Volvamos a Unamuno: su relectura siempre es necesaria, más todavía en tiempos anémicos, como los actuales. Allá por agosto de 1924 y ya en París, recién liberado de su destierro de Fuerteventura, Jean Cassou le pidió que escribiese sus impresiones de viaje. Aquí un extracto: “Todo poder espiritual que ha tratado de unificar la vida europea ha fracasado. Y entre ellos el catolicismo. Y es muy difícil, creo que imposible, que la Iglesia católica pueda imponer disciplina a las almas de las naciones porque tratará de hacerlo en nombre de dogmas en que ya no cree. Reducir su papel a imponer una disciplina, poner la organización por encima de la verdad del dogma es confesar que hoy, en el fondo, es una institución pagana”.
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La eternidad está hecha de poesía: por ello no envejece nunca.
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¿Cómo evitar tanto parloteo, tanta inanidad de la palabra? Peligrosa situación la que tenemos pues ello conduce a que muchos descrean de ellas, desconfíen del lenguaje y estimen que todo gira en torno a una construcción vacía. ¡Saquémoslas del lodazal donde están embarradas para acompañar un decir hipócrita, propio de la corruptela del pensamiento y del sentimiento! Rescatemos, al menos, las palabras esenciales: Solidaridad, pan, Cristo, libertad, justicia, humildad… ¡Hagamos que la Palabra vuelva a ser salvación!
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Estatuas caídas, rotas: argumentos del mármol y de embriagueces humanas peregrinando hasta besar las extremidades de dichas deidades.
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En el basural ves cómo brota una flor. ¡Ésa la regeneración moral que necesitamos!
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El poder pervierte porque siempre esta sazonado con granos de maldad y de violencia. Aun así, lo frecuente es que casi todos los seres humanos quieren detentarlo. En las dictaduras prima la violencia; en la pseudo democracias, la escenificación, el contubernio.
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Los prejuicios se alimentanpor simples intereses de parte; no lo olvides.
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Niégate a aceptar que todo debe ser tinieblas, demoliciones o fétidas arengas.
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El pueblo saharaui: allí están, en el desierto del Tinduf –como semillas secas aventadas por nuestra desidia-, sin poder acercarse a la geografía que siempre fue suya. Entre dunas de arena lanzan su mirada hacia el lugar ocupado, imaginando la tierra distante al poner el mismo nombre a sus campamentos (El Aaiún, Auserd, Smara y Dayra). Pero ellos no desean inventarse otro cielo: saben que cada oscuridad es como otro muro para sumar a su largo exilio. Allí muerden el aire del azar y el tiempo les parece sin suficiente velocidad para proclamar su existencia. Mientras llega la paz y el retorno, Ahmed Boibat duerme sobre la alfombra roja de su morada, en la
daira Tichla de la
wilaya de Auserd.
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Coloca los afectos en sitial de preferencia.
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Han hecho de la mentira algo tan normal como respirar.
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Días encenizados, reflejo de la desmotivación, como si la crisis económica no fuese producto del desbande generalizado, donde muchos tildaban de tonto al prudente. Y no por ello debes claudicar: el hombre supera adversidades si persevera y acompaña su singladura siendo justo y verdadero.
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Rigen ingrávidas profecías: no admiten presión y sí un sutil silabeo.
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Hasta fríos extremos soporta el espíritu que siente el milagro del vivir naciendo para medir su vuelo en el desmonte de la carnalidad. Ya crucificado, abre los ojos en tal profundidad que condecora dádivas engendrada bajo el fuego íntimo del creer. Sí dócil e inocente un instante, luego sus pupilas miran de frente lo que enseñan los otros. Cetros de luz o de negrura bajan al sotobosque donde se guarda lo que nunca nadie ha descifrado.
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Con el ojo del enigma, al Poeta revivirás constantemente.
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Algunas veces el puente de los sueños es más resistente que el construido de acero.
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Los pequeños seres asaltan la vida y flagelan y creen destruir la transparente creación, los labios que cantan con algarabía. Los pequeños seres no ofrecen tregua: nacen de sí mismos o de la tetona envidia, y llaman Director a un minúsculo alacrán. Los pequeños seres se encubren y reman en la sombra: sólo desean hurgar, incendiar, menoscabar… Los pequeños seres no escriben romanceros: pierden su tiempo en el rechazo, tergiversan sus vidas simplificando, quitando, cayendo, suplicando…
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Salvo excepciones, la moral política está viciada, como la justicia. Por ello sitian a quienes apelan al coraje del amor para salvar del derrumbe definitivo lo ya edificado.
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La agonía se multiplica por la temperatura del desatino.
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Ante el doble silencio, lo mejor es observar qué escriben, en las nubes, los vientos propicios.
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Tardío bautizo, pasado el arcoiris: ¡era la Hora!
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En tiempos de dictadura es el preso quien vigila al criminal. Entre barrotes es libre el que estiman vencidos. El otro, el represor, se sabe encarcelado en su propia insanía.
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Hay quien sólo es feliz cuando hace sonar sus bocinas apocalípticas. Así, ululante, cruza por la vida.
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No pierdas la ocasión para guardar silencio. Luego, respira en lo profundo y, desde el corazón, pronuncia la palabra “milagro”.
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