Judicael Mbella Boussouka es gabonés y reside en España desde hace 4 años, concretamente en Salamanca. Es licenciado en Filología Hispánica y en Lingüística por la Universidad de León y además tiene un Máster en Enseñanza del Español como Lengua Extranjera (Universidad de Salamanca).
Buscando la excelencia en este campo,
decidió cursar el Doctorado en Lengua Española: investigación y enseñanza. Buscando administrar bien su tiempo ha asistido a varios Congresos y Conferencias sobre Lengua Española, Gramática Española, Literatura española, y sobre Las Nuevas Tecnologías en la Enseñanza. Para conocerlo un poco más insistimos en hacerle esta entrevista.
Pregunta.- ¿Qué motivos han traído a un gabonés hasta Salamanca?
Respuesta.- Bueno, en principio, sólo puedo decir que vine a Salamanca para cursar el Máster de
Enseñanza del Español como Lengua Extranjera. Después de haber estado en León durante los años de mi carrera universitaria (Licenciatura en Filología Hispánica), necesitaba tener un título de máster para poder seguir formándome en doctorado. Ésa es la razón principal por la que vine a Salamanca.
P.- ¿Qué lengua se habla en tu país?
R.-Sin entrar en demasiados detalles, el francés es la lengua oficial y nacional que se habla en Gabón. Pero, como es normal en casi todos los países del continente, en el caso de Gabón, también se hablan más de 40 lenguas y algunas siguen apareciendo bajo el asombro de los hablantes de otras más conocidas.
P.- ¿Cómo y cuándo conociste a Jesús?
R.-Hablar de conocer a Jesús, entiendo que quieres saber cuándo me hice protestante (es así como se nos llama en mi país). Bueno, el año 1999-2000 fue crucial en mi vida. Estudiaba en un Colegio en el que había bastante libertad para hablar de religión. Desde mis profesores hasta mis compañeros de clase, todos vivíamos y compartíamos un espacio que favorecía la comunicación, y el debate era, sin lugar a dudas, uno de los rasgos que caracterizaba el ambiente en aquel entonces. Mis profesores de Física y Química y de Inglés (era una pareja de nacionalidad Burundesa) solían abrir el debate sobre la religión cuando podían. A esto tengo que añadir mi curiosidad por el conocimiento y la facilidad que había debido a que con una de mis primas, que asistía a la Iglesia con los profesores antes nombrados, solíamos hablar del tema de camino a casa. En fin, para ir al grano, un día mi profesora de inglés me invitó a asistir a un culto y me fui. Desde entonces, probé la Gracia del Señor y me quedé.
P.- ¿Qué significa la Iglesia para alguien que está fuera de su tierra, lejos de su familia…?
R.-Bueno, cuando hablamos de Iglesia, hay que matizar si nos estamos refiriendo al edificio físico o a la Iglesia espiritual; esta Iglesia redimida por la sangre de nuestro Señor Jesucristo. Pero bueno, hablando de la Iglesia, es un lugar de seguridad, una casa en la que uno se refugia cuando hay tormenta, cuando se encuentra enfrentado a una cultura que desconcierta y parece desorientar a alguien que está fuera de su casa. Entonces, la Iglesia se convierte en tu familia (hablando del conjunto de personas), tus hermanos, hermanas, tus padres, tíos, tías, etc. En fin, ésta es el auxilio al que acudir para seguir el camino abierto por el único Salvador y, juntos con la familia de Cristo, te sientes bien y, entonces, puedes seguir creciendo.
P.- ¿Qué piensas de los evangélicos españoles?, creo que ya tienes cierta experiencia en este ámbito.
R.-Tengo que decir que me llevó cierto tiempo encontrar una Iglesia evangélica cuando llegué a España en enero de 2004. Pero entonces, una mujer Testigo de Jehová me ayudó a conocer a mis hermanos de la fe. Desde entonces he ido conociendo más y más a los evangélicos; acerca de su labor espiritual en un país en el que la fe (histórica) sigue enraizada y se ha convertido en un hecho social y cultural. Por otra parte, la labor social u Obra Social que está llevando a cabo es una aportación increíble para la sociedad, siendo aquella un aspecto vinculado con la fe cristiana. En las iglesias en las que he podido asistir, tengo que decir que echo de menos el ambiente de alegría en el culto, algo que experimenté en mi país. Pero bueno, quizá sea un aspecto cultural que nos caracteriza a los negros, como se suele decir aquí: tenemos el ritmo en la sangre. Sin embargo, puedo seguir creciendo en el conocimiento de la Palabra de Dios de una forma más profunda y tengo acceso a muchos documentos; puedo asistir a cursos de enseñanza de la Palabra con buenos maestros (cosa que no siempre tuve en mi país). En pocas palabras, los evangélicos están realizando una labor importante en España que conviene apoyar para devolver al país el verdadero sentido de lo que es seguir a Cristo. Mucho se ha hecho y mucho queda por hacer aún.
P.- ¿Es fácil ser cristiano en Gabón? ¿Cuántas iglesias evangélicas puede haber?
