Este mes he tenido la oportunidad de tomar parte en dos importantes diálogos con teólogos y delegados católico romanos. El primer encuentro fue en una conferencia donde teólogos católico romanos y evangélicos discutieron la doctrina de la Escritura.Los temas fueron “¿La Biblia es la Palabra de Dios?” y “¿Cómo modela la Biblia nuestras vidas?, habiendo habido sobre ambas cuestiones un animado coloquio.
La segunda reunión fue un diálogo oficial entre la Alianza Evangélica Mundial y el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, el departamento vaticano que elabora las relaciones con los cristianos no católicos. El contenido de esta segunda consulta fue “La Escritura y la tradición”, una cuestión pendiente desde los tiempos de la Reforma.
He observado a nuestros amigos católicos tratando de aprender de ellos. He encontrado tres lecciones, que me parecen las más intrigantes y creo que merecen que nosotros los evangélicos meditemos sobre ellas.
LECCIÓN 1: CONOCE TUS FUENTES
Al entrar y hacer frente a una conversación teológica, el procedimiento de los teólogos católico romanos era, hasta cierto punto, previsible. En términos de fuentes y del marco teológico básico ellos empezarán a partir del Concilio Vaticano Segundo (en este caso,
Dei Verbum, la constitución del Vaticano II sobre la Palabra de Dios), a continuación encontrarán algunos argumentos bíblicos sueltos e imágenes de estas enseñanzas del magisterio, refiriéndose entonces a los más recientes pronunciamientos autoritativos del Papa, o de una comisión Pontificia o al
Catecismo de 1992. Estos teólogos estaban bastante en línea con la jerarquía romana. Quizás algunos teólogos periféricos habrían procedido de distinta forma, pero en realidad, estos representantes de la Iglesia CR mostraron un grado elevado de respetuosa familiaridad con los documentos fundacionales de su Iglesia, que eran capaces de citar porque estaban empapados de ellos. Las doctrinas y las tradiciones, sus formulaciones y sus complejidades los habían forjado y, por tanto, conocían sus fuentes.
Como teólogos evangélicos, ¿hasta que punto conocemos nuestras fuentes?Presumimos de conocer la Biblia, pero ¿qué sabemos del patrimonio confesional del evangelismo: sus fuentes Patrísticas, sus confesiones de la Reforma o sus documentos evangélicos? ¿Nos sentimos como en casa en la patria de la fe protestante tal como la hemos recibido? ¿Podemos aprehender los contornos doctrinales de nuestra fe hasta el punto de ser capaces de demostrar su fundamento bíblico, su perfil doctrinal, su desarrollo histórico y su panorama presente?
LECCIÓN 2: LLEVA TUS FUENTES CONTIGO
La segunda lección que aprendí tiene que ver con una costumbre práctica que tiene un significado simbólico. Todos ellos llevaban consigo unos ítems: el
Enchiridion (o sea, un compendio de todos los textos fundamentales del dogma y moral católicos, también conocido como Denzinger, su primer editor en 1854), los textos del Vaticano II y la colección de los documentos papales recientes. Algunos también llevaban la Biblia. Al acercarse al diálogo, todos ellos eran conscientes de que tenían las fuentes de la ICR a su completa disposición para controlar y obtener referencias rápidamente. Era una manera de demostrar que ni estaban improvisando ni estaban repitiendo como un loro, sino que ellos eran las voces vivas de una larga tradición.
Hay mucho que aprender de esto.
Algunas veces nosotros, los evangélicos, mostramos un cierto grado de superficialidad al entrar en diálogo con los teólogos CR y ellos, a menudo, perciben la fe evangélica como si fuera una espiritualidad imprecisa, sin contenido doctrinal. Parte del problema consiste en que encontramos difícil representar una tradición viva sujeta a la Escritura pero consciente de nuestros antecedentes.
