LA VERDADERA HUMILDAD
El apóstol Pablo pide a los Filipenses que sean modelo de gentileza y modestia ante los hombres, porque si están con Cristo deben obrar con justicia y honestidad para así ofrecer un ejemplo fiable de ser seguidores del Maestro.
Virtud es, en todo caso, la humildad. Virtud es, siempre, anteponer lo justo a la vanidad, a la codicia o al nefasto deseo de detentar altas investiduras. Antes que Pablo, el salmista ya refrendaba los deseos de Dios para con quien se torna hijo suyo: “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos” (Salmo 32:8).
Por ello, todo poeta o poetisa que se alimenta de la Palabra como nutriente vital de su existencia, la abrazará por su talle hasta que se cumplan los Días. Eso le viene sucediendo desde hace más de sesenta años a Fina García Marruz (La Habana, Cuba, 1923), voz cuyo Tiempo no pasa palpitando hacia las ruinas del parloteo; voz Cristiana hasta la médula del alma;
voz absolutamente Humilde porque nace de fecundos silencios; voz Bondadosa con el prójimo porque fue afinada fijándose en la pobreza y en el martirio; voz Profética que crece y crece para advertir a quienes se dicen (o se sienten) cristianos:
…Hemos corrompido
de mentira y de uso
la palabra
amor,
y ya no sabemos
cómo entendernos: habría
que decirlo de otro modo,
o callarlo, mejor,
no sea cosa
que se vaya, el insólito
Huésped.
COMO FELIPE Y EL ETIOPE
Fue Cintio Vitier, notable poeta del grupo Orígenes (Lezama Lima, Gastón Baquero, Eliseo Diego, Virgilio Piñera, Ángel Gaztelu, García Marruz…) quien, cuando todavía eran novios, introdujo a Fina en la Vida de Jesús: “Yo no conocía nada, pero a los 17 años Cintio me leyó los Evangelios.Yo había aprendido, con Juan Ramón Jiménez, a discernir, en la palabra, lo que era verdadero. Cuando Cintio me lee aquello, por la fuerza de la verdad escondida en la Palabra, me convertí en el acto”. Leyendo esta declaración de fe no pude menor que recordar el episodio de Hechos, entre Felipe y el alto funcionario de la reina Candance. Claro que lo de La Habana fue algo diferente, pues la oyente no necesitó explicación para comprender la Evangélica verdad. De tal primer entonces brotó este vibrante soneto:
NACIMIENTO DE LA FE
Nada podría hacer que mereciera
tu altivez o tu júbilo, Dios mío,
sólo puede tu amor llenar el frío
abismo que al nacer mi carne hendiera.
Mas no porque esta cal perecedera
de mis huesos haciendo su albedrío
no sume ver tu cuerpo bendecido
se ha de escandalizar lo que en mí espera,
Ahora que sé, Señor, lo miserable
de esta dádiva y del incierto juicio
que puedo hacer de mi alma impenetrable,
ahora creo, Señor, en tu mirada,
en mi obra y su oscuro sacrificio,
con esa fe que se alza de la nada.
Al conocer a Jesucristo, Fina renace con otros valores profundos. A partir de entonces Vive la vida fuera de combustiones intrascendentes, de pirotecnias verbales, de puestas en escena irremediablemente abocadas al olvido. Ella se torna más discreta, más Verdadera. Esa frontera logra traspasarla porque se compromete con Cristo y con los seres sufrientes y necesitados. También le abre el corazón ante tanto ecocidio e injusticias cotidianas. Por ello afirma: “No hay nada más parecido al Apocalipsis que los titulares de la prensa de hoy: inundaciones nunca vistas, terremotos, guerras, la miseria apoderada de medio planeta; los cuatro Jinetes, en fin… Pero no te olvides de que el Apocalipsis termina bien.
Cristo dijo: ‘cuando vean que suceden estas cosas, sepan que el reino de Dios está cerca’. Reino que habría de empezar en la tierra, no extraña a ella, ya que enseñó el ‘Venga a nosotros tu Reino’. Ya en nuestra América empiezan a surgir fuerzas que están tratando de encontrar una solución a la ambición imperial, y aun en los propios Estados Unidos -antes de que se acabe el mundo. La catástrofe ecológica alcanzaría por igual a todos”.
