TRES SONETOS ANTOLÓGICOS
El reino no es ningún templo cuyas vigas debilite la carcoma. Tampoco es un oasis de evasión para los laxos. ¿Y qué del reino de aquí? El tránsito sucede entre incesantes socavones, pero también en medio de bondades que derrumban aquellas trampas puestas por los lobos. Y es que contra la maldad que a toda hora lanza sus ventosas, el instinto nos lleva donde el Amparador.
Cristo nos toca con su grande Verbo abierto y la Fe se instala para dar paso a nuestras resurrecciones.
Entonces, cuando así se siente amado y defendido, ¿qué hace un poeta creyente?, ¿cuáles sus ofrendas? Frank Estévez pone, por ejemplo, este frontispicio-dedicatoria en uno de sus libros:
“A Cristo Jesús, el Autor y consumador de la Fe”.Permítanme presentarles tres sonetos que estimo antológicos, espigados de la importante obra de un mensajero que dignifica Poesía y Reino.
NO FALLASTE, SEÑOR, TÚ NO FALLASTE
No fallaste, Señor, tú no fallaste,
nuestro libre albedrío nos traiciona
y turba nuestra mente y la emociona
y confunde ese plan que planeaste.
No faltaste, Señor, tú no faltaste,
viniste a cada cita y en persona,
entregaste tu vida y tu corona
y de tanto entregarme te entregaste.
No juzgaste, Señor, no fui acusado,
regalaste tu vida por salvarme
y en la cruz que sufriste perdonaste.
Hoy me siento, Señor, tan perdonado
que apenas reconozco que al mirarme
sea yo la persona que salvaste.
SEÑOR, SI ABRES LA PUERTA QUE YO CIERRO…
Señor, si abres la puerta que yo cierro
será porque es mejor dejarla abierta,
porque tienes un plan sin que lo advierta
la propia sinrazón a que me aferro.
Señor, perdón, no sé por qué me aterro
si es que libras de mí tanta reyerta
y mi alma librarás en la hora cierta
porque anhelo alcanzarte con mi entierro.
Señor, mi Dios, me das pero me quitas
porque amas mi persona en tus amores;
no quiero estar sin ti, no lo permitas.
Señor Jesús, conoces mis errores,
sabes de mis pecados y me invitas
a caminar contigo en tus dolores.
¡OH SEÑOR, CUÁNTO AFÁN TURBÓ MI VIDA!
(1 Jn 2: 16-17, 4: 20 y 2: 9)
¡Oh Señor, cuánto afán turbó mi vida!,
¡cuántas horas perdí por no perderlas!,
¡cuánta fama gané junto a otras perlas!,
¡cuánto error cometí con tanta herida!
¡Oh Señor, cuánto hedor tras mi partida!,
¡cuántas faltas busqué tras cometerlas
y cuántas me buscaron por hacerlas!
Ya me cuesta esperar por tu Venida.
Puedo estar en la cruz, sentir tu aliento
palpitando al compás de los dolores
y siento que tu amor es lo que siento;
conozco tu Palabra y sus actores;
puedo, además, decir que ya no miento
cuando miento a la luz de tus amores.
EL POETA PONE LA CABEZA
Nacido en Gáldar (Gran Canaria,1963), Frank Estévez Guerra revoluciona y no calla cuando presencia injusticias y otros hacen como que no ven o que miran hacia otra parte. Todo poeta genuino desdeña la mudez interesada. Por ello, desde tiempos antiguos, poetas de tal linaje supieron clamar contra hipocresías, falsas representatividades y demás suplantacionesque por doquier suelen perpetrarse. Dichos poetas desfondaron espumas, sobrepasaron exclusas. Así, aunque encarcelaran su osamenta y pusieran en entredicho su honorabilidad. Así, aunque molestase a los instalados en el poder político, religioso o económico.
En la Biblia, sin ir más lejos, tenemos la ejemplaridad del Poeta-Profeta Jesús,y también la voz de poetas como Amós:“Más ellos odian a quien pide juicio justo/ y detestan al que testifica con verdad”; Miqueas:“¿Voy a dar por buenas las balanzas trucadas/ o la bolsa llena de pesas engañosas?”; Habacuc:“La ley se ha vuelto inoperante,/ ya no prevalece el derecho;/ El impío puede acorralar al justo/ cuyo derecho queda conculcado”; David:“Tú libras al débil del que es más fuerte,/ al humilde y al pobre del explotador”; Oseas:“…con mis palabras los he quebrantado/ y mi juicio resplandece como luz./ Porque quiero amor/ y no sacrificio”.
