Una vez, entretenidos en amigable charla en un lugar de la verde Asturias el doctor José Manuel González Campa,
Albino Suárez y quien esto escribe, pregunté a Suárez si quería competir con Menéndez y Pelayo o con Benito Pérez Galdós, dada su abundante producción literaria.
Este hombre, conocido en toda España como “
el poeta de las minas”, ha publicado hasta el día de hoy 43 volúmenes de poesía y 23 de prosa. Además es autor de tres Antologías y sus propios escritos figuran en otras siete Antologías difundidas en Vizcaya, Barcelona, Vigo y Caracas. Ha escrito y publicado siete monografías sobre la tierra asturiana y a día de hoy está trabajando en otros nueve libros. ¡Impresionante! Todo esto sin recurrir al Google. Quemándose la vista en constante atención a la gente y al paisaje.
Si Miguel Hernández aprendió el oficio de poeta observando los campos, Albino Suárez lo hizo subiendo y bajando a los pozos de las minas, entre el carbón que ennegrece el cuerpo pero que no llega a manchar la sensibilidad del espíritu.
Albino Suárez nació en Asturias en 1933.Fue minero largos años y vendedor de libros a domicilio. Actualmente, retirado del duro trabajo del carbón, vive en Pola de Laviana, totalmente dedicado a la escritura. Alterna con sus libros la publicación de la revista TEMAS DE ASTURIAS, sucesora de ALTO NALÓN.
Ha sido un seguidor sin mácula del poeta asturiano Alfonso Camín, a quien considera guía y Maestro. Camín, hijo del siglo XIX, cultivó una poesía comprometida, de corte social. En opinión de Víctor Alperi, “la semilla poética de Alfonso Camín ha dado sus frutos en Albino Suárez”.
Suárez es lo que los anglosajones llaman “a self made man”, un autodidacta apegado a la lectura y a la escritura que ha producido una obra literaria de grandes dimensiones y de excelente calidad.
En 1995 Suárez publicó otro libro sobre el que fue su trabajo durante años, LOS POETAS Y LA MINA (357 páginas). Allí unía las dispares voces de intelectuales asturianos que escribieron sobre la triste cosecha del carbón, la que hombres duros y arriesgados extraen de las entrañas de la tierra. Hasta el día de hoy LOS POETAS Y LA MINA es la única antología de la minería asturiana vista y descrita por excelentes prosistas y poetas.
Aún cuando su autor es poeta de canciones tiernas, abundantes en otros libros suyos, LOS QUE NO VOLVIERON no es un libro de poesía. Es un libro de prosa desgarrada. Los que no volvieron son los muchos hombres de todas las edades muertos en las minas de Laviana. Una impresionante tribuna de fotografías abre las primeras páginas del libro. He contado hasta 174 fotos. Rostros jóvenes en su mayoría, muchachos que un día salieron de sus casas rumbo al fondo de la tierra, y nunca más volvieron a ellas con vida.
A este trabajo Suárez dedicó largo tiempo, visitó lugares perdidos entre montañas, consiguió reunir –me pregunto cómo- los casi dos centenares de fotografías que figuran en el libro, rescatando a esos héroes del anonimato y del olvido.
A ellos dedica este
epitafio:
Paz para vosotros, compañeros,
mineros abatidos por el tajo/ del negro mineral, que ni a destajo
os libró de morir como mineros:/arrancando a las vetas los veneros
y brindando con sangre conocida/por la paz y la tierra prometida.
Por vosotros, mineros, bendiciones./Y de nuevo la paz. Sobran razones
que causa fueran de que vuestras vidas
cayeran para siempre entre carbones.
Siguen
versos de denuncia contra los explotadores del carbón y de la sangre:
Murió el minero en la mina
y por su muerte pagaron/ dos pesetas, que entregaron
a la viuda, en una esquina. / ¿Y el jefe de la Oficina…?
El cacique de la Hullera / y el Amo del Sindicato;
por eso en todo contrato, / el muerto quedaba fuera
de cualquier clase de trato.
Por los años del cuarenta,
el encargado en la mina / enarbolaba asesina
la pistola y la tormenta…
¡Y a callar, que representa/ la nueva ley en España,
la Dictaduray la saña/ del poder, ordeno y mando;
por eso fue tan nefando / el tiempo aquel que se empaña
con la pistola, arreando.
El candil cuelga del techo
y el minero, con la pica, / contra el carbón, multiplica
su tesón y su derecho./ El hombre hurga en el pecho
de la veta, como un toro, /en pos del rico tesoro
de la veta mineral,/ que es a la postre su mal,
ya que del tesoro el oro
va a la banca patronal.
Y
un largo poema escrito con lágrimas sobre los que no volvieron:
Los que no volvieron, fueron
los que de casa salieron / a la mina a trabajar
y en la mina sucumbieron / sin ver más la luz solar,
ni el entorno familiar, / ni a padres, hijos o hermanos
ni anidaron sueños vanos / que la mina inspira, a veces,
donde todo son reveses
con la tragedia en las manos.
Esos que nunca volvieron
fueron, por muertos, decenas, /atados a las cadenas
de la muerte en que murieron. / Decenas que sucumbieron
de una o de otra manera, /pero siempre entre madera
y entre vetas minerales, /con la sangre en los hastíales
de la mina carbonera.
Los que no volvieron, fueron
los que en el fondo del pozo/ de la mina, trozo a trozo,
en el testero, murieron./ Fueron aquellos que dieron
trabajando, sangre y vida, /sin ver más amanecida
que la negrura y el luto/ que en la tierra prometida
pagaron como tributo.
El primer libro conocido de Albino Suárez data de 1959, publicado en Barcelona.
Desde entonces, año tras año nos regala algo nuevo donde proyecta sus inquietudes y
recuerda a los poetas de ahora la función social que debe comprometerles en esta España injusta y arbitraria.
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