familia y para la sociedad.
Pude sentir la calidez de sus abrazos, su gentileza al regalarme parte de los dulces que habían recibido como merienda. Seguro que reciben, pues no les cuesta dar. Constato que hay logros, pero también mucho por hacer.Quizá creamos que los momentos actuales no nos permiten pensar más allá de las fronteras de nuestro hogar, de nuestro país. Sin embargo, cuando Dios toca nuestros corazones no nos pregunta adónde queremos ir o a quién preferimos dar de lo que recibimos. Es él quien te muestra claramente sus propósitos. No hay casualidades.
Dejamos Montería y partimos para Barranquilla…
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