Manipular significa manejar algo cambiando su naturaleza con la intención de sacar algún provecho. Pero la misma palabra puede referirse también simplemente a la acción de manejar con las manos o mediante instrumentos.
Por lo que respecta a la ingeniería genética, es verdad que el conocimiento científico puede emplearse de manera incorrecta y ser, por tanto, manipulativo del ser humano en su peor sentido, pero también cabe la posibilidad de que este saber sea utilizado inteligentemente en provecho de la humanidad.Con el fin de evitar la ambigüedad etimológica de tal concepto, en el presente trabajo se empleará siempre “manipulación genética” en este segundo sentido, sin las implicaciones negativas aludidas.
Antiguamente se consideraba que la salud física de las personas dependía sobre todo de la buena suerte o del buen comportamiento moral de los padres y familiares. En ocasiones, la enfermedad era considerada como una maldición que convenía ocultar o como un inevitable castigo por las faltas cometidas.
Sin embargo, en la actualidad las personas no suelen estar tan dispuestas a aceptar sus males fisiológicos. Los cuerpos ya no se ven como esclavos del destino o como cárceles del alma sino que, de alguna manera, los adelantos biomédicos han contribuido a hacer del organismo humano un objeto más de consumo. La visita periódica al médico y los chequeos rutinarios tienen como finalidad mantener y reparar la maquinaria biológica para evitar su deterioro o atajar a tiempo cualquier posible avería.
Tales prácticas, que en principio son claramente positivas, demuestran también en cierta medida el grado de materialismo en que se desenvuelve nuestra cultura. El dolor y los padecimientos carecen ya de sentido porque se dispone de las últimas herramientas médicas. Cada afección importante posee un abanico de posibles soluciones en función del presupuesto económico.
Pero ¿no contribuye tanta previsión tecnológica a devaluar al ser humano?¿no se está reduciendo la persona a un montón de materia prima médica? ¿se corre el peligro, con este reduccionismo, de tratar al hombre como si sólo fuera una cadena de nucleótidos? No conviene perder de vista que en biología el todo no es igual a la suma de las partes. La criatura humana es mucho, muchísimo más, que un conjunto de órganos o un puñado de genes.
El hombre, como objeto de estudio de la manipulación genética, puede ser investigado según los diferentes estratos de su organización biológica. Es decir, a nivel molecular, celular, embrionario, como individuo adulto y también desde el punto de vista de las poblaciones.
MODIFICACIÓN DEL ADN HUMANO
Todas las diferencias físicas que existen entre las personas se hallan escritas, desde mucho antes de nacer, en minúsculos pedazos de ADN. Las características que harán de cada cual una criatura vigorosa y saludable o, por el contrario, un ser enfermizo que vivirá pocos años, se encuentran determinadas por el azar de los genes y anotadas en el propio ácido nucleico. Lo que pretenden las nuevas técnicas de la manipulación genética es cambiar este destino hereditario obligatorio y curar lo que hasta ahora resultaba incurable.
En la actualidad se conocen más de cuatro mil enfermedades cuyo origen está en genes defectuosos. Muchos de tales trastornos no aparecen hasta edades avanzadas y pueden deberse a la acción de un único gen, de varios que interactúan o incluso a la combinación de factores génicos y ambientales, como pueden ser ciertos alimentos o el uso de determinados productos tóxicos. Los trozos de ADN que provocan algunas de tales dolencias han sido ya identificados mediante sondas génicas y localizados en los cromosomas.
Muchas de estas enfermedades hereditarias podrán ser tratadas en un futuro próximo por medio de la terapia génica. Esta técnica, que será analizada posteriormente, consiste en corregir de raíz aquellos defectos de funcionamiento debidos a alteraciones de ciertos genes. Lo que actualmente ya se está haciendo en determinadas dolencias de la sangre, es introducir el gen “sano” en las células enfermas con el fin de que éstas lo asimilen, se reproduzcan y empiecen a fabricar las proteínas adecuadas que pueden curar al paciente.
También resulta posible usar genes humanos para ser introducidos en otros organismos y conseguir proteínas humanas o estudiar los fenómenos de la expresión génica.En este sentido ya se han realizado numerosas experiencias con microorganismos, como bacterias y levaduras. Los genes humanos que originan ciertas proteínas y sobre todo el de la hormona del crecimiento también han sido introducidos en ratones, conejos, ovejas y cerdos, obteniéndose ejemplares transgénicos de mayor tamaño.
Desde el punto de vista de la bioética estos últimos experimentos pueden plantear ciertas cuestiones.¿Es lo mismo introducir un gen humano en un microbio que no lo utiliza para sí y que sólo fabrica insulina para ser inyectada después a los enfermos de diabetes, que colocar el gen humano de la hormona del crecimiento en una oveja para que lo utilice eficazmente, sea más grande y viva mejor? ¿Hay alguna diferencia ética entre ambos casos? ¿Tienen carácter sagrado los genes humanos? ¿Pueden considerarse ciertos genes como éticamente más valiosos que otros?
El respeto a la dignidad humana pasará siempre por salvaguardar la identidad del hombre. Toda manipulación genética que atente contra esta unidad de la especie humana será claramente rechazable desde la ética cristiana. No obstante, en la perspectiva bíblica la vida no es un concepto unívoco.Hay importantes diferencias de grado entre la vida vegetativa, la animal y la humana.
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