Breviario del sosiego/ 74

Contigo, por Cabo Mondego, se me hizo marinero el corazón.

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Convoco al que cree y es feliz dando su mano al prójimo. Y le digo: “¿Qué necesitas para que también ofrezcas de lo tuyo al que regresa?”. Ésta la respuesta: “¡Fe en el Hijo que transita por esta tierra de sangre! ¡Fe en el prójimo que ofrece su pan como ejemplo!”. Conclusión: Pantomimas, ¡fuera!

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¿Qué hacer cuando crece el ocaso y tu cuerpo grita sus ansias y se abultan los párpados, y se afiebran los ojos?

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Enjoyada fealdad la de quien ahoga la respiración de sus propias huestes

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El futuro es conocerte. También el presente que resucita una luz.

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El amor navega, migra si no lo nutres con fervor, con esa caricia virginal que trasmiten los años.

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Unos ojos niños conservan el rayo que se ha caído.

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Yo mismo digo de cuánto soy culpable:
Me culpo por repetir el gesto del samaritano mientras otros pasan de largo a sus rituales. Me culpo por regresar y ocupar el sitio que mi abuelo dejó para que aquí se le recuerde. Me culpo por dar morada gratis a los autóctonos. Me culpo por seguir echando cartas al buzón cuyas grandes letras son precisas: “Extranjero”. Me culpo por compartir mi pan con otros foráneos como yo. Me culpo por pedir que los demás se quiten el triste bozal del desamor. Me culpo por protestar contra leyes injustas. (¡No era tan inocente como creía!).

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Otrosí digo: Firmo papeles a quien pida mi firma porque mi Ley no es una fruta azucarada para la gente que tiene los pies helados. Y estimo quesólo debe hablarse del flotante paraíso mientras la mano esté crucificada a la experiencia de firmar salvoconductos.Y es quetoda obra se madura en el ejemplo de los que no se conforman con apalabrar.Firmo para que lo humano sobresalga y se abra brecha por esta frontera bajo el cielo.

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El mar revienta contra las rocas. Se pone a bramar ante nosotros. Todo es tan real como el ruido del mundo, como la sombra canalla de los dictadores, como el instinto de tus manos delicadas.

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Rosas encendidas por tu Aparición.

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¡Pobres bocas muertas, niños hambrientos, amarillos!

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En otra visita pisaremos, por la Playa de la Claridad, las arenas que ha perdido el desierto.

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Escrito por mí, basado en el sentir de un hermano en la fe, inmigrante: “España, no me expulses con tu olvido ni golpees el tabique de mi habitación si voceo el salmo entrecortado con la auténtica noticia de la travesía. Yo, que no soy pobre de esperanzas, confraterno para sortear corazones muertos hasta pisar de nuevo el parturiento suelo que luego crece en mis labios, porque soy de donde vuelvo. Soy el regresante. Algún año yo volveré a casa por el mar del asombro, y contaré lo que enteramente sucedió”.

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Desde el acantilado, viendo el horizonte del mar, acaricio un amor como puente hacia el Infinito.

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¡Qué magnífico país! Mata sin juicio, y encima lo aplauden. ¿Volvemos al Ojo por Ojo, Diente por Diente? Y luego hablan de Cristo…

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Precipicio de la justicia: allí, aquí…