Siguen vivos en sus obras, como corresponde a las promesas de quien es su Señor y nuestro. Por eso, ante las especulaciones sobre el futuro y sus señales, siempre abundantes (recuérdese la avalancha de interrogantes sobre el año 2012), pero hoy especialmente por los recientes acontecimientos,
me parece valioso que miremos cual era su postura sobre el futuro, incluyendo su idea del hombre de pecado, hijo de perdición, y el anticristo.
Admitiendo que las cuestiones sobre el final de los tiempos es un terreno donde más tiempo se pierde; también es cierto que sin tener suficiente perspectiva del final del trayecto, no se puede actuar paso a paso como corresponde.
¿Cómo veían nuestros reformadores ese final de trayecto?
Es común en todos ellos su visión de la historia como el espacio donde los frutos del sacrificio de la cruz se extenderían y triunfarían, y esto mediante la presencia de Cristo por su Palabra y Espíritu, nunca por su presencia personal, la cual quedaba desplazada al instante final de la historia con su segunda venida, tras lo cual ya no habría más historia aquí en la tierra, sino la consumación de la misma.
Es importante, sin embargo, recordar que no preveían triunfo alguno de una iglesia determinada, sino de Cristo y su Iglesia (la Católica, multiforme en sus circunstancias terrenas).
Ese triunfo ya se daba en sus días, a pesar de las persecuciones
. Triunfo que debería ocurrir contra lo que representaba la iglesia papal. Por ello, para todos, era una doctrina común que el papado es el hombre de pecado, el hijo de perdición, por tanto: el anticristo (en toda su extensión histórica, no como una persona específica).
En la Reforma Protestante, es evidente que se interpretó al papado como el anticristo, aunque con discursos diversos (uno de los más gruesos fue el de Lutero). Con ello no se descubría nada nuevo, desde siglos antes notamos este lenguaje en todos los sectores que procuran la reforma de la cristiandad. Siempre se tenía de referencia la estructura del papado como el lugar que convenía asignar al anticristo. Es cierto que la Reforma Protestante le concede una difusión especial, pero no es su inventora. En esa dirección siguen nuestros reformadores españoles; precisamente es un tratado sobre el tema el motivo del descubrimiento de la iglesia clandestina de Sevilla y su posterior supresión.
Nos convienen tres anotaciones:
Primera, que siempre se alude a la estructura del papado, no se incluye jamás en ese campo a los que están en el camino de la fe, aunque formalmente en lo externo pertenezcan a esa organización.
Segunda, que la mayoría del mundo evangélico en la actualidad tiene un discurso sobre estas cuestiones del final de los tiempos cuyos parámetros han sido desconocidos a la generalidad del cristianismo, y que se formalizan a final del siglo XIX. En tal discurso ha desaparecido el anticristo como algo presente y se lo coloca en el futuro.
Tercera, que me interesa especialmente la cuestión porque supone un elemento sustancial de la teología de nuestros reformadores, y por su aplicación a la situación de sus días, en la que se conecta también nuestro tiempo como el momento en que sus oraciones y anhelos se cumplirán.
Para ello les propongo que leamos algo de lo escrito por Cipriano de Valera (realmente cualquier otro podría servirnos, pero él escribe con especial vehemencia de su España, que es la nuestra).
“Y a muchos de día en día va desengañando: como vemos por la experiencia. Dios por su infinita misericordia los multiplique: para que el número de sus escogidos se cumpla, y así el pecado cese, y Cristo solo sin ninguna competencia del Anticristo reine. Amén”
“Probaremos en este primer tratado con la ayuda del Señor, cuya causa aquí mantenemos, el Papa ser falso sacerdote y verdadero Anticristo”.
“Por Anticristo no debemos entender un hombre solo que haya de hacer y acontecer, sino debemos entender un estado, una silla, una sucesión de hombres, un imperio levantado contra Cristo: pero con nombre y título de Pastor … Y ya hemos probado que el Papa, que es el Anticristo, ha edificado su reino poco a poco de la ruina del imperio Romano. Todo esto no puede convenir a un solo hombre, sino a un estado y condición de hombres”.
“Y como Daniel, para consolarnos, nos avisó del miserable fin del Anticristo, así también S. Pablo, y aún más claramente que Daniel, dice: que el Señor lo matará con el Espíritu de su boca, y con la claridad de su venida lo quitará. Lo cual vemos que se va cumpliendo cada día más y más. ¿Cuántos reinos y provincias conocen ya el Papa ser el Anticristo? … [Espíritu de su boca] Con su palabra, con la Escritura sagrada, con la doctrina del viejo y del nuevo Testamento, con la Biblia, que tanto él aborrece. Muchas naciones lo han desahuciado, sola España e Italia le dan vida. Pero por más que hagan, su enfermedad es incurable, y sin duda ninguna morirá de ella”.