Y me detengo de seguir sumando, pues tal recuento sería demasiado extenso, aunque sin duda más clarificador, si cabe, del papel que corresponde a los poetas (no me refiero a los ‘verseros’) que siguen al Señor.Frank está tejido de ese denuedo que patrulla su obra entera.
Por ello escribe:
…sufrida es la patria del sincero...
Y pone la cabeza, la ofrece a sus angustiadores, exponiéndola a exequias en vida. Estévez Guerra es absolutamente original en sus planteamientos teológicos y en la formalidad de sus propuestas poéticas. Me explico.
Es original porque, como pocos poetas actuales, domina las estructuras métricas clásicas de la mejor poesía que invoca conmoviendo. Sus sonetos esplenden y conmueven, pues no son meros artilugios hechos de cartón-piedra, métricamente perfectos pero desprovistos de razonada pasión. Y es original porque en verdad sabe volver a los orígenes y seguir la estela de los profetas-poetas. Tiene un poema titulado “Pastor”, escasamente conocido (o muy esquivado por miopes ojos lectores) pero que constituye un ejercicio de crítica y de autocrítica.
Frank lo fundamenta en
Juan 10, 11-17 y en
Timoteo 3, 1-7. Pero a ellos podrían añadirse otros dos más, de los muchos posibles:
Zacarías (“Ardo de ira contra los pastores,/ castigaré a los guías del rebaño”) o
Jeremías (“¡Ay de los pastores que descarrían y dispersan al rebaño de mi pastizal!”.
El poeta-poeta siempre busca despertar conciencias, para que así nadie quede impávido o fósil acomodaticio. El mencionado poema tiene veinte estrofas de ocho versos cada una. Por su extensión no puedo transcribirlo al completo, pero sirvan unas muestras del principio y del final:
Quiero ser el pastor, fundar iglesias,
tener mi colección de fiel ganado
que no me dé trabajo ni problemas,
un buen coro que alabe mientras callo
con los himnos y cánticos que quiera,
un tal coro que calle mientras hablo;
ya quiero ser pastor aunque me duela
el dolor criminal de mis pecados.
(…)
Ser pastor vitalicio es mi advertencia
guste o no guste al pueblo que voy guiando,
necesito mi cátedra sin guerras,
sin luchas de poder que me hagan daño
y unos líderes firmes que defiendan
cada orden, sugerencia y mis dictados;
ser apóstol de Cristo aunque le ofenda
el dolor criminal de mis pecados.
(…)
Tal vez el ser pastor sea una idea
alejada del todo de mi agrado,
tal vez no estoy dispuesto a dar las venas
y mi sudor y tiempo y mi palacio
sin esperar a cambio recompensa,
sin esperar siquiera algún aplauso;
ser llamado por Dios quiero que duela
a dolor criminal de los pecados.
Dije que resulta un poema crítico y autocrítico, porque Estévez Guerra es pastor en la
Comunidad Cristiana Esmirna (Iglesia Evangélica Metodista Nacional) en el madrileño distrito de Usera, desde 2007.
¡Cuán necesitado está el cristianismo de voces nunca genuflexas, salvo para loar al Salvador!
PRIMICIAS DE UN CREYENTE
Creo imposible adjetivar como polémico a un siervo de Jesús que, desde el connubio que mantiene con Él, no cesa decir: “Puedo sentir tanto amor/ en la sangre del Cordero/ que me cubre con esmero/ y me da revelación…”. Por ello no dudé en pedirle que nos revelequé le significa Jesús. Aquí su respuesta, publicada por vez primera: “Jesús es mucho más que un concepto para mí, ni siquiera lo alcanzo a describir teológicamente, que es la explicación que se oye de modo generalizado.
Para mí Él es la única persona que me acepta tal como soy y quien me inspira cada coma y cada letra de un poema. Es la persona que toca mi hombro cada mañana para despertar e incorporarme a la tarea de la vida. Jesús es Yah Hôshêa (Dios salvador) transliterado aunque inefable.
Es el Maestro, por excelencia, que dicta lecciones en cada situación que atravieso. Es el Amigo. En la Vida, la Verdad es que sólo Él es el Camino. Sin Él sería verdad todo lo malo que se dice de mí. Con él me reafirmo en lo que Él mismo dice de mí. Nunca pensé que pudiera fijarse en mí alguien como Él y eso es algo que me sorprende no sólo a mí, sino a mis enemigos. La verdad es que su decisión de escogerme y amarme ha superado todas las expectativas que planificaba en mi vida y ahora sólo sirvo para servirlo”.
Y si así lo declara en prosa, el poeta nos deja otra primicia en verso, permitiéndonos publicar un soneto inédito, donde el Maestro incentiva a sus seguidores de este tiempo:
SI EL MAESTRO DIJERA...
