La muerte de Egidio socavó tanto su ánimo que en sus memorias nos comenta, que hubiera preferido seguir los pasos de su amigo a continuar muerto en vida entre esas cuatro paredes. Francisco no va a permanecer con los brazos cruzados. Entre otras cosas, escribe cartas a miembros de la Corte, pero las respuestas que recibe son evasivas, aunque sigue teniendo fe en su pronta liberación.
Mientras todo esto acontece, el Emperador da permiso a su Confesor para poner en manos del presidente de la corte judicial de Brabante el caso de Enzinas, recogiendo todos los testimonios que pudiera para su enjuiciamiento, pero los enviados judiciales no encuentran a nadie dispuesto a declarar en su contra. Se hace cargo del caso un tal Luis de Sot, secretario del gobernador.
Uno de los familiares de Francisco acudió a visitarle para darle la noticia de que no se había hallado ni a una persona que testificara en su contra.
Cuando el gobernador vio que no había pruebas contra el burgalés remitió de nuevo el caso a la Corte Imperial. Los enviados Imperiales vuelven a hacer pesquisas para reunir testimonios contra el burgalés. Al no hallar estos tampoco testigos contra Francisco, se reunieron nuevamente con él antes del retorno del Emperador, temiendo que este se enfadara al ver que todo aquel asunto seguía detenido. Los inquisidores leyeron nuevamente las acusaciones al prisionero, una vez más Francisco les respondió diligentemente, desmontando sus razonamientos. Sus interrogadores, enfadados, le presentan una nueva acusación. Según parece un cura había declarado que Francisco se había alegrado ante la noticia de la muerte de Juan Eck, uno de los mayores polemistas, contrario al Evangelio y contrincante de Lutero en varios debates. Según nos narra el mismo Francisco, las cosas no sucedieron como las declaró el cura, Si bien era verdad que había expresado alegría fue después de saber que el polemista había muerto de manera cristiana.
Tras la llegada del Emperador a la Corte algunos nobles interceden por él, mas todo es inútil.
El retorno poco después de la reina a la ciudad renovó las esperanzas de muchos de los presos, ante la posibilidad de un indulto general. Pero los únicos presos puestos en libertad, fueron aquellos que habían cometido crímenes civiles, dejando encerrados a todos los disidentes religiosos.
Enzinas pidió a sus amigos que aceleraran el proceso y promovieran el nombramiento de un fiscal y la promulgación de cargos, ya que, de esta manera, podría defenderse y terminar con el proceso.
Unos días más tarde se presentan los cargos contra Enzinas, que ocupaban aproximadamente diez hojas. Los cargos principales eran los siguientes: Primero: que Francisco es muy sospechoso y tiene fama de luterano. Segundo: Que ha tratado con herejes. Tercero: Que ha elogiado a Melanchton. Cuarto: Que mandó imprimir un Nuevo Testamento traducido por él al español en contra de las ordenanzas de su Majestad el César... Quinto: este mismo Francisco es autor y traductor del pernicioso opúsculo
Sobre la libertad Cristiana y Sobre el libre albedrío. Sexto: Compró y tuvo en casa un libro titulado “Epítome” de las obras completas de San Agustín, obra de Juan Piscator, que contiene proposiciones heréticas. Séptimo: Que todo ello es contrario a las ordenanzas...ni este ni ningún otro podría en ningún caso alegar ignorancia.
El mismo Francisco refutó sus acusaciones de la siguiente manera: “de la primera acusación dijo que era inventado y forjado por ellos mismos. La segunda acusación fue negada sin más. Admitió la primera y segunda parte del artículo tercero, pero no la última. Del artículo cuarto se declaró inocente. En la quinta afirmo, que nunca había editado nada fuera del Nuevo Testamento. El sexto artículo lo negó, ya que no conocía el libro al que se referían ni el autor. El último artículo también lo negó, ya que las ordenanzas habían sido promulgadas una sola vez”.
Mientras seguía el proceso a Francisco la Corte partió para Gante. En dicha ciudad aprovechando algunos monjes la visita de Carlos V le pidieron autorización para perseguir a los evangélicos de la ciudad. Las persecuciones terminaron por extenderse a todo el país, acabando con la vida de numerosos protestantes. Tras el regreso de Carlos V a Bruselas, le siguen las persecuciones propagándose por los alrededores de la ciudad.