En fin, cuando empieza a orbitar dentro de la ética y estética cristiana es cuando Fina logra desterrar la pérfida arrogancia que socava a muchos seres humanos, creyentes incluidos. Atiendan este edificante testimonio de la autora:
“A mis diecisiete años yo sabía muchísimas cosas más acerca de la poesía. Como cualquier joven ignorante, lo sabía, naturalmente, todo. Recuerdo que escribí un tratado de unas cuarenta páginas del que ahora hubiera podido valerme si no fuera porque un pobre hombre, aprovechando mi previsible distracción, me robó la bolsa que contenía el voluminoso trabajo que sólo pude reconstruir después en parte. Por desdicha mía y suya, en la bolsa tenía sólo cinco centavos.
Siempre compadecí a aquel ladrón que creyó encontrar algo con qué aliviar su miseria y sólo halló una arrogante disertación sobre la poesía. Con qué aborrecimiento tiraría mis papeles a un rincón. Poesía sería para él un plato de sopa bien caliente, un colchón nuevo, un abrigo. Muchas veces imaginé el miserable cuartín en que debió haber abierto su desolado tesoro y me sentí maldecida por aquel desconocido que esperaba, sin duda, otra cosa mejor. Poder reparar de una vez por todas ese error, no defraudar de nuevo esa esperanza, siento que es lo único que nos daría a todos el derecho para volver a hablar de la poesía”.
MÁXIMA PRUEBA DE CRISTIANISMO INTEGRAL
Fina García Marruz,digámoslo bien alto y claro,
es una Poeta cristiana de principio a fin. En su obra no hay altibajos en cuanto a esta modulación que nidifica tanto en el planeta de su alma como en las plegarias desnudas de su ejemplar decir y actuar en consecuencia.
Y claro que unas veces las apariciones del Evangelio (integral) resultan evidentes y otras no tanto, pero lo cierto es que ningún antólogo o crítico podrá soslayar esta impronta o cruz tallada en su corazón. Quien así lo haga, merodeando por otros temas, elucubrando arrugadas conjeturas en cascada, traiciona en buena parte el mensaje de una cristiana que nunca, ni antes ni después de la revolución, renegó de su fe. Se puede ser incrédulo o agnóstico, pero si no se es veraz y riguroso en el análisis de su obra, es mejor que se dediquen a otros autores más herméticos o más grandilocuentes en su desafección a Cristo. Una prueba positiva de correcto abordaje académico lo acaba de realizar mi buena amiga Carmen Ruiz Barrionuevo, catedrática de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Salamanca, prologando y cuidando la edición de la recomendable antología ¿De qué, silencio, eres tú silencio?(Universidad de Salamanca, 2011, pp. 304). Tanto el título, primer verso de un conocido soneto a lo divino, como la selección de textos, dependió de Fina García Marruz, quien marca así, una vez más, la senda por la que camina y por la cual invita a que otros conozcan sus recreaciones.
Entonces, a quien la lee u oye, parece decirle:
“No sabes de qué lejos he venido/ a la mesa y al pan de mis hermanos/ de mí serenamente desprendidos…”.O pide a Dios, abiertamente, por los mártires, por los héroes de la resistencia:
(…)
Dios mío, tú no les darás a los que padecieron atrozmente
por la justicia, a los enterrados vivos,
a los que les sacaron los ojos o les arrancaron
los testículos, a los amenazados
en lo más vulnerable, la mujer o los hijos,
tú no les darás la gloria efímera de un nombre
que se repite vagamente en las conmemoraciones patrias,
un día que sirve para que vayan a las playas
o el estudiante se reúna con su novia,
tú no pondrás su retrato a la puerta del taller
o le pondrás su nombre a alguna escuela,
tú no les darás esos premios hermosos,
pero sin duda definitivamente insuficientes
(…)
E integralmente, expone lo hondo de su sangre filtrada en el Evangelio. El poema
Transfiguración de Jesús en el monte, aunque extenso, merece ser reproducido en su totalidad, entre otras cosas porque dice lo que dice (y cita lo que cita) y, también, porque no se encuentra en ninguna de las muchas muestras de poemas suyos que circulan por la Red.Fueescrito el domingo de Resurrección de 1947.