... Hacen falta las manos del que quiera
añadir a esta Iglesia nuevos bríos,
por sentir el correr de nuevos ríos
al interior del alma que lo espera.
Hacen falta el esfuerzo y la madera
y guardar en tu ser los dichos míos
por desterrar del Cuerpo los hastíos
que invitan al Espíritu a que muera.
Hoy quisiera decirte como hermano
que no pido el esfuerzo para que huyas
ni apenas compromiso cotidiano
y sepas en los dedos con que arrullas
y en la mente en que sabes ser cristiano:
que no tengo otras manos que las tuyas.
EL TESTIMONIO DE UN RESCATADO
Gran ventaja es tener la posibilidad de abordar al poeta para que abra su corazón y confiese la Fe que humildemente lo endiamanta. Esto no ocurre cuando se trata de autores ya fallecidos y de quienes no existen testimonios en prosa descarnada. A veces las metáforas de sus versos se parapetan en la polisemia, permitiendo una u otra conjetura, no siempre la acertada.
Aquí les acerco otra esquirla confesional de Frank Estévez Guerra: “De muchos es sabido que no nací ‘cristiano’, si se puede nacer así. Parece que se nace canario, español o sudamericano, pero no espiritualizado. Eso sí, se viene al mundo en contextos religiosos o ateos. Pero luego nos toca defender esa coherencia. Andaba este servidor por derroteros “normales” de esta contemporaneidad que nos azota, ni más ni menos.
Deambulaba por filosofías y teorías vitales, derrochaba, desgranaba la margarita del hedonismo, aplaudía en escenarios vacíos,
degustaba todo tipo de sustancias, experimentaba, poetizaba la demencia y sobrevivía hasta el día en que hallé a un samaritano que me recogió de la caída, me lavó, me cuidó y pagó mi estancia. Salí, lo busqué y no lo hallé; porque ya anidaba dentro de mí, desde que le pedí que no me dejara nunca, que no saliera de mis entrañas evanescentes. Me acompañó hasta lugares insospechados y me protegió de múltiples ataques, tanto del mal como de personas que dicen que sirven al bien.
Tropecé y tropiezo cada día, pero no me juzga. Me fortalece. Me defiende en las causas que se levantan contra mí y me lleva de la mano.Por eso no me suelto. Es un riesgo caminar sin ir de la mano del Camino. Desde que le pedí socorro fui escuchado y atendido. Lo acepté como mi Señor y como mi todo. Obedecí a sus enseñanzas tanto en el bautismo como en la consagración posterior. Aprendí equivocándome.
Cuando nadie me ayudaba y me querían sepultarÉl me llamó desde dentro de la cueva mortuoria y me ordenó quitar los vendajes que me habían puesto. Hedía, pero mi corazón velaba. Salí de nuevo y lo hallé y mi alma salió tras Él porque es el que ama mi alma. Los guardas de las fortalezas humanas y religiosas me golpearon, me azotaron e intentaron manipularme, pero aprendí y me fortalecí por seguir de la mano de Jesús en el Camino. Hoy sólo soy un simple siervo suyo que apenas sirve para otra cosa”.
Pues este siervo, levantado desde el abismo, destila la prosa y da cuenta de lo que está fraguándose en su ancho viaje. Viva es su sed de Cristo:
PORQUE EN ÉL SE DISIPAN LOS TEMORES
(Juan 14: 6)
Porque en Él se disipan los temores
tengo al fin claridad en el destino
cuando admito viajar en el Camino
donde anduvo el Señor de los señores.
Porque a ti se dirige mi existencia
quiero al fin existir con tu permiso
y no quiero anhelar un paraíso
no ceñido a tu Ser o a tu conciencia.
Sólo quiero en Verdad vivir la Vida,
no esa muerte vital que he padecido
por tanta inexistencia consumida.
Sólo quiero el Camino haber seguido
que me dé la Verdad por despedida.
Y este adiós con la Vida es lo que pido.
UN CANARIO ENTRE CHINOS
En China existen cerca de 40 millones de cristianos protestantes y unos 15 millones de católicos. Pero la mayoría de evangélicos españoles desconoce esta realidad y, a veces, juzga desde tópicos de antaño y desde posturas eurocéntricas. Pero así como el mundo económico desarrollado va en declive y prosperan los países emergentes, así también está sucediendo con el aumento de creyentes en Asia o América Latina.
