Breviario del sosiego/ 68

Cristo nos manda su justicia como un pan infinito.

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La injusticia en cualquier lugar es una amenaza en todos lados(Martin Luther King).

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La emoción, ¡esa riqueza!

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En la mesa de los sin pan, ¿acaso no existe comunión con Cristo?

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Bendición cuando la copa está llena, al menos con agua. Millones de seres no tienen fácil acceso al líquido elemento.

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Quitemos las vendas del amortajar y escojamos las palabras que resplandecerán mañana.

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Condenan, con regocijo, a sus semejantes; dan rienda suelta al amargor que guardan.

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Mientras más avances tecnológicos existan, más importancia tendrá lo espiritual, pues la necesidad sólo se reconoce cuando algo escasea. Tal inquietud es consustancia al hombre.

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No hablemos de amistad, sino de almas que se saben caminando juntas sin prisas en el tiempo.

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Excelente escritor y periodista sigue siendo Théophile Gautier (1811-1972). También penetrante observador de otras tierras, como cuando publicó su Viaje a España. Él creía que la casualidad es, quizá, el seudónimo de Dios cuando no firma.

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Necesitamos mucha fuerza espiritual para salir de esta crisis. Hay que vigorizarse dentro de uno mismo. Así tendrán valor hasta las migajas más nimias.

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El exilio puede ser una cárcel. A la mayoría no le gusta ser exiliado.

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¡Sé que en tu dolor te hago falta! Voy hacia ti.

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Los profetas son abogados del prolongado silencio de Dios. A ello suman el ser gestores de sus revelaciones.

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Primero el pensamiento. De él brotan los hechos.

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¿Te parece muy largo el camino y ya no sabes cómo andar?

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¡Teme al pudiente pobre de espíritu!

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¿Obediencia? Sí, pero ¿a quién? Muchos dirán en alta voz: “A Dios, claro; primero a Dios”. Pero tal elocuencia halla freno nada más salir a la acera. ¿Qué me dicen de ayudar al prójimo, al extranjero? No oigo. ¿Obediencia? Sí, pero ¿a quién?

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Ya abrirás tu Reino para mi goce. Entonces seré todo para Ti.

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La poesía es, posiblemente, la mejor forma de urgir a Dios para que responda

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Entre los congregados coexisten gratitud y resentimiento; abrazo incondicional y cierto desdén hacia los estratos sociales menos distinguidos.

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La vida, la muerte, lo que viene después… Existimos entre un paréntesis de profundos misterios.

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¡Qué asco el dinero que no huele! ¡Qué asco el capital que sólo genera pobreza!

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¿Enemigos? Creo que no habérmelos ganado, pero de cierto habrá alguno que así se presente ante los demás. A tales manifestaciones no suelo conceder mayor importancia, pues hasta Cristo los tuvo, y más feroces.

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Rige tu vida bajo los postulados del Amor.

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¡Cuánto duele la traición del que espera una debilidad para asestarte puñaladas!

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Que tu satisfacción sea por las cosas esenciales.

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Hablas del mundo, de las gentes que desconocen el mensaje de Cristo. Sumérgete entre ellos y comprobarás el por qué cuando exhortabas desde el púlpito no merecías su confianza.