TRANSFIGURACION DE JESÚS EN EL MONTE
“Y después de seis días, Jesús toma a Pedro, y a Jacobo,
y a Juan su hermano, y los lleva aparte a un monte alto:
Y se transfiguró delante de ellos; y resplandeció su
rostro como el sol, y sus vestidos fueron blancos como la luz”.
(S. MATEO, Cap. 17, 1,2.)
En tanto que Israel se agitaba todavía entre la adúltera y el justo, el mercader y el mancebo;// en tanto que discurrían por los gastados tapices de las calles susurradas y sagaces los escribas de la Vieja Ley;// y en el templo los animales eran ofrecidos con ojos rápidos y diminutos y hondas inclinaciones del cuerpo;// en tanto que las calles empinadas y estrechas olían a comida simple y brutal y se obedecían las prescripciones;// y el paso lento de los fariseos y el paso rápido de los mercaderes se entrecruzaban en el mismo paño gastado y minucioso;// en tanto que una tiznada intimidad se pegaba a los cuerpos como un manto muy usado,// o ese lugar sabido hasta la dulzura y la angustia y al que nunca podremos sorprender de nuestra propia alma;// y las casas sucedían como las razones de una discusión de que ya conocemos todas las partes;// en tanto que la virtud era una abstención justa para las santas mujeres y para los cautos fariseos,/ o era a lo sumo en los mancebos misteriosos el rumor aún oscuro, aún presentido, de una fuente lejana;// he aquí que Jesús ha tomado de la mano a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los ha llevado al monte./ Él los conduce suavemente mientras que en círculos celosos, susurrantes preguntan quién es Aquel que se aleja con el gesto del que regresa;// mientras el humo de las murmuraciones los va agrupando en círculos ya lívidos, ya purpúreos, que van a morir en la espalda de los hijos de Zebedeo;// el aire se deja atravesar gozosamente por el pecho delicado de Jesús, por su paso urgido de tan dulce modo por el llamado inaudito del Padre.// Jesús camina con Pedro, con Jacobo, con Juan, grabados en la luz próxima e inmemorial;// traspasado traspasa el paño de la angustia e impulsa los vitrales;// hasta ahora Él les había mostrado sus palabras, pero ahora Ies ha de entregar también su silencio;// hasta ahora ellos han conocido su compañía, pero ahora les ha de entregar también su soledad;// he aquí que ya Él no es más un maestro dorado en la luminosa tristeza de las palabras;// por primera vez ejercita un acto que le es totalmente propio;// pero entonces ha visto a Pedro y a Jacobo y a Juan tan pequeños y pobres, y los ha llevado al Monte.// En el Monte su cuerpo no resiste a Aquel que nunca supo pensar nada que no pudieran compartir su pecho o sus dos manos;// oh, difícilmente podríamos comprenderlo, Él se ha vuelto totalmente exterior como la luz;// como la luz Él ha rehusado la intimidad y se ha echado totalmente fuera de sí mismo;// mas no como el que huye sino como el que regresa, Él se queda con su parte como el que divide un pan;// como la luz Él recuerda la fuente que mana en lo escondido y ocupa la extensión justa de su nombre;// mas no como el que se olvida sino como el que recuerda, o el que sirve una cena sencilla;//como la luz se devuelve a los ojos inmensamente abiertos de Pedro,atónitos de Jacobo y cerrados de Juan;// y Pedro ve a Moisés, y Jacobo ve a Elías, y Juan ha visto a Cristo.// Para ellos se ha tornado un objeto de contemplación, como un astro puro en la mirada del Padre://se ha ofrecido totalmente para ser contemplado en la luz como después se ofrecerá para las entrañas absortas del pecado en el Calvario;//como la Luz ha olvidado sus deseos y lentamente penetra el cuerpo real de su pensamiento secreto;//derramado restituye un misterioso cántaro, y alza el diálogo de la Samaritana;// las catorce generaciones desde Abraham hasta David, huésped de la medida misteriosa, tañedor de alabanzas;// las catorce generaciones desde David hasta la Transmigración de Babilonia;// las catorce generaciones desde la Transmigración de Babilonia hasta los pardos silencios de José,// álcense y regocíjense porque en este instante una multitud se estrella en la boca del salmista como espuma;// y el silencio es una familia sagrada y una lámpara que une sin tocarnos como los recuerdos;// y el pardo de las tardes sobre los bueyes del nacimiento, y el pardo de la espera y de José no es ya la sombra escogida por Dios para revelarse;// porque esa sombra ha nombrado la luz que le velaba el rostro hasta conmoverla.