Ya lo dije en mi artículo de la semana pasada «Las biblias que superan a la Biblia»:
La prensa es la Biblia del siglo XXI. Es la que nos lleva de aquí para allá y nos trae de allá para acá según sean sus intereses. Nos dice cómo pensar, cómo votar, qué aceptar como bueno aunque sea malo o qué rechazar como malo siendo bueno. Si no sonara a blasfemia, diría que es la que nos convence de que no hay pecado, de que hay justicia y de que no habrá juicio (Jn. 16.8).
Lamentablemente, y esta es apenas una opinión hecha entre paréntesis, la Iglesia Hispanoamericana (perdonen las mayúsculas que doy por buenas en esta ocasión) ha sido ciega en ver el potencial insustituible de la prensa en la formación del pensamiento humano. Y ha entregado totalmente, salvo una que otra excepción que debe haberla, a las fuerzas políticas, económicas y sociales que se inspiran en valores bastante alejados de aquellos en que se inspira la iglesia, la tarea de señalar el camino que más nos conviene seguir. Pero este es otro tema que nos gustaría tratar un día de estos.
Pues que desde este jueves; es decir, desde ayer noche,
TVN de Chile ha comenzado a transmitir su serie «Los archivos del Cardenal».
Antes de reproducir una nota de prensa que apareció precisamente hoy, viernes 22 de julio de 2011 en «El Nuevo Herald» de Miami, diré dos o tres cosas en relación con esta serie.
Primero, siendo que la prensa chilena, digo, la «gran» prensa ha estado siempre del lado de la derecha económica y política, nos parece extraño que se haya lanzado el canal nacional a transmitir algo que golpea fuerte en el mero mentón a los que hoy están en el poder. Específicamente me refiero a la UDI (Unión Demócrata Independiente) y a RN (Renovación Nacional)
Segundo, los que directa o indirectamente metieron sus manos en el golpe militar de Chile de 1973, incluyendo a muchos misioneros, pastores y líderes laicos evangélicos, negaron sistemáticamente que hubiera habido torturas, asesinatos, exiliados, desaparecimientos forzosos y miles de muertos antes, durante y después del golpe. Con el apoyo de la jerarquía evangélica y la prensa nacional guardaron silencio aparentando una calma interior que difícilmente pudieron haber tenido (aunque se dice que es posible manipular la conciencia para que no moleste). Varios de ellos ya han muerto, llevándose a la tumba el perdón que nunca quisieron pedir, como sí lo hicieron algunos uniformados.
Tercero, es posible (solo una mera sospecha) que la serie termine exonerando de culpa a los culpables, de la misma manera que la investigación sobre la «verdadera» causa de la muerte del Presidente Allende terminó en lo que se suponía que tendría que terminar: confirmando la tesis del suicidio. «¡Caso cerrado!» como diría la doctora Polo y sanseacabó. Lo que esta conclusión consigue son dos cosas: que los que se identifican con los que mataron al Presidente se sientan más firmes en su posición; y los que seguimos creyendo que al doctor Allende lo ejecutaron, estemos más convencidos que nunca que no hubo tal suicidio sino un homicidio alevoso y cobarde.
La nota de prensa que copio a continuación dice con bastante claridad lo que habría que destacar en relación con el tema. Fue tomada de «El Nuevo Herald» de Miami, edición de hoy, viernes 22 de julio de 2011, página 8A y tiene la firma de su autora, Eva Vergara, de la AP.
Controversia en Chile por serie de la represión
Una serie de televisión basada en las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura militar ―negadas por la derecha política hoy en el poder― ha desatado antes de su estreno una controversia que recuerda la vieja división en Chile entre los partidariosy adversarios del régimen encabezado por el general Augusto Pinochet.
«Los archivos del Cardenal» que se iba a estrenar el jueves por la noche en el canal estatal [y que se estrenó según lo programado] muestra el papel que desempeñó la Vicaria de la Solidaridad de la Iglesia Católica, creada por el cardenal Raúl Silva Henriquez después del golpe militar del 11 de septiembre de 1973.
Ante la avalancha de violaciones a los derechos humanos cometidas por el nuevo régimen, Silva creó primero un comité ecuménico para proteger a los perseguidos y buscar a los desaparecidos, reemplazado luego por la Vicaría de la Solidaridad. (Ver al final nota de El escribidor.)
