Al que honra, honra, dice la Biblia. Alabanza a quien sea o lo que sea digno de ser alabado. Elogiar de corazón es una acción noble. Es en cierto modo, participar de ella.
Mi reconocimiento sin reservas al Ayuntamiento de Barcelona. El alcalde que dejó de serlo tras las elecciones municipales y autonómicas del pasado 22 de mayo, Jordi Hereu, contrató los servicios de un buen historiador, Federico Vázquez Osuna. Este se metió en la piel del protestantismo catalán y el resultado ha sido un libro excelente, con encuadernación y presentación de lujo, que recorre la historia de las iglesias evangélicas de Barcelona entre 1876 y 1978. La andadura del protestantismo catalán se enriquece en este volumen con una especial significación. Desde un punto de vista cronológico, los acontecimientos que describe abarcan más de un siglo y es obvio que el tema desborda los límites del tiempo, entra en el alma de esas generaciones de cristianos evangélicos catalanes y presenta una imagen viva y sugestiva de los hechos.
El libro se adorna con fotografías impresionantes, reproducidas con impecable perfección técnica de singular belleza. Desde las primeras, que nos muestran a colportores del año 1910 montados en burros cargados de Biblias y a los primeros misioneros de las Asambleas de Hermanos, como Enric Payne, hasta la visita que en abril de 1979 realizó un grupo de líderes evangélicos de Cataluña al Palacio de la Generalitat, donde fueron recibidos por el entonces presidente Josep Tarradellas. Con el gran –gran y grande- presidente Tarradellas quedaron perpetuados en la fotografía Jaime Triginer, José Busquets, José María Martínez, Benjamín Planes, Enrique Capó, Ángel Cortés, Juan Vallés, Antonio Martínez, Pedro Bonet, José Monells y Francisco Pol. Hechos de menos a Guillermo Correa.
En el libro han trabajado conjuntamente el Ayuntamiento de Barcelona y el Consejo Evangélico de Cataluña.
El entonces Alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, dice en la presentación de la obra: “Esta publicación no es solamente un recorrido por nuestra historia reciente, que nos ayuda a entender las persecuciones a que han estado sometidos los protestantes y a conocer mejor la historia de las iglesias evangélicas en nuestra casa, sino que también muestra la voluntad de reconciliación, la generosidad y el compromiso con Barcelona de una parte muy valiosa de la ciudad: Su comunidad evangélica”-
Guillem Correa, Secretario General del Consejo Evangélico de Cataluña, añade en el pórtico de la obra: “El protestantismo barcelonés ha vivido en carne propia el significado de la palabra “intolerancia” y, cuando esta actitud social ha pasado a la historia, ha descubierto lo que quiere decir la palabra “indiferencia”. Hoy es necesario agradecer la generosidad y la voluntad del Ayuntamiento de Barcelona al comenzar a poner las cosas en su sitio, en el sitio que les corresponde”.
Vázquez Osuna dice en la introducción de la obra que “este estudio podría haber sido más extenso y detallado, pero la idea inicial no era esta, como tampoco las dimensiones exigidas en un principio por la publicación. La narración sólo se propone la descripción de la realidad represiva y la desigualdad que vivieron los protestantes en Barcelona, sin entrar en la dinámica interna de las denominaciones”.
LAS IGLESIAS EVANGÉLICAS HISTÓRICAS DE BARCELONA, escrito todo en catalán, consta de cinco capítulos.
Se inicia con el período de la Restauración, años 1876-1931. Señala el autor que los primeros protestantes catalanes, después del desaparecido Tribunal de la Inquisición en 1834, se sitúan en torno al primer tercio del siglo XIX. Las denominaciones protestantes que se establecen en Cataluña son fruto de la Reforma religiosa del siglo XVI.
Un segundo capítulo abarca el período de la segunda República. Que la situación de los protestantes cambia para bien se prueba en varios importantes acontecimientos. El entonces presidente de la Generalitat, Francesc Macía, recibe el 24 de abril de 1931 a una comisión de pastores que le entrega un escrito exponiéndole la situación de las iglesias y demandando libertad religiosa. Poco después, el 4 de mayo, otra comisión fue recibida por el gobernador de Barcelona, Lluis Companys. Los pastores fueron despedidos con la seguridad de que podían predicar el Evangelio libremente en la ciudad, sin temor a represalias. No dilataron la oferta aquellos valientes líderes evangélicos. El 24 de junio del mismo año celebraron un importante acto en el Teatro Bosc, de Gracia, donde se pronunciaron conferencias sobre “lo que piensan los protestantes españoles”.
La dictadura franquista, época negra, negra época para los protestantes españoles, ocupa todo el capítulo tres del libro. Las iglesias evangélicas perseguidas, los templos cerrados, los protestantes convertidos en ciudadanos de segunda, terca, quinta categoría, o sin categoría alguna, pasaron a las catacumbas.
Hubo un breve respiro entre 1946 y 1953, mejorado por la primera ley de libertad religiosa en 1967, temas que constituyen el contenido del capítulo 4.La transición democrática, la Constitución de 1978, la firma de Acuerdos entre iglesias evangélicas y el Estado, dieron lugar a esta libertad no totalmente completa en la que hoy viven los protestantes de todo el Estado español.
Particularmente interesante, y quiero destacarlo, el capítulo que el señor Federico Vázquez dedica al protestantismo en lengua catalana.Presenta un completo catálogo, que se remonta al año 1978, de las Biblias, Nuevos Testamentos y otra destacada literatura escrita en el idioma de Maragall (el poeta, no el político).
Historiador riguroso, minucioso, Vázquez Osuna añade a su obra
anexos importantes sobre las iglesias evangélicas de Barcelona, manual de abreviaturas, bibliografía consultada, fuentes de documentación y un largo índice onomástico.
Mi felicitación al Ayuntamiento de Barcelona y al Consejo Evangélico de Cataluña por esta magnífica obra, muy necesaria. También renuevo mi reconocimiento a Federico Vázquez Osuna por esta hermosa lección de Historia. El resumen o síntesis de sus páginas nos ofrece una maravillosa sincronicidad, una armoniosa unidad del origen, desarrollo, sufrimientos y glorias de nuestros hermanos protestantes catalanes. Es lección eterna de la Historia que una creencia religiosa perseguida por el terror jamás puede ser reducida, si la creencia está arraigada en lo que Unamuno llamaba el meollo del alma. Ahí están, para confirmarlo, los protestantes de Cataluña. Aquí estamos, para reafirmarlos, los protestante de toda España.
Posdata:
He leído la larga respuesta de Francisco Mira a las cinco líneas que escribí sobre Editorial Andamio. Las cosas no son exactamente como él las cuenta, pero zanjo este asunto. No entro en polémica. Primero, porque considero a Mira un buen amigo; segundo, porque no quiero dedicar tiempo a dije y me dijiste. Necesito cada hora, cada minuto, para tareas más positivas. J.A.M.
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