// Mientras a Pedro le tiemblan los cabellos contados, el ojo justo e injusto, la mejilla mosaica;// y Jacobo tiembla por la muchedumbre de pecados de su pueblo como por algo en nada distinto a su memoria o su esperanza,// Juan siente pena de Dios por su Alegría indecible y quisiera en este instante poderlo recostar contra su pecho; mas tiembla.// Ahora ya no es sol que nos alumbra y se oculta cegadoramente, sino que la Luz por vez primera como nube los cubre y se revela en su gloria;// pero Jesús la corrige suavemente porque ha vuelto a sentir lástima de su privilegio de heridas;// y porque la Luz podría anonadar los semblantes amados de sus discípulos que esperan;//de modo que cuando Jesús modera el rayo de luz viva y el Horno subidísimo de su dicha para decirles «no temáis»,// ellos sienten que dentro de su corazón alguien los ha llamado misteriosamente por su nombre;// y comprenden su virtud o su cuerpo no ya como una abstención justa sino como el niño a quien una visión deslumbrante hace arrojar indolentemente una moneda de la mano;// y la moneda salta en la fuente como la infancia o las cuarenta y dos generaciones desde Abraham hasta ese día;// como la infancia que acuña nuestro Rostro allí donde no puede ser despertado”.
PREMIOS Y SIEMPRE UNA SILENCIOSA HUMILDAD
A este torrencial poema de Amor al Transfigurado galileo, escrito a la manera bíblica, en versículos, bien podemos mostrar otro poema que está en las antípodas, en cuanto a la forma. Así,
Cine mudo, pareciera un hayku escrito por Matsuo Basho:
No es que le falte
el sonido,
es que tiene
el silencio.
Se ha destacado, por la crítica especializada, tal silencio en la obra de Fina.
Pero más que silencio es Eco haciendo torniquete al parloteo de gala de quienes rodean el huevo de la Paloma. Cuandole piden entrevistas o declaraciones, ella contesta: “Me siento en esos casos como una violinista a la que le piden un concierto de flauta. Yo me comunico mejor con el silencio, sin el que no se podrían dar la poesía, la música, ni el encuentro con uno mismo”.Más que silencio, lo suyo es humildad, encogerse para crecer. Ella, siempre apostada en un segundo plano, no ha podido impedir algunos reconocimientos destacables: Premio Nacional de Literatura (Cuba, 1990), Premio de Poesía Iberoamericana Pablo Neruda (Chile, 2007); Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (Salamanca, 2011) y Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca (Granada, 2011), entre otros.
Pero Fina con la Humildad por delante, siempre,sabedora de equívocos o postergaciones, de olvidos o de incontables buscadores de preseas y reconocimientos. En esto es contundente:“Ante un premio... uno piensa siempre en tantos escritores que lo merecían, y no lo recibieron. Martí, ‘el hombre más puro de nuestra raza’, como lo llamó Gabriela Mistral, no tuvo sobre su pecho más que una medallita escolar que recibió a sus nueve años. Eso obliga a una gran humildad”.
EN SALAMANCA, CON CINTIO
Conocí a Fina en 1995, cuando vino a Salamanca para un encuentro sobre Martí. Aquí estuvieron Cintio, Fina o Roberto Fernández Retamar, entre otros. Mucho hablé con esta pareja de esposos-poetas-cristianos. Para otra oportunidad comentaré de cómo Cintio Vitier me habló de la Biblia y de sus Poetas. Hoy sólo recordar parte de la charla con ella, la que se centró en la obra de Gastón Baquero, grande amigo suyo en La Habana, antes de que saliera para su exilio español.
