En las reuniones de Hampton Court, convocadas por el monarca y que tuvieron lugar el mes de enero de 1604, se confrontaron dos líneas teológicas y políticas que buscaron afanosamente ganarse el favor real.
Los bandos representados en Hampton Court debatieron sobre asuntos bíblico teológicos. La minoría puritana defendió denodadamente que se resolviera sobre la necesidad de que se declarara oficial para leer y enseñar en las iglesias una sola de las traducciones existentes de la Biblia. Por supuesto que los puritanos, con John Reynolds, a la cabeza, aspiraban a que la decisión real favoreciera a la
Biblia de Ginebra.
La parte mayoritaria, la de clérigos anglicanos liderados por el obispo Richard Bancroft, se opuso terminantemente a la pretensión puritana. Sucedió lo inesperado por una y otra facción, el rey juzgo necesario que hubiese una traducción oficial, la llamó autorizada. Pero al mismo tiempo consideró que ninguna de las traducciones entonces existentes en inglés cumplía con la meta de ser una buena versión de la Biblia. Para decepción de los puritanos Jaime I hizo conocer que consideraba a la
Biblia de Ginebra la peor traducción de todas.
El rey dispuso que expertos de las universidades de Cambridge y Oxford se hicieran cargo de la nueva traducción, y una vez realizada ésta fuese revisada por los obispos quienes la remitirían a un cuerpo de consejeros del rey para su visto bueno. Finalmente, cumplidos los anteriores pasos, el monarca declararía a la nueva traducción como la autorizada para usarse en la Iglesia de Inglaterra.
Las directrices reales para la traducción establecieron que se efectuara “una traducción de toda la Biblia, en tanta consonancia como fuese posible con los idioma hebreo y griego; para publicarla sin notas marginales, y ser usada como la única en todas las iglesias de Inglaterra en los servicios religiosos”.
[1]
Para el trabajo de traducción se conformaron seis grupos, que terminaron la tarea asignada en distintos tiempos. Los primeros en concluir lo hicieron en 1608, mientras que los últimos en 1610. Los grupos cotejaron traducciones anteriores de la Biblia, pero siguieron la recomendación de basarse en la
Biblia de los Obispos (1568). Debemos recordar que ésta tomó mucho de las versiones publicadas por William Tyndale y su continuador Miles Coverdale.
El 2 de mayo de 1611 ve la luz pública la que sería conocida como la King James Bible.[2] En la página de apertura del volumen se lee: “La Santa Biblia, que contiene el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, nuevamente traducidos a partir de sus lenguas originales: cotejada diligentemente con anteriores traducciones y revisada con las directrices especiales dadas por su Majestad. Seleccionada para ser leída en las iglesias. Impresa en Londres, por Robert Barker, impresor de la más excelente majestad el Rey. Anno Domini 1611”.
Con el tiempo la King James Bible fue ganando influencia y preferencias en distintos espacios de la sociedad inglesa. De tal manera que la traducción no solamente fue la base de las creencias religiosas de generaciones de angloparlantes, sino que, también, influyó poderosamente en la cultura. Grandes obras literarias se hicieron eco de sus pautas y figuras de lenguaje. De tal manera que se puede decir de la producción literaria en ingles, lo que afirmó Bertolt Brecht cuando le preguntaron qué libro alemán le parecía el más importante: “Usted quizá se ría: la Biblia [traducida por Lutero]”.
[3]
Las condiciones que rodearon las traducciones de la
King James Bible y la de Martín Lutero fueron muy distintas a las enfrentadas por Casiodoro de Reina en su traducción de Las Escrituras al castellano. Casiodoro debió realizar su trabajo bajo persecución, con escasos recursos a su alcance y, sobre todo, contra todo el aparato religioso-político de la Contrarreforma católica.
[4]
El peso cultural de la Biblia en las naciones que favorecieron su traducción y difusión en los siglos XVI y XVII entre el pueblo, ha trascendido los siglos e incluso hoy en buena medida en el imaginario social el Libro tiene importantes repercusiones. Por su parte, en los países dominados por la Contrarreforma, con su prohibición de que la Biblia fuese leída en idiomas “vulgares”, Las Escrituras resultaron ajenas a su construcción histórico cultural.
La
King James Bible contó con enormes respaldos para circular primero en Inglaterra y después en las colonias inglesas en el Nuevo Mundo. Muy otro fue el destino de la
Biblia del Oso, la publicada por Casiodoro de Reina en 1569. Muy tardíamente se ha reconocido a la traducción de Reina, y revisada por Cipriano de Valera en 1602, con pleno derecho para ser considerada como una obra maestra digna del Siglo de Oro español.
Tal vez podemos datar la entrada de la
Biblia del Oso al canon de la literatura en español poco más de cuatro siglos después de haber sido originalmente publicada. En 1986-1987 la Editorial Alfaguara publica (en cuatro tomos) el libro traducido por Casiodoro de Reina. Más recientemente la Sociedad Bíblica de España, en 2009, puso en el mercado librero la
Biblia del Siglo de Oro en español contemporáneo. Se trata de la Reina-Valera pero en la revisión de 1995, la que ya muestra considerable lejanía de la versión de 1602. Sin embargo incluye interesantes y muy útiles artículos introductorios de Ricardo Moraleja Ortega, Luis N. Rivera Pagán, Plutarco Bonilla, Samuel Escobar, José Manuel Sánchez Caro y Gabino Fernández Campos.
La fuerza y belleza del lenguaje de la King James Bible es indiscutible. Ha estado en el centro de la cultura de habla inglesa, no ha sido marginal como su contraparte en castellano, la citada Reina-Valera. Porque “quedaría inconcluso el estudio de la literatura inglesa moderna sin auscultar los influjos claves de que en ella tuvo la Biblia King James […] en la literatura inglesa [y norteamericana] resuenan por doquier las voces de los textos sagrados leídos en la King James. La lectura de los salmos ejercita la destreza poética que luego florece en William Blake o John Milton, igual que la indignación profética es la raíz profunda de las mejores utopías literarias anglosajonas”.
[5]
[1] Alister McGrath,
In the Beginning. The Story of the King James Bible and How it Changed a Nation, a Language and a Culture, Anchor Books, New York, 2001, pp. 163-164.
[3] Stephan Füssel,
La Biblia de Lutero de 1534. Una introducción histórica-cultural, Editorial Taschen, Colonia, 2003, p. 7.
[4] “Desde mediados del siglo dieciséis hasta 1948 todos los escritos de Reina y Valera ocuparon lugar de honor en el notorio Índice de Libros Prohibidos (
Index Librorum Prohibitorum et Expurgatorum) de la Iglesia católica”, Luis N. Rivera Pagán,
La Biblia Reina-Valera: obra maestra del Siglo de Oro español, conferencia en el Seminario Evangélico de Puerto Rico, 28 de octubre de 2009, p. 10.
[5] Luis N, Rivera Pagán,
Op. cit., p. 11.
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