La basílica de S. Pedro acoge las reliquias de una silla que la tradición hace remontar hasta el apóstol Pedro (aunque, como la mayoría de las reliquias, se forjaron en la Edad Media).
La cathedra Petri forma parte del altar, para indicar la combinación única de la enseñanza y de la función sacramental del Papa. El I Concilio Vaticano (1870) introdujo el dogma de la infalibilidad del Papa cuando éste habla
ex cátedra (desde la silla). Esto no es una referencia física a la silla, aunque el Papa con frecuencia habla literalmente desde la silla cuando preside los ritos y los oficios en San Pedro.
Ex cátedra se refiere a unas condiciones específicas que confieren la marca de infalibilidad a sus enseñanzas.
Además de esta única expresión de la autoridad papal, la silla se refiere también a su magisterio ordinario que se lleva a cabo de diferentes formas, tales como las encíclicas, las exhortaciones, los discursos, los libros, los medios de comunicación (tanto los escritos como los de audio) y otras ocasiones como las visitas papales y su presencia en las audiencias regulares.
Como parte de su magisterio ordinario semanal, el Papa pronuncia un discurso catequístico, los miércoles, en el contexto de una audiencia general a la que asisten unas dos mil personas entre peregrinos, visitantes, etc. La presentación se hace en italiano, pero se distribuyen al público resúmenes escritos del discurso en varios idiomas. Todos los textos están inmediatamente disponibles en la página web del Vaticano (
www.vatican.va). Generalmente, el Papa sigue las series del calendario litúrgico, los temas doctrinales, las vidas de santos, las tradiciones de la iglesia, etc. El 12 de enero, el tema de la catequesis fue particularmente interesante ya que se refirió al purgatorio.
La creencia en el Purgatorio forma parte de la doctrina CR (católico-romana) sobre el más allá. Fue elaborada en la Edad Media y declarada como tal por los Concilios de Florencia (1438) y Trento (1563). También se enseña en el
Catecismo de 1992 (nº 1030-1032). Es decir, está muy arraigada en la tradición de la Iglesia CR y en su horizonte doctrinal actual.
El purgatorio se refiere esencialmente a la “purificación final” de los salvados a fin de conseguir la santidad necesaria para entrar en el cielo. La premisa del purgatorio procede de la creencia de que la salvación no se obtiene sólo por la gracia y la fe, sino que es por la gracia y por lo que además se consigue por medio de los méritos y las obras. El purgatorio es la “última obra” que se requiere para alcanzar el cielo, o sea, un tiempo de purificación que dura en proporción a lo que todavía se necesita para purificarse. Aunque contiene reminiscencias del lenguaje de 1 Corintios 3:15 y 1 Pedro 1:7, la fuerza impulsora de su desarrollo ha sido la práctica de la oración por los muertos, como reconoce honestamente el
Catecismo CR. En realidad,
la doctrina CR cree que las oraciones, las indulgencias y las obras de penitencia pueden ofrecerse en nombre de los muertos, de modo que su purificación por medio del purgatorio se acelere.
En una de sus primeras catequesis del nuevo año, Benedicto XVI reanudó la doctrina del purgatorio en el contexto de una conferencia devocional sobre Santa Catalina de Génova, una mística del siglo XV, muy conocida por su visión del purgatorio. Según el Papa, Catalina no añade ninguna revelación nueva sobre el purgatorio, pero sus visiones subrayan el hecho de que es un “fuego interior” que prepara el alma para la plena comunión con Dios. Más que un lugar físico de fuego, tal como lo describió la imaginación de Dante en la
Divina comedia, el purgatorio es representado por Catalina de Génova como un fuego interior que hace ascender el camino del hombre hacia Dios.
El Papa deja claro que esta inteligencia mística no altera la doctrina tradicional, pero la expande hacia sus límites misteriosos. Las dimensiones físicas y espaciales del purgatorio se enriquecen aún más por el desenvolvimiento místico. Se trata de añadir otros elementos a la doctrina ya consolidada y no interrogarse sobre su perfil bien establecido.
El purgatorio ya ha estado en el centro del magisterio de Benedicto XVI en un tratamiento más extenso. Su segunda encíclica,
Spe Salvi (Salvados por la esperanza), contiene comentarios reveladores acerca del juicio en el más allá.
En la encíclica papal, el juicio de Dios es una combinación de la justicia y la gracia. Pocas personas (si es que hay alguna) recibirán sólo Su justicia (o sea, el castigo), y pocas personas recibirán Su completa gracia (o sea, la salvación inmediata). En cambio, mucha gente recibirá tanto la justicia como la gracia, por lo cual, el purgatorio es ese estado intermedio del alma que desvela a ambos (nº 45-48). En el más allá el alma pasa un tiempo de purificación, no mereciendo ni la justicia ni la gracia. En
Spe Salvi, el Papa también hace hincapié en la importancia de las oraciones y los actos de sufragio en nombre de los muertos con el fin de apresurar su tiempo de purificación. Esto se basa en la creencia de la “comunión” entre los vivos y los muertos que permite el sufragio de los primeros a favor de los últimos.
La doctrina del purgatorio forma parte de la doctrina CR que afecta a la gracia, el pecado, la salvación y la vida eterna. No es un apéndice secundario disponible, sino una parte esencial de la opinión CR del
ordo saluti. Hasta el momento,
Benedicto XVI ha reafirmado y extendido su núcleo doctrinal, añadiendo algunas sugerencias místicas en lugar de ir cambiándolo hacia una imagen que sea realmente
bíblica del más allá.
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