La FundaciónCentralHispano (hoy Santander) nos había encargado -a Alfonso Ortega Carmona y a quien esto escribe- iniciar con Gastón Baquero una colección de rescate sobre la obra fundamental de autores poco acogidos por editoriales comerciales. Una de las tardes de su estancia salmantina, llevé al Colegio Mayor Fonseca las pruebas de la Poesía Completa que habíamos reunido con el propio Gastón. Fina, tan gentil y delicada, al momento se percató de que faltaba al menos de un poema, uno del que ella conservaba el original. En cuanto volvió a su país, por intermedio de Carlos Barbáchano me hizo llegar, “Qué pasa, qué está pasando…”, poema escrito por Baquero a los diecisiete años y que Fina conservaba desde entonces, cuando él se lo regaló.
Cintio y Fina en Salamanca. En abril del año pasado, al comunicársele la concesión del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, que patrocinan la Universidad de Salamanca y Patrimonio Nacional, Fina atinó a decir: “
Yo sé que Cintio está en ese Premio”. Cintio Vitier había fallecido en octubre de 2009.
CRISTIANISMO SIN BANDERAS
José Martí es referencia ineludible en la obra poética y ensayística de Fina García Marruz, quien, desde 1962 hasta 1987, cuando se jubiló del Centro de Estudios Martianos, estuvo trabajando en ensayos sobre el proteico escritor, así como en las
Obras Completas del denominado Apóstol de la independencia cubana, quien, además, tenía notoria raíz cristiana, como podemos apreciar en esta estrofa: “Cuando al peso de la cruz / el hombre morir resuelve,/ sale a hacer bien, lo hace y vuelve / como de un baño de luz”. Libertad, cristianismo, pobreza. En un poeta, basado en una foto de la estancia de Martí en Jamaica, escribe:
“Su traje me conmueve/ como una oscura música/ que no comprendo bien./ Todo palabra pobre”.
Esa apertura de visión que tuvo Martí también prosigue en Fina García Marruz, pues no es ciega al comentar su balance de los inicios del cristianismo, de su adocenamiento político y de con él hicieron al transplantarlo a tierra americana:
“La primera víctima del Imperio fue Cristo, y sus seguidores, a los que con crueldad característica el Imperio echó a los leones, en lo que Martí llamó ‘los primeros cinco siglos puros’ de la Iglesia -a los que acaso añadió uno, ya que fue en el Siglo IV que el Emperador Constantino se proclamó cristiano sin serlo. Él puso a la Iglesia al servicio del Imperio, y no al revés.
El nada ‘católico’ Rey Fernando -no así la Reina Isabel que sí se preocupó por los indios-,
trajo un Cristo ‘impío’, ‘inquisitorial’, y no al de los ‘brazos abiertos’, como diría Martí. Fue una gran traición al verdadero legado de Moisés, a quien, a su llegada a Caracas, Martí dedicaría su gran discurso, desdichadamente perdido”. Veamos una muestra más de su cristianismo ecuménico, sin banderas. Tras la muerte de Martín Luther King, Fina escribe (el Martes de Pasión de 1968) este poema dedicado al pastor protestante, coloquial y anecdótico al principio; conmovedor al final:
EN LA MUERTE DE MARTIN LUTERO KING
Yo soy el Tambor Mayor de la Justicia
Un día antes de morir
Martin Lutero King
con voz profunda, mojada
de negro júbilo, dijo
en su último sermón:
"No importa ya lo que pueda
pasarme, porque he visto
la Tierra Prometida".
Go down, Moses.
Poco antes de morir
Martin Lutero King
se asomó al balcón y dijo
al chofer que lo esperaba
-Salomón Jones, ya bajo.
-Oh, tenga cuidado, Dr. King.
El tiempo está hoy muy frío.
-Gracias, hijo, él contestó.
Voy a buscar un abrigo.
Go down, Moses.
Un minuto antes que asesinaran
a Martin Lutero King.
