El Vaticano es un actor global en los debates bioéticos. Su magisterio ha estado dirigiendo cuestiones bioéticas desde el nacimiento de esta disciplina en los años sesenta. Hay publicadas varias encíclicas, como
Humanae Vitae (“La Transmisión de la Vida”, 1968) que trataba de los anticonceptivos en el contexto de cambio en los hábitos sexuales;
Veritatis Splendor (“El Brillo de la Verdad”, 1993) que defendía la enseñanza de la autoridad de la Iglesia en una época de relativismo moral o
Evangelium Vitae (“El Evangelio de la Vida”, 1995) que subrayaba la inviolabilidad de la vida humana en un contexto de espinosos debates sobre el aborto, la eutanasia y la investigación médica en la que estaban involucrados embriones humanos.
Desde el punto de vista institucional, se estableció en 1994 la Academia Pontificia para la Vida como el departamento vaticano cuya misión es defender y promover las visiones de la Iglesia en los debates públicos y académicos en todo el mundo.
Teológica y éticamente, la bioética católico romana se ha especializado en categorías como “la naturaleza” (entendida más bien desde la perspectiva filosófica y estática), “la santidad de la vida” (rozando el borde hacia lo absoluto de lo que es un don creado y transitorio), “la persona” (concebida en términos más bien monolíticos y sin distinguir adecuadamente la biología y la biografía humanas).Más que explorar y desarrollar un razonamiento apoyado en la Biblia, la bioética católica ha preferido encerrarse en la ley natural y en la finalidad del ser.
Si la bioética laica ha elevado el “ego” a la categoría de ídolo (es decir, cualquier individuo puede decidir lo que está bien o lo que está mal), la bioética católica tiende a hacer de los “bios” su ídolo (o sea, el punto decisivo es donde y cuando la vida biológica se encuentra). Por consiguiente, la complejidad de la vida es aplastada en ambos enfoques y el realismo bíblico acerca de la vida se deja de lado.
UNA NUEVA FASE DEL COMPROMISO BIOÉTICO
La bioética católica se ha convertido en sinónimo de conservadurismo ético y frecuentemente se ha visto ridiculizada en el debate público dominado por tendencias laicistas. Siempre ha estado
defendiendo algo y ha desarrollado una actitud
defensiva. No obstante, las cosas pueden cambiar.
Un reciente movimiento del Consejo Pontificio de la Cultura (otro importante departamento vaticano) requiere atención. Por primera vez, el Vaticano ha firmado un contrato con una compañía biotecnológica de USA (NeoStem) para promover la investigación sobre las células madre adultas. NeoStem trabaja en el campo de la medicina regenerativa para elaborar terapias celulares para enfermedades autoinmunes (p.e. diabetes), enfermedades del corazón y padecimientos ortopédicos. La medicina regenerativa que emplea células madre adultas no destruye embriones humanos y, por consiguiente, es éticamente legítima para los que están en el frente pro-vida.
La inversión financiera del Vaticano asciende a un millón de dólares USA. No es una gran cosa, pero tampoco es una cifra insignificante. Una conferencia internacional en el Vaticano sobre “Células Madre Adultas: La Ciencia y el Futuro del Hombre y la Cultura” (9-11 Noviembre) acogió la puesta en marcha de la aventura conjunta de la industria biotecnológica y el nuevo compromiso vaticano en la esfera bioética. Las grandes promesas sobre la utilización de las células madre adultas se subrayaron en lo que a la reducción del sufrimiento humano se refiere, así como a su completa viabilidad ética. A los participantes se les concedió una audiencia con Benedicto XVI, quien pronunció un discurso en el que reforzó la moralidad de usar células madre adultas en contra de la inmoralidad de destruir células madre embrionarias.
LA DOBLE ESTRATEGIA
El Vaticano es consciente de que el debate bioético está muy polarizado. En el área de la medicina regenerativa, el debate de las células madre embrionarias versus las células madre adultas ha tomado un giro muy ideológico. Es más a menudo un choque de puntos de vista opuestos que una discusión científica y moral bien informada.
Hasta ahora el Vaticano ha seguido la tendencia de personificar y apoyar el lado conservador del debate, ofreciendo argumentos morales y filosóficos contra la destrucción de embriones y a favor de la utilización de células madre adultas sobre la base de la teología moral católica. La asociación con NeoStem quizás signifique un cambio de paradigma o, al menos, la ampliación del espacio. La batalla de la medicina regenerativa no se ganará sólo mediante argumentos, principios y valores. Los que primero descubran curas sostenibles, ganarán la partida. De este modo el Vaticano, al invertir en la industria de células madre adultas muestra su voluntad para participar en la carrera, financiando la investigación sobre células madre adultas con la esperanza de que podrá proporcionar lo que prometió antes de que lo consiga la industria de células madre embrionarias. El primero en llegar, el primero servido.
Por supuesto el Vaticano continuará jugando su papel en esta batalla por medio de su contribución tradicional, p. e. a través de encíclicas, documentos, conferencias, persuasión moral, etc. Seguirá empleando su pericia teológica y filosófica con el fin de apoyar su marco moral y perseverará en dejar oír su voz gracias a sus instituciones. Pero esto no es suficiente. Para un actor global como el Vaticano, los retos bioéticos de nuestros días requieren una nueva estrategia doble, como un punto de referencia moral y como un inversor financiero. El Vaticano parece tener los conocimientos y los recursos para triunfar en ambos.
Traducción: Rosa Gubianas
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