¿FE RELIGIOSA O FE POÉTICA?
Tiempo maravillado o júbilo incesante cuando un ser humano quita telarañas y descubre la identidad incandescente del Cristo que quita la sed desde el Principio del connubio.
Nobilísima asunción de un Amor al que ya ninguna tormenta desprenderá del corazón creyente. En poesía el Amor invoca o vendimia, pero a veces no puede desdoblarse.
Entonces es usual que surjan divergencias, éxodos hacia uno u otro altar donde ofrendar la mejor plegaria. ¿Fe religiosa o fe poética?, he ahí el dilema que resuelve, de forma novedosa, la poeta venezolana Carmen Cristina Wolf:
Un día te dije:
amo la poesía
tanto como te amo a Ti.
Y Tú me contestaste:
Yo Soy la Poesía.
Así,
afirmando que de Cristo brota la Poesía, no hace sino inscribir acta de religación a lo que muchos escribientes saben o intuyen: que Jesús fue, es y será el más profundo Poeta de todos los tiempos, no sólo por ser el Verbo hecho carne. También porque las metáforas de sus parábolas, unidas a la temperatura de su vida (revolucionando a contracorriente de poderes políticos y religiosos) lo tornan en el Creador del canto mejor tensado de la historia. Jesús, el que propicia colmadas primicias, es referencia inequívoca de la autora caraqueña:
“Cristo./ Que todas nuestras palabras sean/ a semejanza de las tuyas”. Carmen Cristina Wolf traspasa la comparación de Bécquer, aún sin obviarla, y también va más allá de la atractiva frase de mi recordado amigo Eugenio Montejo:
“La poesía es la última religión que nos queda”, asociada por él a lo sagrado primigenio.
Ése “Yo Soy la Poesía” constituye una Voz alimenticia para todo poeta creyente. Y así es como redondea su Conocimiento del Señor:
Escribes la Historia
de la eternidad
y nos invitas
a escribir contigo
la historia del Tiempo.
Conozco el evangelio del Amor.
TRÍPTICO DE UNA RELACIÓN
Nacida en una tierra de magníficos poetas, Carmen Cristina Wolf (abogada, actual presidenta del Círculo de Escritores de Venezuela y directora de Cármina Editores), sigue la estela dejada por otras mujeres de Palabra mayor en la lírica venezolana: Enriqueta Arvelo Larriva (1886-1962), Luz Machado (1916-1999), Ana Enriqueta Terán (1918), Elizabeth Schön (1921-2007) o Ida Gramcko (1924-1994), por mencionar sólo parte de una nómina más amplia. Aquí transcribimos tres poemas suyos:
Te imagino
pescando en las orillas del mar de Galilea,
tallando la madera
con tus manos de bosque repartido
y un halo de aserrín en los cabellos.
Cristo
de la cosecha y de la siembra.
Cristo
del pensamiento y la batalla.
Cristo
del vino y la vendimia.
Cristo
del ideal y la palabra.
Cristo
de la esperanza y de los sueños.
***
Señor,
tú no estuviste sólo
en la Pasión;
el hombre lleva siglos
con su indigencia a cuestas,
con la sangre a cuestas
y carga con la muerte.
El hombre lleva siglos
muriendo contigo en la cruz.
Y tú, lirio coronado de espinas
rosa clavada en el madero,
cáliz derramado en el polvo,
todo el dolor
de los hombres del mundo
se llagó en tus heridas.
Tú eres la Rosa en el desierto,
la rosa única.
La rosa intemporal.
***
Miles de hojas caídas desde el Génesis
me acercan a tus pasos.
Voy por la senda de llegar a ser,
y sólo llegaré a ser
si soy Contigo
Y seré Contigo en tu alegría.
TESTIMONIO INÉDITO
Si el poeta está vivo y uno tiene comunicación directa, lo cierto es que tal realidad resulta de incuestionable ventaja para completar esta labor recopilatoria sin tener que pergeñar demasiadas conjeturas.
En este caso, mantengo amistad desde hace algunos años con Carmen Cristina y, por ello, me permití preguntarle sobre los pasajes de la vida de Jesús que más le marcaron. Aquí su testimonio, inédito hasta hoy:
“Sobre la vida
de Jesús me conmueve la humildad de su acercamiento a Juan el Bautista, cuando le pide que lo bautice. Juan le expresa que él no es quien para bautizar a su Señor, pero Jesús le recuerda que es preciso que se cumpla toda justicia.
Luego, la elección de sus Apóstoles entre los más humildes y pecadores, como fue el caso de Mateo el Publicano. A su casa fue a parar Jesús, sometido a la incredulidad y a la crítica del resto de sus amigos. Me conmueve, por ejemplo, la resurrección de Lázaro. La parte humana de Jesús sufre por la muerte de su amigo, pero puede más su fe absoluta en el Padre, se sobrepone y saca a Lázaro de la oscuridad.
Son numerosos los pasajes de la vida de Jesús que me conmueven profundamente.Y de sus palabras, por ejemplo: “Habéis oído que fue dicho: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre, que está en los cielos, que hace salir el sol sobre malos y buenos y llueve sobre justos e injustos”.
No es fácil seguir estas palabras, a menos que recordemos que las almas pertenecen a Dios, y que el verdadero enemigo es el Mal.
¿Qué mérito tiene amar a quienes nos aman, a os que son amables y justos con nosotros? La fuerza de la oración es inmensa, y si oramos por aquellos que están ciegos, es posible que nuestro amor derrita la dureza de sus corazones y descienda sobre ellos la Gracia.