Poco antes que bajara
a la muerte el manso hombre.
Salomón Jones se lo dijo
que los tiempos eran malos.
Él iba a buscar su abrigo.
No dejaron que lo hallase.
Entonces, lo abrigó el Señor.
Go down, Moses.
MUESTRA DEL EVANGELIO POÉTICO DE FINA
Volvamos a la Humildad de Fina García Marruz; volvamos a sus propias palabras: “Todo poeta sabe que los poetas son los otros, los que no escriben versos, y no sólo los servidores magnos… sino aún los más humildes, la hermana que cose en la habitación de al lado, la bocanada fresca que entra cada mañana cuando abrimos la puerta, el canario en el balcón. Una mujer que se sabe bella, ya lo es menos. Del mismo modo, nadie podría ‘sentirse’ poeta sino por ese único punto en que deja de serlo, y quizás sólo hemos sido verdaderos poetas en los raros instantes en que no nos dimos cuenta de ello. Pensé iniciar estas palabras diciendo que yo no sé lo que es la poesía. Pero después de la famosa frase del más sabio de los hombres me temo que ésta sea una declaración demasiado arrogante”.
Aunque Fina publicó varios libros sueltos y otros de ensayo, su obra poética principal está acopiada en tres volúmenes:
Las miradas perdidas (1951), Visitaciones (1970) y
Habana del centro (1997). A ellos se suma la excelente antología prologada por Carmen Ruiz Barrionuevo, y otras tres antologías resaltables:
Antología poética (México, 2002, a cargo de Jorge Luis Arcos);
El peso de las cosas en la Luz (Buenos Aires, 2006, a cargo se Susana Cella) y
El instante raro (España, 2010, a cargo de Milena Rodríguez Gutiérrez.
Puesto que resulta difícil encontrar sus poemas cristianos, al menos en la Red, les dejo con una amplia muestra (no completa) del magma que ha dejado aflorar desde su radiante intimidad.
NACIMIENTO
¡Oh pardos tonos de tu mansedumbre,
árboles pardos en la tarde parda,
echando al alma quieta las vislumbres
de un sacro umbral de oro y esmeralda!
¡Sombra de Dios; color de lo que tarda,
qué familia convocas con tu lumbre
que en torno a tu pesebre se levantan
árboles como lentas certidumbres!
Sombra de Dios, color de lo que pesa.
Como un pueblo de oro se despierta
de una cítara, siento tu pobreza
sobre los bueyes pardos, sobre el día,
tan bella, que allí quiero quedar muerta,
pues tu sombra es, mi Dios, ya la Alegría.
ANGELUS
José, el carpintero, construye una mesa para unos desposados de Samaria./ Los jóvenes esposos le han encargado una mesa para la familia que de ellos crecerá./ Una mesa de madera fuerte, sólida y duradera que no socave el tiempo./ Una silla principal para el esposo, las otras para ella y sus futuros hijos./ José alisa la madera de roble con amor, ha empezado a trabajar en las primeras horas del día,/ y no cesará antes de haber concluido el encargo urgente y tierno de construir una mesa./ Una mesa amplia y fuerte para los jóvenes desposados de Samaria./ Una mesa para reunir a la familia para el comienzo de la mañana y después de la jornada de trabajo hacia el fin de la tarde./ Una mesa para bendecir el pan de cada día./ Y su hijo, aún un tierno joven de apenas doce años,/ 1e alcanza, uno a uno, los útiles de trabajo mientras él aserra la madera, y de la que se desprende el rizado aserrín que le salpica el delantal de oros leves!/ Hasta que ahora el hijo le ha alcanzado los clavos son precisos para que se junten los maderos de mesa./ Los clavos que fueron hechos para fundar una casa, una mesa./ José toma los clavos de sus manos candidas, oh escena que debiera ser recogida en algún noble lienzo!/ Oh escena que de ningún modo pertenece al pasado!/ Oh día en que se hizo una mesa fuerte para una familia que aún no había llegado ayudado por niño!/ Oh día en que los clavos no hirieron las palmas de la mano!/ Oh mañana lanzada como un astro a una tierra imantará toda nuestra desdicha hasta tornarla un sol!/ José, el carpintero, prepara una mesa para unos jóvenes desposados de Samaria./
MONOLOGOS (8) San Juan, Cap. 11
Cese el omnipotente funeral,
la procesión de adentro aulladora,
que es un ahora y siempre todo ahora
y no se puede echar un día atrás.