R.-Bueno, empezaría contestando a la segunda parte de la pregunta diciendo que en Gabón hay tantas iglesias como bares en España (Salamanca, para ser más concreto). Es fácil encontrar una iglesia a cada 100 metros y menos, sin exagerar demasiado. Esto se debe a que el evangelio se predica mucho, pero también hay muchas divisiones entre iglesias por cuestiones doctrinales. Es fácil que un núcleo se divida cuando los ancianos o responsables no se ponen de acuerdo en cuanto a la aplicación de la Palabra. De allí que ser cristiano en el sentido amplio de la palabra, sí es fácil. Pero no todos los que le llaman Señor, Señor, son de él. Hay que andar con pies de plomo para encontrar una iglesia donde se predique a Cristo con la Palabra en la mano, sin desviarse. Por otra parte, el desarrollo del país ha favorecido la llegada de muchos vecinos de países colindantes, y todo el mundo parece llamarse cristiano por el simple hecho de asistir a una iglesia.
P.- Me imagino que, como sucede en otros países de África y del Mundo en vías de desarrollo, en Gabón los índices de pobreza y exclusión social son elevados… ¿Se ha decantado la iglesia evangélica por la Obra social, la otra vertiente de la Misión?
R.-No siempre es fácil tener una opinión objetiva sobre este tema. Llevo años viviendo en España y, aunque intento estar al tanto de la vida social de mi país, la información que se publica en Internet no siempre es fiable porque depende de la fuente y el organismo que lo publica. De allí que me reservo en cuanto a hacer una evaluación de la situación en la actualidad. Volviendo a la labor de la Iglesia evangélica en Gabón en materia de Obra Social, ésta no está desarrollada; la Iglesia evangélica en Gabón no se caracteriza justamente por llevar a cabo una Obra Social comprometida con la causa social. Es todavía su asignatura pendiente. Hay mucho por hacer y, de hecho, tengo en mente desarrollar un proyecto de formación dirigido a una parte del sector de la población que carece de formación y, por tanto, no tienen acceso a un empleo digno. Me refiero concretamente a las jóvenes madres que, por una razón u otra, han dejado de estudiar por haber tenido un hijo en edad temprana. Pero, como puedes imaginar, estoy en proceso de formación y espero, por la Gracia de Dios, poder hacer algo de esta índole en un futuro. Digamos que este aspecto de la misión no está aún desarrollado, quizá por falta de iniciativa; pero no lo sé. Siempre se ha visto como algo natural. Algunos incluso se justifican apoyándose en las palabras del mismo Señor Jesús cuando dijo, parafraseando, “siempre tendréis a los pobres con vosotros”, refiriéndose a sus discípulos. Pero allí dejo la cosa, sin más detalles.
P.- ¿Qué nos puedes comentar acerca de la Libertad Religiosa en tu país?
R.-Bueno, en la actualidad y siempre, la libertad religiosa es un hecho conseguido en Gabón y nadie lo niega. Somos un país laico y todas las confesiones religiosas son bienvenidas. Otra cosa es que te escuchen porque alguna gente se ha vuelto más cauta y no siempre prestan atención a alguien que se proclama predicador, porque muchos son los que engañaron a personas que, después de haber confiado en ellos, descubrieron que era una falacia total.
P.- Sé que estás empezando tu escritura literaria. Háblanos un poco de esto.
R.-No sé si hablar de mi escritura literaria; es verdad que me encanta escribir y siempre quise ser escritor desde muy pequeño. De hecho, le dije una vez a mi padre que si existiera una escuela para ser escritor, habría estudiado allí. Pero la escritura es para mí una expresión de identidad, mucho más que plasmar una realidad, contar una historia en verso o en prosa. Cuando me pongo a escribir algo, esto se torna una lucha constante porque trato de no traicionar los principios fundamentales que constituyen la base y la fuente de mi cultura. La escritura es sagrada para mí y no siempre es fácil encontrar la palabra exacta a la hora de transcribir una impresión, una experiencia. Es algo que tomo muy en serio, pero me falta todavía disciplina literaria. Escribo en todas partes, no tengo un lugar favorito de encuentro con las musas; siento algo, recuerdo algo y lo escribo y punto. En estos momentos, agradezco la actividad de un amigo muy especial que me brinda ocasiones para sacar esto de mí.
P.- ¿Qué influencia tiene la oralidad, al contar historias, en tu escritura?
R.-La oralidad es la fuente que da esencia a mis historias, es inherente a toda mi actividad literaria. Sin ella, no siento nada que transmitir al mundo; nada que revelar: no despierto simplemente. Parece paradójico, pero la presencia de la oralidad en la escritura africana fue, es y seguirá siendo una de las principales fuentes de inspiración de todo aquel que quiere escribir algo profundamente africano. La oralidad es la otra parte de lo que no se ha escrito todavía, pero ya se ha dicho no sólo con palabras, sino también con gestos y, sobre todo, con el silencio. Es el poder de las ideas, la madre que da a luz a sus niños; es para mí el amante exigente, el alimento del que nunca se sacia uno. Es lo que me permite desplegar mis alas y alzar el vuelo hacia el conocimiento del mundo. Es lo conocido y lo desconocido a la vez; es y siempre será mi viaje de ida y vuelta, entre dos mundos interconectados que encuentran su reconciliación en mí. Cuando escribo, entonces noto que algo extraño ocurre dentro de mí: me siento allí, sentado con ellos, bajo el calor del fuego y escuchando la voz de mi abuela contando cuentos sin finales, cuentos que no terminan nunca, cuyo personaje no tiene figura, no tiene cara, solo un nombre. Entonces, sólo oigo: Escribe eso, y escribo aquello.
Gracias, Judicael, por ponerle ritmo a esta entrevista; y por estar dispuesto a darle color a todo lo que haces en la iglesia y fuera de ella. Tu Familia te renueva la bienvenida.
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