[La Bestia contra los mártires] “Testigos son los fuegos y persecuciones de Sevilla, de Valladolid, y de otras partes de España. ¿Qué satisfacción hará esta Bestia tan cruel por un Doctor Constantino, única perla de nuestra España?, ¿por un Doctor Vargas?, ¿por un Doctor Egidio?, ¿por un Don Juan Ponce de León, hijo del Conde de Bailén, y tan cercano deudo del Duque de Arcos?, ¿por un Cristóbal de Arellano, doctísimo por la confesión de los mismos Inquisidores?, ¿por un Jerónimo Caro?, ¿por un Licenciado Juan González?, ¿por un Licenciado Losada?” … [Todos de pía doctrina y vida] “¡Oh Sevilla, Sevilla, que matas y quemas a los profetas que Dios te envía! Nómbrame unos ocho de tus siervos del Papa, que hoy en día vivan en ti, que se puedan comparar y parangonar, así en vida como en doctrina, con los ocho que he nombrado, que entonces quemaste … Debajo de las cenizas de estos bienaventurados tiene Dios escondidas muchas centellitas, las cuales, cuando le placerá, las soplará, y encenderá de tal manera, que harán otro mayor fuego que el pasado. Y así se acrecentará el número de los fieles…”
[Estos diez reyes luchan y defienden al Anticristo, pero luego se levantarán contra él] “Alemania, Suiza… también Francia y Polonia están para dejar al Papa. Quien viviere, oirá un día lo mismo de España. Ya Dios ha comenzado, no querrá dejar su obra imperfecta, ni a medio acabar.”
“¿Y con todo esto, España estás ciega, y no ves, ni conoces al Anticristo, al cual, pensando servir a Dios, y honrar a su Hijo Jesucristo, adoras y honras? Dios te haga misericordia, y te abra los ojos del entendimiento para que leas, oigas, y entiendas la voluntad de Dios, que su Majestad ha revelado en su Santa Escritura, sin cuya lectura, o meditación, es imposible el hombre acertar con la verdad … Cuando con espíritu de humildad las hubieres bien leído y meditado, entonces entenderás cuánto haya sido tu ceguera e ignorancia. Entonces, convirtiéndote de todo tu corazón al verdadero Dios que te creó, redimió y santificó, abominarás los ídolos de tu plata, y los ídolos de tu oro, que tus manos pecadoras (como dice
Isaías, 31: 7) habían hecho, y tú, ciega e ignorante, los honrabas y adorabas, pensando que hacías gran servicio a Dios. Entonces los arrojarás de ti, los desmenuzarás y consumirás. ¡Tanto será el odio que tendrás con la idolatría! Entonces, entonces, cuanto tú más que todas las naciones del mundo, te has en estos tiempos abatido y apocado, sirviendo y adorando este monstruo, este hombre de pecado, este hijo de perdición, esta Ramera vestida de grana y de púrpura, y adornada con tanto oro y pedrería, esta Bestia, este Anticristo, este tu Papa, este tu Dios en la tierra; tanto más teniéndote por avergonzada y afrentada de lo que has hecho (porque amas, y estimas la honra tanto y más que otra nación), le deservirás, abominarás, y procurarás su total ruina y perdición. Dios te haga gracia, y presto, por el sacrificio que su Hijo Jesucristo, nuestro sumo y único Pontífice, Redentor y Señor nuestro, le ofreció. Amén”
“Síguese de aquí, que si son sacerdotes, no son instituidos por Dios, sino por el Diablo: y así son sacerdotes de Baal. Plazca a nuestro Dios y Señor convertirlos; o si son vasos de ira, quebrarlos con vara de hierro, para que no hagan más mal a la Iglesia Católica, Esposa de Jesucristo, y redimida con su preciosa sangre. Espero en mi Dios omnipotente, que algún día habrá misericordia de nuestra España, y enviará al verdadero Elías que con la potencia de la palabra de Dios, mate a estos falsos Profetas y sucios sacerdotes.”
Estas citas son de Dos Tratados: del papa y de la misa.Es evidente que los hechos de la historia no se complacieron con el autor en una secuencia inmediata. Eso ocurre siempre en lo tocante a las fechas y sucesos, que nunca están cerrados en nuestro horizonte cercano y relativo, pero no afecta a la cosmovisión de triunfo final del evangelio, la Palabra que matará al hombre de pecado, al hijo de perdición, por tanto: al anticristo.