Se puede una montaña descuajar,
mudarse en hombre un niño, en oro el mar,
puede el trueno el rugido trasvolar
en nube negra, alción, tormenta o sal.
Pero el día que fue no cambiara.
Cese el juicio incesante, el tribunal
del oro cese, callen las culpas lázaros
que nos cargan la espalda. Rompe, mece,
Señor, burla la cuenta, haz el milagro.
Van cuatro noches v el cadáver hiede.
AL BUEN LADRÓN
Cuando dudó Dios mismo, tú creíste.
Los discípulos se habían ido lejos
por el temor dispersos. Tú pediste
oh Dios, verte en un hombre, en un reflejo.
Querías darnos aún el poder darte
algo a Ti mismo, pero nadie había
en torno. Ah, cómo la piedad misma te hería
de las mujeres. Vieron al alzarte
tan sólo a un hombre desdichado,
a un triste. Tú sólo viste a Dios en las heridas.
Y qué audacia de fe la que tuviste
al pedir y al pedirle nada menos
que a las clavadas manos impedidas,
la memoria, la sal, la Vida, el Reino.
NICODEMO
Nicodemo fue el que llegó de noche.
Sus preguntas, como el cuenco de la noche.
Eran las preguntas que hace la noche.
Cauteloso llegó, oh misteriosamente.
Si pregunta, atraído, ¿es que sabe, presiente?
Echa la red del no saber el cauto viejo.
Y se cuela el pez vivo Y todavía pregunta
(por redada mayor): “¿Señor, y cómo será eso?”
Y él le responde, como el Arcángel a la Virgen,
que el espíritu habría que cubrirlo con su luz,
“Si nace de nuevo del agua y del espíritu...”
pero no entiende el viejo, el que venía de noche.
“¿Señor y cómo un hombre puede nacer de nuevo,
entrar de nuevo en el vientre de su madre?”
La noche rapaba a jirones las palabras
y no oía: “Sí naces de nuevo
en el agua, en el Espíritu...”
Pero muerto Jesús, Nicodemo,
se llegó a su sepulcro.
Trajo una mezcla de mirra y de óleo.
Y lo ungió, sin comprender, todavía,
en la noche.
ÁNIMA VIVA (6)
Anima viva ¿quién podrá enseñarle
espanto que no hayas conocido?
Ardiendo, inerme, retemblando, en vilo,
en grupillos de indios, ignorante.
como pelota que azulea? ¡El vivo
aliento, una y mil veces negado!
Ahogada tu madera y bien ahogado
el puño indescriptible y su pedido.
¡Hora es que nadie oye, en que se alza
lavíscera en el clavo, el dolor sobre el pecho!
¿Te humillará el sepulcro que te abaja
ala tiniebla, si como el Verbo has sido
viviente entre los muertos, sol del ciego,
en órdenes menores sumergido?
VISITACIONES (10)
“Amigo, el que yo más amaba,/venid a la luz del alba”
Cómo ha cambiado el tiempo aquella fija
mirada inteligente que una extraña
ternura, como un sol, desdibujaba!
La música de lo posible rodeaba tu rostro,
como un ladrón el tiempo llevó sólo el despojo,
en nuestra fiel ternura te cumplías
como en lo ardido el fuego, y no en la lívida
ceniza, acaba. Y donde ven los otros
la arruga del escarnio, te tocamos
el traje adolescente, casi nieve
infantil a la mano, pues que sólo
nuestro fue el privilegio de mirarte
con el rostro de tu resurrección.
LOS SIETE DÍAS
Tus siete días como siete lámparas
encendidos están eternamente.
¿Quién los tocó jamás? ¡Los astros solos,
a solas con tu anhelo solitario,
a solas con tu voz, soledad plena,
a solas con tu nombre, realizándolo!
