Entre los relatos que Francisco de Enzinas contó a las personas que iban a visitarle a la cárcel destaca el que contó sobre
la vida y muerte de Francisco de Sanromán. La triste historia del primer mártir protestante español.
Sanromán, burgalés como nuestro protagonista, viejo conocido de Francisco de Enzinas y residente de Amberes. Su cultura era básica y su religiosidad popular, lo que no hacía presagiar en él un interés especial por la religión. En el año 1540, fue enviado por algunos compatriotas comerciantes para cobrar una deuda a la ciudad de Bremen. Una vez en la ciudad, no se sabe porque entró en una iglesia, tal vez le atrajeron los cánticos del interior. Dentro un elocuente predicador disertaba sobre algún texto bíblico, prendiendo el mensaje del Evangelio en el corazón de este burgalés. Tras el sermón se acercó al predicador y le empezó a hacer todo tipo de preguntas, invitándole este a su casa para continuar la conversación. El pastor se llamaba Jacques Probst, lo poco que sabemos de este hombre se reduce a su cargo de prior de los agustinos de Amberes, seguidor de las doctrinas de Lutero y obligado a renegar de ellas en 1521 en que huye a Wittemberg. El resto de su vida la pasó pastoreando la congregación de Bremen, donde le conoció Francisco de Sanromán.
Sanromán se convirtió en la casa de aquel pastor, tomando una decisión para su vida.Desde ese momento nada sería igual. Tres días pasó en la casa de Jacques, desde donde partió para Amberes con el deseo de hablar a sus familiares y amigos de lo que había descubierto. Llevaba consigo algunos escritos del pastor, junto a unos pocos libros en francés y alemán.
El recibimiento no fue el esperado. Las cartas que había enviado, donde contaba su conversión habían puesto en guardia a sus conocidos, preparándole una pequeña encerrona a su regreso. También escribió dos o tres cartas al Emperador, denunciando el estado de la República Cristiana y su obligación de instaurar la verdadera doctrina de Cristo purificada.
Francisco de Sanromán partió de Bremen y a su llegada a Amberes fue detenido por unos monjes y hecho prisionero. Sufrió varios interrogatorios y se le conminó a abjurar de su fe, pero al ver la tozudez de su prisionero, decidieron soltarle.
Tras ser liberado pasó unos veinte días en la ciudad, marchando a Lovaina donde se encontró con nuestro protagonista.
Francisco de Enzinas encontró a Sanromán demasiado alterado y le animó a que rehiciera su vida, dedicándose a su profesión, desde la que podía servir a Dios. Aunque Sanromán pareció entrar en razón, muy pronto tomó la decisión de ir a Ratisbona para hablar con el Emperador.
Podría parecernos, que la extravagante forma de comportarse de Sanromán le cerrara las puertas de la corte y toda posibilidad de hablar con un hombre tan ocupado como estaba el Emperador, pero la verdad es que este le recibió y le escuchó con atención. Hasta cuatro veces habló el Sanromán con Carlos V, pero la última fue hecho prisionero por la escolta real, y si no hubiera sido por la intervención del Emperador, sus hombres hubieran arrojado al español al Danubio.
Sanromán fue encarcelado por orden del Emperador y tuvo que partir junto a su séquito cuando éste marchaba para sus guerras en África.
Los datos que nos facilita Francisco de Enzinas en sus memorias sobre este suceso son fácilmente contrastables. Efectivamente el Emperador Carlos V estuvo en Ratisbona en el año 1541, donde celebró la famosa dieta que lleva el nombre de la ciudad. Poco antes de entrar en Alemania Carlos V había suspendido los procesos contra algunos protestantes, lo que pudo animar a Sanromán a realizar su atrevida aventura. La razón principal de la dieta era de carácter religioso. Al finalizar las reuniones el Emperador parte con cinco mil soldados italianos, sin contar otros cuerpos de caballería y artillería. Su ruta fue de Alemania a Austria pasando por Suiza y llegando a una localidad cercana a Pisa. En dicha localidad se entrevistó con el Papa Paulo III. Embarcó sus tropas en el puerto de Spezzia y viajó hasta Mallorca, donde se le unió el resto de su ejército. El 19 de octubre estaba frente a Argel. Al parecer Sanromán tuvo que acompañar al Emperador por todos estos territorios. Según Francisco de Enzinas escribe en sus memorias Sanromán llegó hasta África prisionero. Es extraño que Carlos V no dejara a tan molesto viajero en Mallorca, donde pasó unos días, o en la isla de Ibiza. En cualquiera de los dos sitios pudo haber dejado al prisionero. La respuesta puede ser un problema de jurisdicciones, ya que Sanromán era castellano de Burgos.
Después de dejar Argel, Carlos V se dirige a Cartagena para desembarcar y de allí a Castilla. Francisco de Enzinas está tan seguro de que su amigo y compatriota viajó a África, que narra con detalle, como iba este con el séquito real atado a un carro y como regresó a la Península junto al derrotado Emperador.
Una vez en manos de la Inquisición Española se siguió con el tratamiento habitual: inmediato encarcelamiento, interrogatorios, en la mayoría de los casos acompañados de torturas físicas y psicológicas. Normalmente se anima al preso a retractarse y negar su fe. La condena final fue la hoguera.Una vez a las afueras de la ciudad (presumiblemente Valladolid), cuando Sanromán estaba en la hoguera, los monjes creyeron escucharle pidiendo clemencia y le sacaron, a lo que el respondió que le dejaran morir en paz. Así moría el primer mártir evangélico español.
Después de narrarles esta triste historia y de referirles otros casos de injusticia, en los que sus compatriotas eran juzgados, se despidieron de Enzinas los dos caballeros.
Un nuevo preso entablará amistad con nuestro protagonista. Su nombre
es Justo Jusbergio. Este hombre sufrió las persecuciones de Lovaina; hecho preso por el gobernador, fue acusado de luterano, por poseer un Nuevo Testamento y una porción de los sermones de Lutero. Fue interrogado por dos comisarios del Emperador, torturado y encerrado por tres semanas en una celda sin luz.
Después de charlar con Justo, Enzinas recibió la visita de un personaje de la corte, que le trajo las buenas noticias de que su libro había sido considerado ortodoxo, y que por tanto los cargos contra él iban a ser retirados.
Al día siguiente el nuevo amigo de Enzinas, Justo, fue llevado ante sus acusadores e interrogado. Tras varios días de pesquisas, fue condenado a muerte y ejecutado por sus creencias evangélicas.
Tras matar a Justo, los interrogatorios se centraron en Egidio.Tras varios días de entrevistas, el amigo de Francisco es trasladado a otra ciudad, donde se le aplican varios tormentos, es condenado y ejecutado.
La muerte de Egidio levantó ampollas en la sociedad holandesa.Este hombre era considerado como una persona justa y buena, por lo el que el pueblo se indignó contra las autoridades religiosas.
Según el testimonio de Enzinas, estos juicios levantaron barreras cada vez mayores entre los religiosos y el pueblo.
Esta situación debía tener muy preocupado y triste a Francisco. En muy poco tiempo dos de sus amigos y hermanos habían sido juzgados y asesinados. Seguramente nuestro protagonista veía su propia muerte cerca, pero algo milagroso iba a suceder.
Continuará.
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