Los resultados de encuestas recientemente publicadas por
Christianity Today vuelven a poner de manifiesto la dura realidad de que
los evangélicos no están haciendo muchos progresos en aceptar ideas científicas fundamentales bien establecidas. Es preocupante, en particular, ver que sólo el 27 por ciento de los pastores evangélicos está en "total desacuerdo" con la afirmación de que la tierra tiene 6.000 años de edad. Un porcentaje mayor está "totalmente de acuerdo" con que la tierra tiene sólo 6.000 años de edad, una conclusión rechazada por un montón de evidencias. Siete de cada diez pastores evangélicos está en "total desacuerdo" con que: “Dios utilizó la evolución para crear al ser humano”.
También se ha publicado este otoño una encuesta del Barna Group, una organización encuestadora cristiana, que explica por qué la mayoría de los cristianos evangélicos “desconecta de la vida de la iglesia, bien por completo o durante un largo período de tiempo, después de cumplir los 15 años”. Resulta que la ciencia es una de las causas principales. Barna ha identificado
seis razones para esa desconexión:
1. Las iglesias parecen sobreprotectoras.
2. La experiencia cristiana de adolescentes y veinteañeros es muy superficial.
3. Las iglesias aparecen como antagonistas de la ciencia.
4. Las experiencias eclesiales de los jóvenes cristianos en relación con la sexualidad son a menudo simplistas, condenatorias.
5. Luchan con la naturaleza exclusivista del cristianismo.
6. La iglesia resulta poco acogedora para los que dudan.
Barna comenta lo siguiente sobre el punto 3 (las iglesias aparecen como antagonistas de la ciencia):
“Una de las razones por las que los adultos jóvenes desconectan de la iglesia o de la fe es la tensión que perciben entre el cristianismo y la ciencia. La percepción más común en este campo es que "los cristianos confían demasiado en que ellos tienen todas las respuestas" (35%). Tres de cada diez adultos jóvenes con una formación cristiana sienten que "las iglesias están desfasadas del mundo científico en que vivimos" (29%). Otra cuarta parte abriga la percepción de que "el cristianismo es la anti-ciencia" (25%). Y casi en la misma proporción (23%) decían que "desconectaron por el debate de creación
versus evolución". Además, la investigación demuestra que muchos jóvenes cristianos con mentalidad científica luchan por encontrar la forma de permanecer fieles a sus creencias y a sus demandas profesionales en industrias relacionadas con la ciencia.”
Yo llevo más de veinticinco años enseñando ciencias a estudiantes de instituto evangélicos, y todo esto me suena a cierto. Los alumnos de mis clases han tenido cientos de horas de educación religiosa mientras crecían antes de venir al instituto. La mayor parte de ellos asistía a la escuela dominical de forma regular, escuchaba los sermones al menos una vez por semana, pasaba tiempo en campamentos bíblicos de verano y retiros de fin de semana con sus grupos de jóvenes. Leían libros religiosos, veían vídeos religiosos y estaban suscritos a revistas religiosas (o, más probablemente, recibían las suscripciones como regalo de sus parientes).
Muchos evangélicos han crecido en una especie de "cultura paralela", rodando al lado, y a menudo en desacuerdo, con la más amplia cultura secular. El componente educativo de esta cultura paralela, que Randall Stephens y yo describimos en detalle en “
The Anointed: Evangelical Truth in a Secular Age” (
El ungido: la verdad evangélica en una era secular), contiene estrategias y técnicas para minar, e incluso para desafiar a la cultura secular, y a la ciencia en particular. El creacionista de la tierra joven Ken Ham es el mejor y más influyente ejemplo de esto. En vídeos y escritos, que son muy seguidos por los evangélicos, anima a los estudiantes a que pregunten a sus profesores de ciencias: “¿Estaba usted allí?”, cuando les hablen sobre el pasado. El profesor de biología dice: "La vida apareció en la tierra hace unos cuatro mil millones de años", y el alumno debe preguntarle "¿Estaba usted allí?". El profesor de física dice: "El universo se originó en el Big-bang hace casi catorce mil millones de años", y el alumno debe preguntarle "¿Estaba usted allí?".
En un texto reciente titulado “
Una niña de nueve años reta a la Nasa”, Ham escribía orgullosamente en su blog sobre “Emma B” que, al oir que una roca lunar de la NASA tenía 3.750 millones de años, preguntó: “¿Estaba usted allí?”
La idea de que los científicos no puedan hablar del pasado a no ser que "haya estado allí" es una extraña reivindicación. Esto significa que no podremos hacer algo tan sencillo como contar los anillos en el tronco de un árbol y decir con convicción: “Este enorme pino estaba aquí plantado hace 2.000 años”. Como filosofía de la ciencia, tal restricción excluiría por completo el estudio científico del pasado. Por supuesto, esto es, precisamente, lo que quieren los creacionistas.
Afortunadamente, a muchos jóvenes evangélicos brillantes no les convence la idea de que sólo los "testigos oculares" puedan hablar del pasado. Esta pasada primavera tuve el honor de impartir un seminario sobre ciencia y religión en un instituto evangélico. La clase incluía a un par de alumnos brillantes que habían crecido en iglesias fundamentalistas en las que se les habían puesto los vídeos de Ken Ham en la escuela dominical. Ambos recordaron haber sido animados a preguntar a sus profesores: “¿Estaba usted allí?” Y los dos, unos años mayores y más sensatos que "Emma B", pensaron que esta sugerencia era ridícula y se preguntaban qué clase de ideas se deben tener para mantener semejante sinsentido en su nombre. Estos alumnos, de hecho la mayoría de los alumnos que he tenido a lo largo de años, acabarán el instituto aceptando la ciencia contemporánea y sus variadas explicaciones sobre lo que ocurrió en el pasado. Pero, a no ser que los líderes de sus iglesias hagan un trabajo mejor en cuanto a su labor docente, a tales alumnos les va a costar volver a sus iglesias de origen.
Esta aproximación a la ciencia, displicente y a veces incluso hostil, emprendida por líderes evangélicos como Ken Ham, explica los resultados de Barma comentados más arriba. En nombre de la protección de la cristiandad contra una secularización percibida como corrosiva hacia la fe, los creacionistas, sin darse cuenta, están empujando a los mejores y más brillantes evangélicos fuera de la iglesia (o al menos en brazos de los acomodaticios episcopalianos, a los que desprecian).
Lo que queda tras su éxodo es una cultura paralela todavía más empobrecida intelectualmente, con menos recursos aún para pensar sobre temas complejos.
(*)
Artículo publicado originalmente en The Huffington Post el 19 de Noviembre de 2011. Título original: “Creationists Drive Young People Out Of The Church”. Traducido por Javier A. Alonso.
Autor:
Karl Giberson, es doctor en física y ha enseñado en el Eastern Nazarene College y el Gordon College (EE.UU.). Es miembro de la asociación estaudounidense de científicos evangélicos
American Scientific Affiliation y ha sido presidente de la
Fundación BioLogos (iniciada por el conocido científico evangélico Francis Collins) cuyo objetivo es establecer puentes entre ciencia y cristianismo. Giberson ha publicado varios libros sobre temas de ciencia y fe. El más reciente,
The Anointed: Evangelical Truth in a Secular Age se publicó el pasado otoño y el pasado invierno publicó, con Francis Collins,
The Language of Science and Faith: Straight Answers to Genuine Questions.
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