Según la narración de Francisco, las matanzas fueron terribles. A muchos de los ellos les tiraban al río dentro de sacos de cuero, otros eran enterrados vivos y otros asesinados a escondidas y la mayor parte eran encarceladas injustamente.
Con el fin de corroborar los hechos descritos por Francisco en sus memorias y ver si las fechas se ajustan a la realidad, pasamos un momento a examinarlas.
La visita del Emperador a la ciudad donde estaba encarcelado Francisco, Bruselas debió producirse entre el invierno de 1544 y el otoño de 1545, ya que en marzo nuestro protagonista ya había escapado de su prisión.
El 18 de septiembre Carlos V y Francisco I firman la Paz de Crépy. Esta localidad está cerca de Bélgica. En Diciembre ha estado en Gante ya que nos ha quedado noticia de que en dicha ciudad sufre un terrible ataque de gota. El 13 de Enero continúa en Gante, debido a que casi no se puede mover por su enfermedad. El 3 de Marzo ya está en Bruselas, como prueba de ello está la carta que escribe a su hijo Felipe desde dicha ciudad. Recordemos que el itinerario de Carlos V en las memorias de Francisco de Enzinas es primero Gante y luego Bruselas, como hemos visto la correspondencia del Emperador lo corrobora. Carlos V no dejará los Países Bajos hasta Mayo de ese año para dirigirse hacia Aquisgrán y Worms. Las persecuciones aducidas por Enzinas en sus memorias se corresponden con el recrudecimiento de la persecución tras el tratado de Crépy, coronadas con la detención de Pierre Brully, emisario de Bucero y Calvino
La situación por la que pasaba la ciudad, animó a Francisco a escapar. En muchas ocasiones había tenido oportunidad de hacerlo, pero la confianza en su inocencia se lo había impedido.
El día 1 de Febrero (aunque seguramente fue en Marzo, ya que el Rey no llega a la ciudad hasta este mes), después de cenar,
Francisco quiere estar sólo y se aparta de los demás presos acercándose a la puerta para tomar el fresco. Al apoyarse en ella, ante su sorpresa ve que ésta cede. Primero se queda dubitativo pero decide continuar. Las otras dos puertas que daban al exterior también estaban abiertas y sin guardia. Francisco siente como algo le impulsa a salir fuera y así lo hace.
Una vez en la calle, cerró la puerta tras de sí, para que no se inculpara al alguacil de su huida. Al principio no sabía a donde dirigirse, la agitación y el largo tiempo pasado encerrado, le hacían sentirse confuso, pero luego acertó a ir a la casa de un amigo.
Aquella misma noche saltó las murallas de la ciudad dirigiendo sus pasos hacia Amberes. En Malinas tomó un carruaje que le llevaría a su destino más rápidamente.
Pero la milagrosa liberación de Enzinas no había terminado, sin saberlo había viajado al lado de Luis de Sot, el secretario que había llevado su proceso y un enemigo acérrimo de los evangélicos, pero éste no le ha reconocido.
Algunos han visto en la fuga de Enzinas un simple complot de sus numerosos amigos para liberarle, otros el deseo de las autoridades de quitarse tan engorroso prisionero de encima, ya que la inminente llegada del Emperador podía poner en tela de juicio su eficacia al no haber encontrado testigos contra el acusado. Francisco y sus amigos más allegados lo tomaron como un milagro.
Es posible que sus amigos le liberaran, pero es extraño que no se pusieran en contacto con él ni tuvieran un plan de fuga, de hecho Francisco no sabía a donde dirigirse. En el caso de que fueran las autoridades las que permitieron la fuga, podían caer en un delito grave de traición. Otros pueden apuntar al descuido de sus carceleros o a la casualidad. De una manera u otra Francisco fue liberado y esto fue un milagro, ya que muchos de sus correligionarios morían a menudo en las manos de la Inquisición.
Enzinas podía empezar una nueva vida. Tras de sí dejaba varios meses de incertidumbre, tristezas y miedos. El joven burgalés se había convertido en un proscrito, nunca más podría volver a su país. Francisco ahora era ciudadano solamente del Reino de los cielos.
Continuará
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