El poeta sueco Tomas Transtromer, lobo solitario, ajeno a las tertulias y círculos literarios, obtuvo el pasado mes de octubre el Premio Nobel de Literatura. Es el séptimo escritor sueco al que se le concede tan alto galardón. La Academia ha reconocido a Transtromer porque “a través de sus imágenes condensadas y translúcidas, nos da un acceso fresco a la realidad”. El Premio era esperado. Su esposa, Mónica, quien lo ha cuidado con mimo desde que el escritor sufriera en 1990 un derrame cerebral, ha dicho: “Cada año, en la víspera del anuncio del Nobel de Literatura, la casa en Estocolmo estaba rodeada de periodistas que esperaban ver a Transtromer como ganador del Nobel”.
La Editorial española Nórdica ha publicado obras de Transtromer traducidas al castellano, entre ellas una antología con el título DESHIELO AL MEDIODÍA. El director de Nórdica, Diego Moreno, declaró a los medios de comunicación: “Nos parecía fundamental publicar su obra. Si bien es un autor vivo, ya es considerado por muchos como un clásico y uno de los más influyentes autores del siglo XX”. Queda pendiente de traducir al español la correspondencia entre Transtromer y el poeta Robbert Bly, amigo y traductor de su obra al inglés. Esta correspondencia contiene valiosas reflexiones teóricas sobre la poesía en general.
Transtromer nació en Estocolmo el 15 de abril de 1931. Tiene 80 años. En la Universidad de Estocolmo se graduó en Psicología, Historia de la Literatura e Historia de las Religiones. Confiesa que empezó a escribir a los 13 años. Cuando tenía 17 publicó su primer libro de versos al que puso por título 17 POEMAS. Desde entonces han aparecido otros 14 libros. Todos han sido traducidos a los más importantes idiomas que se hablan en el mundo, incluido el español. Ahora que el lector de novelas anda conmovido con las narraciones de Stieg Larson y sus intrigas policíacas, Suecia ofrece al mundo una literatura más serena, más cercana, más tierna en la pluma de Transtromer. En PARA VIVOS Y MUERTOS, el Premio Nobel escribe sobre la muerte. Más que sobre la muerte, sobre los muertos y revela la importancia fantasmal que ellos tienen sobre nuestras vidas.
¿Coincidencia o premonición? En su poema BÁLTICO, de 1974, Transtromer escribió estas líneas: “Entonces llega el derrame cerebral: parálisis en el lado derecho con afasia, sólo comprende frases cortas, dice palabras inadecuadas”.
Fue profeta de su propio destino. En 1990 sufrió un ictus que le paralizó la mitad derecha del cuerpo y le produjo una afasia (trastorno, defecto o pérdida de la facultad de expresión hablada o escrita, a causa de lesiones cerebrales en determinadas zonas corticocerebrales). La enfermedad le impedía hablar, pero no escribir. Ayudado por su fiel esposa e intérprete continuó publicando. Cinco libros más entre 1990 y 2004. Aunque perdió el habla, su voz poética se ha hecho escuchar por su carácter intimista y renovador.
La comunicación entre el matrimonio se daba a través de un método especial. Intercambiaban sus pensamientos mediante escritos y también en un lenguaje visual.
Algunos críticos literarios se preguntaban por qué a éste hombre, traducido a 40 idiomas, no se le había concedido antes el Premio Nobel.
Uno de sus traductores al castellano, el mejicano Sergio Badilla Castillo, apunta una posible causa. Transtromer tenía en la Academia sueca dos grandes amigos, que fueron compañeros de generación. Ambos dijeron públicamente que nunca votarían a favor de Transtromer para evitar que se interpretara como una concesión a la amistad. En la Academia que otorga el Nobel de Literatura hay un celo muy grande, una relación moral muy estricta. Los suecos no habrían entendido que alguien muy cercano hubiera sido galardonado. Transtromer conocía este conflicto y lo asumía con humildad. De haber sido español podría haber dicho: “Nunca es tarde….”.
Transtromer está considerado como uno de los poetas más importantes del siglo XX. Para el crítico Javier Rodríguez Marcos (El País 6-10-2011), el autor sueco pertenece “a la generación que se dio a conocer en los años 50 y en los 60, pasó por el purgatorio de no ser un escritor escolásticamente comprometido ni explícitamente crítico”.
Al fragmento SIESTA, del libro SECRETOS EN EL CAMINO (1958), pertenecen éstos versos:
El águila sube y sube sobre los que duermen.
Un sueño en que la piedra del molino
se vuelve como el trueno.
Pasos del caballo con la venda en los ojos.
Los palpitantes puños de la eternidad cautiva.
Los que duermen cuelgan como péndulos
en el reloj del tirano.
El águila planea, muerta, en las cascadas que fluyen del sol.
Y resonando en el tiempo –como el ataúd de Lázaro-
El ombligo que late, de la eternidad cautiva.
Y estos otros, del poema ALLEGRO:
Toco Haydn después de un día negro
y siento un sencillo calor en las manos.
Las teclas quieren. Golpean suaves martillos.
El tono es verde, vivaz y calmo.
El tono dice que hay libertad
y que alguien no paga impuesto al César.
Meto las manos en mis bolsillos Haydn
y finjo ser alguien que ve tranquilamente el mundo.
Izo la bandera Haydn –significa.
Nuestra alegría y enhorabuena al poeta sueco por el máximo galardón del mundo en literatura. Entre sus poemas –diría Unamuno- suelen brotar profundos y melodiosos sones de órgano que habrían regocijado al salmista. Alguien dijo que el poeta es sobre la tierra el ministro de la belleza. Lo creo. Gracias por tantas palabras e imágenes que cautivan y emocionan, señor ministro Tomas Transtromer.
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