Cuando participamos en diálogos, recomendaría que también nosotros llevemos el Denzinger para estar seguros de que podemos referirnos a los pronunciamientos medievales y Post-apostólicos de la Iglesia. También deberíamos llevar un volumen de los credos protestantes y de las confesiones de fe. Finalmente, encuentro que es imprescindible estar familiarizado con, al menos, dos volúmenes:
1.- J.I. Packer – T.C. Oden,
One Faith. The Evangelical Consensus [Una Fe: El Consenso Evangélico] (Downers Grove, IL: Inter-Varsity Press, 2006). Una presentación de la fe evangélica a través de citas procedentes del
Berlin Statement (1966) [La Declaración de Berlín], el
Lausanne Covenant (1974) [El Pacto de Lausana], las
Amsterdam Affirmations (1983) [Las Afirmaciones de Amsterdam], el
Manila Manifesto (1989) [El Manifiesto de Manila],
The Gospel of Jesús Christ: an evangelical celebration (1999) [El Evangelio de Jesucristo: una celebración evangélica] y la
Amsterdam Declaration (2000) [Declaración de Amsterdam]. Obtener conocimiento de estas fuentes demostrará que la fe evangélica es la fe Apostólica, no una espiritualidad religiosa moderna.
2.- John Stott (ed.),
Making Christ Known. Historic Mission Documents from the Lausanne Movement 1974-1989 [Hacer conocer a Cristo: los documentos de la misión histórica del Movimiento de Lausana] (Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1997). Empezando por el
Pacto de Lausana (1974) y terminando con el
Manifiesto de Manila (1989), este libro incluye gran cantidad de “Los papeles de Lausana ocasionales”. Impregnarse de estas fuentes demostrará que nuestro compromiso con la misión tiene profundas raíces teológicas, y que no es solamente producto de una mentalidad activista.
Ahora que El Pacto de Ciudad del Cabo 2010 está también disponible, ¿qué editorial aceptará la tarea de editar un libro que incluya los principales documentos del evangelicalismo actual?En Italia tenemos muchas necesidades en lo que a los libros evangélicos se refiere, pero somos privilegiados en otro sentido. Tenemos a nuestra disposición el maravilloso volumen editado por Pietro Bolognesi,
Dichiarazioni evangeliche. Il movimento evangelicale 1966-1996 [Declaración evangélica. El movimiento evangélico] (Bologna: EDB, 1997), con 38 declaraciones evangélicas que fue publicado por una editorial CR ¡en la misma serie de los documentos papales! Me gustaría que otros libros similares se editaran en diferentes idiomas.
LECCIÓN 3: RESPETA TUS FUENTES
La observación final está relacionada con el tono general de estos teólogos CR. La originalidad no parecía ser su lema, ni la búsqueda de creatividad o relevancia. Su acercamiento al diálogo teológico con los evangélicos parecía marcado, más bien, por la conciencia de que el magisterio de la Iglesia está por encima de ellos, pidiéndoles que lo defiendan, que argumenten en su nombre, que escuchen a su interlocutor y se aproximen a él tanto como les sea posible, pero no hasta el punto de no concordar con la enseñanza que han recibido. Al tratar de redactar una declaración conjunta intentan hallar palabras y frases que ya han empleado en documentos de la ICR o en declaraciones conjuntas con otras familias confesionales.
Como evangélicos, estamos menos constreñidos por versiones o formulaciones anteriores de nuestra fe.
A diferencia de los católicos, la Sola Escritura es nuestra autoridad definitiva. A pesar de todo, necesitamos llegar a un acuerdo con el hecho de que nuestra búsqueda de relevancia u originalidad puede llegar a ser un ídolo si no está dirigida por nuestro deseo primario de permanecer fieles a la Palabra de Dios y respetar a los que nos precedieron. Será improbable que nos encontremos con una versión mejor que la que ya tenemos. Si esto sucede, tenemos que asegurarnos de que conocemos lo que nuestros antepasados, pasados y recientes, ya han dicho antes de entrar con nuestras ideas.
Traducción: Rosa Gubianas
Si quieres comentar o