La parábola de la oveja perdida es otro de los pasajes extraordinarios. El pastor deja las otras y se va a buscar a la oveja extraviada.
Los cambios profundos de personas que han estado extraviadas, por haber cometido delitos, por las drogas y la corrupción, y se transforman, tienen generalmente una causa: el encuentro con Cristo.
DE LO CARNAL A LO DIVINO
Carmen Cristina Wolf, quien hizo estudios superiores en Literatura Hispanoamericana, tiene publicados los siguientes poemarios:
Canto al Amor Divino (1998)
, Prisión Abierta (2002),
Atavíos (2007) y
Huésped del Amanecer (2008), además del libro de aforismos titulado
La llama incesante (2010).
En su poesía podemos atisbar buena dosis de Pasión hacia lo Divino
(“Señor, quiero escribir cantos para ti que echen a andar por el mundo, con palabras de cristal, de madera, de fuego transitivo”). Fuego transitivo, pasión hacia el Amado galileo, en la mejor vertiente de Teresa de Cepeda y Ahumada. Y así, tan hermosamente, lo pregona:
Amado,
no tendré sed
mientras tu vino
esté servido en mi mesa.
Bastan esos unos breves versos para decir mucho de lo profundamente sentido. Les dejo otra prueba más, extraída de otro poema suyo, donde la voz final vuelve a ser la de su Amado.:
Porque nos hemos amado tanto.
Porque nos amamos tanto.
Porque nos amaremos tanto
en nuestro último amanecer,
Señor, Tú nos dirás también:
Hoy estarás conmigo en el Paraíso.
AFORISMOS CRISTIANOS
Conviene, al no ser de fácil consulta, acopiar una amplia muestra de sus aforismos cristianos contenidos en
La llama incesante, libro que también está impregnado de pensamientos éticos, de rescate de los valores morales. Carmen Cristina Wolf tiene muy presente esta deflación moral y batalla a diario contra ella. Baste leer el epígrafe que siempre sale al final de sus correos electrónicos, a modo de pie de página: “La vida es un desafío ético permanente”. Y ya, entrando en su sentimiento más propio de los Evangelios, dice: “Al dejar de contemplarme veo al otro”.
No he logrado atrapar a Dios en una forma. Gracias a Dios.
Vivo en tu misterio y permanezco en ti. Lleva mi ser al centro de tu Ser, quema mi alma en el fuego de tu Alma. Como flechas ataviadas de su propio blanco, nosotros viajamos de Ti mismo hacia Ti.
Somos los invitados a la comunión del Verbo: amar por el amor de amar y ser por la pasión del ser.
Cristo, eres el corazón del universo.
Siendo infinitamente inocente cargaste sobre ti con los pecados de tus amigos. Y de tus enemigos.
Lirio coronado de espinas, rosa clavada en el madero, cáliz derramado en el polvo, todo el dolor de la humanidad se llagó en tus heridas.
Señor, quiero encontrarme con todos mis hermanos y descubrirte en ellos. Quiero cargar con ellos sus dolores para que no les pesen tanto.
Dios camina conmigo a todas partes. Cuando lo olvido soy el vacío de su ausencia.
Señor, deseo amarte más de lo que puede soportar mi corazón.
Aunque nadie me espere, Dios me espera siempre.
Si llegara a tener todo cuanto deseo, no tendría paz por temor a perderlo. Sólo Dios es plenitud.
Dios, cuando mi mente se cruza con la tuya, te saludo en el mismo idioma.
No encuentra el corazón descanso hasta emprender el camino de retorno al hogar del Padre.
El misterio tiembla en todas partes y sobre todo en lo más simple.
Cuando dejo de ser la protagonista, encuentro lo sagrado.
A la sombra de un árbol o en un soplo de brisa está tu nombre grabado, Señor.
RESPUESTAS A DOS PREGUNTAS
En su libro
Canto al Amor Divino hay una cita de San Juan y otra de Rabindranath Tagore, que anoto: “Un día, un viajero de un país inmortal vino/ A traernos palabras de sus moradas eternas/ Jesús, Tú eres todo nuestro”.
Por ello quise preguntarle si fue el Amor lo que llevó a publicar poemas dedicados a Cristo. Esta su respuesta: “Sí, el amor que sentí por Él desde cuando era niña, así como el recuerdo del fervor y la gran felicidad que hoy ello me producía, fue una de las razones que me movió a escribir
Canto al Amor Divino. También me sentí movida por el amor del amigo poeta Luis Alberto Machado, que escribió un libro llamado
Canto a Dios, poemas más teológicos, porque él estudió teología. Pero su gran entusiasmo por este poemario, me impulsó a escribir mis experiencias y vivencias. Él se sintió muy feliz con mi libro y me apoyó para publicarlo.
Un amigo creyente es un verdadero tesoro”.
La última pregunta se centró en si no temía cierto rechazo o desdén desde el mundo literario, muchas veces contrarios o intolerantes hacia la poesía mística o religiosa. Ella no titubea en la respuesta
: “No pensé en la acogida que tendría el libro en la sociedad de mi tiempo. Fue una necesidad y una alegría del corazón escribirlo”.
NUNCA UN ADIÓS
A Cristo nunca le dice adiós. Le dice: “Deseo aprender de Ti/ el lenguaje del alma”. Le dice:
Quiero vivir
prisionera de tu Libertad.
Hoy dejo el Libro abierto.
Voy a buscarte:
lo inmortal me llama.
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