La Televisión Nacional dijo en un comunicado que «Los archivos del Cardenal» es una «serie policial de época, que ocupa como inspiración casos pertenecientes a la Vicaría de la Solidaridad».
Aun antes de estrenarse la serie, Carlos Larraín, presidente del partido derechista Renovación Nacional se convirtió en su más fuerte detractor. Este partido y la ultraconservadora Unión Demócrata Independiente fueron el sustento civil de la dictadura.
El primero de 12 capítulos unitarios está inspirado en el caso de los hornos de cal de Lonquén, ubicados en una zona cercana a Santiago, donde un oficial de la policía y nueve suboficiales arrojaron los cuerpos de 15 campesinos luego de matarlos a golpes, según establecieron forenses extranjeros.
La información llegó a la Vicaría en 1978 y tras comprobarse la existencia de los restos en los viejos hornos, se transformó en la primera prueba tangible de la existencia de los detenidos- desaparecidos. A raíz del descubrimiento, según establecen diversas investigaciones judiciales, Pinochet ordenó desenterrar los cuerpos y volver a desaparecerlos en el mar, en una operación conocida enigmáticamente como «Retiro de televisores».
La derecha política negó durante casi 20 años la realidad de las torturas y las desapariciones. La admitió en 2000, una década después de recuperada la democracia, cuando las fuerzas armadas entregaron un listado de 200 detenidos desaparecidos y el lugar donde estaban.
Nota.El golpe militar escindió a la Iglesia Católica chilena en dos: La jerarquía, que arrastró con ella a una cantidad de sacerdotes y feligreses, se puso del lado de los amotinados dando su bendición a Pinochet y a las fuerzas armadas y carabineros. Tal identificación, sin embargo, no le fue del todo fácil.
Con un Chile horrorizado e incapaz de creer lo que estaba sucediendo, la atmósfera nacional se enrareció incluso allí donde se hicieron esfuerzos para hacer que el pueblo pasara el trago amargo como dulce.
Tradicionalmente, como parte de las celebraciones en el mes de septiembre de la Independencia de Chile, se efectúa en la Catedral Metropolitana un Te Deum presidido por el Jefe de Estado. En 1975, a raíz de que la Iglesia Católica se negó a seguir celebrando el Te Deum con un Pinochet como presidente usurpador al frente de un gobierno espurio, el general golpista no tuvo mejor ocurrencia que acudir a los evangélicos. Entre ellos encontró suelo abonado y la Catedral Evangélica, de la Iglesia Metodista Pentecostal se vistió de gala para recibir a quien la Catedral Metropolitana cerraba las puertas.
Decidida la jerarquía a seguir apoyando a los golpistas, exacerbó la paciencia del cardenal Raúl Silva Henriquez, para quien la realidad que estaba viviendo Chile era totalmente diferente. Él veía lo que las máximas autoridades católicas no querían ver: hogares destruidos, asesinatos indiscriminados, detenciones arbitrarias, tormentos, torturas, violaciones sexuales, exilio de miles, detenidos-desaparecidos, la creación de un clima de terror, desconfianza, delaciones que llevó a los chilenos a desconfiar de todos. Así fue como nació la Vicaría de la Solidaridad y de sus archivos es que se han extraído suficientes documentos irrefutables que han dado sustento histórico y veraz a la serie que ha motivado este artículo.
Al cardenal Silva Henriquez y a los profesionales y voluntarios que se unieron a él en la Vicaría no les fue fácil el trabajo. Se hicieron todos los esfuerzos imaginables para acallarla pero no lo lograron. La Vicaría fue y sigue siendo un sitio de refugio al que pueden acudir aquellos que son perseguidos con intención de silenciarlos para siempre por quienes sembraron el terror en un Chile que hasta 1973 había procurado vivir en un ambiente relativo de paz y respeto por la vida del prójimo y su forma de pensar.
Repito, para terminar, lo que cité en mi artículo de la semana pasada. Es el conjunto chileno Illapu el que canta:
Los que en el pasado, cierto
jugaron con nuestra suerte
no saldrán por inocentes
el día del juicio justo.
Lo digo por el hambriento
y también por el cesante
por los que han andado errantes
por los desaparecidos.
Que están condenados digo
los regímenes de muerte.
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