En España están plantándose iglesias para la población china aquí residente. Ya hay 30 lugares de culto, aunque hasta ahora, entiendo, sus pastores también eran de origen chino, como Yong Chun Ye, pastor de la Iglesia China de Valencia desde hace quince años. Por ello, ser misionero ya no implica un largo viaje a hacia Pekín u otras ciudades y pueblos del inmenso país. Se puede (y debe) hacer misión en la propia España. En Salamanca, Antonio Romero y colaboradores (como Jessica Han) vienen repartiendo literatura evangélica entre los comerciantes de la ciudad.
En tal sentido, este domingo 6, el pastor-poeta Frank Estévez, el canario que nunca olvida su tierra (
Islas Canarias, verdes, desiertas,/ rocas altivas, humildes peñas,/ tan rodeadas de mar las tierras) guiará el primer culto en español que la Iglesia Cristiana China celebra en otro idioma que no sea el suyo. Esta apertura, primera señal evidente del deseo de una mayor integración, es una bendición y, también, una dádiva del Señor para este siervo suyo que predicará a unos 800 evangélicos chinos residentes en Madrid. Estévez, que tendrá la ayuda de tres matrimonios de esa nacionalidad para esta labor pastoral, bien podrá decirles: “
En la sangre de Jesús/ hay poder y autoridad/ y un amor de eternidad/ que revela con su luz/ que sufrir en una cruz/ no es una muerte cualquiera,/ sino la acción más sincera/ de quien desdeña su herida/ por ofrecer nueva vida/ para que el vivo no muera”.
Me alegra saber de esta confianza depositada en Frank Estévez por hermanos llegados desde tan lejos. Vital cercanía para el puro gozo del sagrado mensaje de Cristo. Ya me parece estar escuchándolo:
“Dios, este Espíritu vivo,/ en otro tiempo pasado/ vino a dejar su legado/ en su carne de cautivo/ y fue tomado por chivo/ por esos males del mundo;/ su vida fue a lo profundo/ resucitando de veras./ Así juntó dos maderas:/ para salvar lo infecundo”.
SOBRE EL POETA Y LA POESÍA
Además de poeta y pastor, Frank Estévez es un destacado ensayista que se licenció en Filología Hispánica y realizó estudios de Teología y Antropología. Ha publicado once libros de poesía y cinco de ensayo literario. Entre sus poemarios destacan
Como del mar, las olas (1986),
Alas para no volar (1997),
Convidado a vivir (1998),
Del barco del recuerdo (1998),
Pretéritas sombras (1998),
Vino nuevo en odres tiernos (1999),
Ayer que fuimos (1999),
En el espejo de la memoria (2000),
Décimas teocéntricas (2000),
Peregrino hacia el Jordán (2001) y la antología
Atravesando el Jordán (2009). Sobre esta antología recomiendo leer el riguroso ensayo escrito por la filóloga y pastora Asun Quintana (en la Red buscar la revista
Sembradoras 4). Merece la pena saber más de él, porque su poesía es del mejor quilate, al margen de que haya obtenido varios premios y haya sido traducida al inglés, francés, italiano, portugués, sueco, croata, japonés y árabe.
Aquí un último testimonio inédito, esta vez sobre la poesía y la propia creación poética: “La poesía me salva del temor al vacío en el ser. La poesía no sólo suple los espacios de silencio, sino algunos espacios vacíos que asolan al ser humano.
La poesía vacía es consecuencia del vacío que nos azota. En verso se expresaron los temores y dudas del hombre, la búsqueda de la trascendencia, las explicaciones racionales a fenómenos irracionales; en verso se indagó acerca del amor, la vida, la historia, los problemas científicos, filosóficos y filantrópicos.
En verso el hombre buscó al hombre y buscó a Dios y el hombre no ha muerto todavía; por tanto, habrá poesía mientras haya hombres y mujeres que sigan buscando a través del verso sus más profundas preocupaciones. De hecho, considero, a modo de acróstico, que poeta es la Persona Ocupada En Trascendentes Asuntos.
Las lecturas que más me han cautivado son la poesía hebrea de todas las épocas, los textos veterotestamentarios de los Salmos, el Cantar de los Cantares, elEclesiastés y losProverbios de Salomón, pasando por la mística y la ascética de nuestros autores más reconocidos. Intento retomar los tópicos horacianos referentes al “deleitar e instruir” propuestos en la
Epístola a los Pisones, en formas que se adapten al devenir de los tiempos en que vivo mi experiencia poética. Poesía es el enlace con el exterior de una vida interior y no puedo concebirla sin un coherente comportamiento que lleve de la mano y armónicamente esa equilibrada interrelación”.
Dejemos que el poeta prepare su prédica, porque bien lo dice él:
El poeta también es la espesura
porque habita este bosque que le cerca,
no busca ser el lema de las horas
pero inunda de tiempo los minutos.
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