¡Oh los astros, los pobres como esencias,
los astros duros como ojos de ángeles!
Tus siete días como siete espadas
dividiendo la luz de las tinieblas.
¿Quién los tocó jamás, quién los defiende?
¿Y quiénes somos, di, que no pudimos
conformarnos con ser, desierta gloria?
Oh Dios, Tú eres el Pobre.
SALMO
Alhajados estamos de tinieblas, y a veces
cuando el espanto sube hasta mi boca
como el agua hasta el náufrago, yo clamo
a ti, de lo profundo del abismo.
¿No puedes tú sanar, pastor secreto
de la abundancia áurea de tus días
mi mendicante mano? Oh Tú clamas
también en mí, padeces en mi alma
el brocado de mi necesidad. Puedo pedirte
mas no porque Tú estés en tu alto reino,
puedo pedirte a Ti, pobre y desnudo,
porque tienes las manos impedidas,
porque Tú nada tienes, puedes darme,
y oír caer la púrpura pesante del otoño.
¿DE QUÉ, SILENCIO, ERES TÚ SILENCIO?
¿De qué, silencio, eres tú silencio?
¿De qué voz, qué clamor, que quién responde?
Abismo del azul ¿qué hacemos en tu seno
hijos de la palabra como somos?
¿Qué tienes tú que ver, di, con nosotros?
¿Cómo si eres ajeno, así nos tientas?
¿Habría sed de no haber agua cierta?
¿0 quién vistiome de piedad los ojos?
¿Puedo poseer, pequeña, don inmenso
que faltase a los cielos y a las aguas?
Yél ¿podría morir, sobreviviendo
menor que él, todo el fulgor del ciclo,
quedar la tierna luz indiferente
al fuego que, irradiando, ha suscitado?
QUÉ EXTRAÑA CRIATURA
Qué extraña criatura es ésta, Señor, que cobijaste
bajo el opaco cielo, entre las mudas piedras,
que no sabe qué hacer con la lluvia que corre,
con los muros tan grises, las cenicientas yerbas.
Qué extraño rostro diste al hombre, tu criatura,
qué soledad en sus ojos bellos e impenetrables
y qué extraña su voz en la mudez inmensa
de las bestias antiguas, de las lejanas aves.
Qué extraña criatura es ésta, Señor, que en el deseo
satisfecho, se queda al fondo, deseando,
y al cabo, de su risa se defrauda
un poco, y en la pena deja despierto el cuándo.
¡AH, INMENSO! (A Dios, nuestro Señor): “Me concediste el aire/ que movía las hojas/ desde el Principio./ Y no sabía que eras Tú./ Me concediste la tierra/ ofreciendo sus frutos/ para que naciera./ Y no sabía que eras Tú.// Me concediste el fuego/ que de la luz venía/ para librarme del frío./ Y no sabía que eras Tú.// Me concediste el agua/ que limpia el ayer torpe,/ nos calmaste la sed./ Y no sabía que eras Tú.// Y ahora que todo/ se nos va retirando,/ cuando la luz se aleje,/ el fuego no caliente,/ el agua ya no sacie/ nuestras gargantas,/ los que así te amaron,/ sin conocerte,/ haz que sepamos/ que también eres Tú”.
DESPEDIDA
Fina García Marruz está en La Habana. No pudo venir a Salamanca a recoger el Premio Reina Sofía el pasado mes de septiembre. No pude darle el abrazo merecido. Ella está en La Habana. Ya no tiene en cuerpo a su amado Cintio. Tampoco a sus gratos amigos Eliseo, Gastón, Lezama…Tampoco a su hermana Bella ni su nieta Laura…
Pero prevalece el Espíritu de todos ellos en torno al Cristo en que ella cree desde tan temprano. Prevalece la voz de Fina canturreando unos versos propios que todo creyente sabe de qué lugar del Evangelio manan:
El mayor que sirve al más pequeño
es a Dios a quien sirve…
El mayor que sirve al más pequeño
sirve al que no lo puede acompañar.
Con las manos vacías no irá al Padre
cuando le muestre, entre sus horas,
aquellos en que sostuvo sus manos débiles…
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