Todos y todas interpretamos lo que leemos. La actividad lectora es intrínseca a los seres humanos. No me refiero a la lectura de libros, sino a la tarea cotidiana de leer, examinar, tratar de entender el entorno en que transcurren nuestras vidas. Siempre estamos interpretando el sentido de lo que nos acontece, su origen e implicaciones, nos esforzamos por develar las intenciones de los otros. Estamos destinados a siempre interpretar.
Leamos o no leamos libros la tarea interpetradora es imprescindible. Todavía lo es más si el libro central en nuestra vida es la Biblia. En este sentido la pregunta que le hace Felipe al funcionario de la reina Candace, cuando este último trata de descifrar lo escrito por el profeta Isaías, “¿entiendes lo lees?” (
Hechos 8:30), es un cuestionamiento continuo a quienes leemos la Palabra. Por no tomar en serio la pregunta, al considerarla innecesaria, podemos incurrir en reducciones y esquematizaciones de enseñanzas bíblicas, y las consecuentes erróneas prácticas evangelizadoras y pastorales.
En el cuaderno preparatorio para los participantes en el Quinto Congreso Latinoamericano de Evangelización (9-13 de julio de 2012, San José, Costa Rica), después de llamarnos a examinar la cristología dominante en el cristianismo evangélico de América Latina y el tipo de discipulado que se disemina, abre el tema de la hermenéutica y sus usos en las iglesias evangélicas del Continente.
El documento hace una definición sencilla y útil del ejercicio interpretativo: “la hermenéutica bíblica se encarga de interpretar y aclarar el mensaje bíblico a los oyentes modernos a partir del contexto de sus oyentes originales, volviéndola comprensible y relevante. Es un ejercicio que exige cuidado y atención”. Los autore(a)s del escrito recuperan una definición de René Padilla sobre tres tipos de hermenéutica existentes en el amplio abanico protestante/evangélico: intuitiva, científica y contextual.
Uno de los temas que recorren la obra de René Padilla es el de la hermenéutica. Ha sido notable su esfuerzo por situar en la teología evangélica latinoamericana el tópico de prestar atención a la lectura e interpretación de la Palabra en nuestro contexto específico, siguiendo el principio bíblico de la encarnación. Las tres hermenéuticas referidas por el teólogo ecuatoriano/argentino son:
La
hermenéutica intuitiva es la más encontrada en las iglesias de América Latina y El Caribe. En ella, el lector y la lectora estudian la Biblia poniendo énfasis en aplicación del mensaje para su vida personal. No consideran los aspectos culturales involucrados en el proceso. Se concentran en cómo la lectura puede ser aplicada a la realidad vivida en el momento, casi siempre de manera individual, generalmente con la ayuda del Espíritu Santo. Valorizan el sentimiento y la emoción. La
hermenéutica científica constituye un abordaje por el cual quien lee se acerca a la Biblia con la ayuda de herramientas y técnicas especializadas. El conocimiento es fundamentalmente intelectual y dotado de fuerte cuño académico. Se estudia a partir de las lenguas originales, del conocimiento histórico y cultural del contexto original. Se define el mensaje original del texto, pero cuesta descubrir la aplicabilidad del mensaje al mundo contemporáneo. La
hermenéutica contextual es un método que pretende combinar lo que hay de positivo en los dos modelos anteriores. Procura hablar al lector contemporáneo sin cambiar el sentido original. Para eso considera no solamente el sentido original de los textos bíblicos sino también la realidad del lector en su propio contexto histórico, trayendo el mensaje del pasado al presente de manera relevante y contextualizada. Los horizontes de quien habló o escribió y de quien oye o lee deben unirse de manera que el mensaje sea inteligible.
La cuestión de la hermenéutica contextual fue el tema a desarrollar en la consulta fundadora de la Fraternidad Teológica Latinoamericana. En diciembre de 1970, en Cochabamba, Bolivia, “veinte estudiosos evangélicos, pastores y laicos, y cinco misioneros participaron en el evento” (Samuel Escobar,
Evangelio y realidad social,
ensayos, Ediciones Presencia, Lima, 1985, p. 43).
La mayoría de los trabajos presentados en la consulta teológica fueron recogidos y publicados por el entrañable Pedro Savage en el libro
El debate contemporáneo sobre la Biblia (Ediciones Evangélicas Europeas, Barcelona, 1972).
Los títulos de las ponencias incluidas nos dan una idea de por dónde se orientó el diálogo en las reuniones: Samuel Escobar, Una teología evangélica para Iberoamérica; Pedro Arana Quiroz, La Revelaciónde Dios y la teología en Latinoamérica; Ismael E. Amaya, La inspiración de la Biblia en la teología latinoamericana; C. René Padilla, La autoridad de la Biblia en la teología latinoamericana; Andrés Kirk, La Bibliay su hermenéutica en relación con la teología protestante en América Latina.
La participación de
Samuel Escobar clamaba por una teología que respondiese a las preguntas y necesidades propias, y no a meramente importar reflexiones de otros lugares, con trasfondos históricos muy distintos al nuestro: “La pertinencia de la teología evangélica estará, entonces, en que se forje al calor de la realidad evangélica de Iberoamérica, y en fidelidad a la Palabra de Dios […] La reflexión tiene que ser nuestra, nacida de nuestra situación, surgida ante la urgencia de los problemas que la iglesia confronta aquí. Como hombres de aquí es que reflexionamos y hacemos teología, redescubrimos los énfasis que hoy hacen falta, criticamos las herejías en que hemos venido incurriendo nosotros mismos”.
Por su parte
René Padilla puso en tela de juicio el lugar formalmente dado a Las Escrituras en el evangelicalismo latinoamericano, cuando lo constatable era el abandono normativo cotidiano de la Palabra en la vida de las iglesias y sus prácticas para hacerse de nuevos integrantes:
El asentimiento a la autoridad de la Biblia podría ser considerado como una de las características más generarles del movimiento protestante en América Latina. Esto es de esperar en un movimiento con una gran mayoría teológicamente conservadora. Cabe, sin embargo, preguntarse si el
uso real de la Biblia por parte de los evangélicos latinoamericanos coincide en términos generales con ese asentimiento que los distingue. Podría ser que se tratase de un asentimiento puramente formal, sin consecuencias prácticas para la definición doctrinal y ética ni para la predicación […] hay que aclarar que la interpretación de las Escrituras es una tarea permanentemente inconclusa y que la Palabra de Dios exige una constante revisión de conceptos y de vida en función a un sometimiento pleno de éstos a la verdad revelada. Cuando falta esa revisión, hay el riesgo que con el transcurso del tiempo las enseñanzas de la Iglesia se vayan cristalizando hasta formar una tradición que desplace la tradición autoritativa de ka Biblia.
En su participación el doctor Padilla estaba bosquejando lo que más tarde llamó la espiral hermenéutica, en la cual la Palabra ilumina la vida pero también la vida y sus nuevas situaciones ensanchan el entendimiento de la Palabra, y así sucesiva y alternadamente se nos abren nuevos horizontes de comprensión.
Dado que originalmente la revelación progresiva de Dios aconteció en un contexto temporal, geográfico, histórico, económico y cultural específico, luego también la lectura hoy de esa Revelación nos demanda no
desencarnarla sino que nos reta a comprenderla desde nuestra particular situación histórica.
Apenas bordeamos el tema de la hermenéutica y su inclusión en la agenda rumbo a CLADE V. En nuestro siguiente artículo continuaremos con este asunto.
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