Breviario del sosiego/ 84

Instinto ancestral es querer volver al día del comienzo, libre de escupitajos, libre de envidias creciendo por los ojos…

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El asombro alarga tu felicidad.

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¿Cuáles los pecados que más repudiaba Jesús? La hipocresía y el corazón endurecido; la avaricia y el orgullo; la humillación y la violencia contra los humildes, llevadas a cabo utilizando el nombre de Dios y de la religión. Esa carencia de amor, de ternura y de misericordia era lo que más cuestionaba Jesús. Por ello, al amado Galileo no lo mataron los pobres y desfavorecidos, sino quienes detentaban el poder civil y religioso, cancerberos de los códigos ético-religiosos para su interés opresor.

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¿Cuál es el precio del desprecio?

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Lo dijo mi musa: Yo no me aparto de la ternura.

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Hay quiénes admiten o azuzan palmadas y aplausos sólo para sus favoritos.

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Esta mañana todos los pájaros cantaron a la vez, no tan lejos, en la isleta del río Tormes que hay frente a mi balcón. En tales situaciones el día suele encontrarme como levitando, mientras el amor se derrama sobre mi cuerpo.

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No con hechos vacíos derribarás estatuas. Tampoco con frases hechas.

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El cielo está solo cuando Cristo se establece en ti y hace que fructifiques para que ofrezcas luego la verdadera semilla.

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¡Cómo asedian las sombras y cómo se nos escapan al tacto!

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La duración de la vida tiene similitud con los instantes en que la lluvia perdura sobre el suelo.

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Todo seguidor suyo tiene como misión proclamar a un Cristo pobre. Los pobres, aquellos vueltos los primeros, son la vanguardia familiar del reino de Jesús. Y deben ser los pobres quienes abran la iglesia a los ricos que reparten y/o comparten sus riquezas. No torzamos el mensaje de Jesús, absolutamente revolucionario en lo referente a la translúcida distinción entre pobreza y riqueza. Los paganos que siguen a Mamón envalentonan su existencia al amparo de la cantidad de bienes; los cristianos deben poner su confianza en la pobreza. Un amigo, poeta y sacerdote católico, tiene una frase rotunda: “La Iglesia debería vender todo no sólo para darlo a los pobres, sino para ser pobre”.

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Lo más sabio del cuerpo: su tibieza.

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Llegar a la cumbre de la altísima montaña, la de los hielos perpetuos. Sólo entonces empezará, paradójicamente, el deshielo del corazón.

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Sólo es poeta quien sabe decir NO; El poeta es inconformista y escarba en la parte oscura de aquello que se presenta como realidad, y clama contra ello. Quien admite lo prefijado como realidad absoluta, bien puede dedicarse a escribir rimas de salón. Lean a Miqueas y a Isaías, por citar sólo dos de los poetas bíblicos que no ocultan las pestilencias cotidianas de ensorbecidos y falsarios.

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Cáscara frágil la misericordia carente de humildad.