De José Jiménez Lozano dicen algunos críticos literarios que se trata de un autor “especializado en cuestiones religiosas”. No es exactamente así. Ocurre que Lozano cree, como lo planteó Zubiri, que “la religión es una dimensión formalmente constitutiva de la existencia”.
Por esta razón el escritor castellano trata el tema religioso en algunos de sus libros más conocidos, vendidos, leídos y criticados, de los que avanzo aquí algunos títulos:
“Un cristiano en rebeldía”, “Autoridad y libertad en la Iglesia”, “El ateísmo en España”, “Meditación española sobre la libertad religiosa”, “Parábolas y circunloquios de Rabi Isaac Ben Yehuda”, “Guía espiritual de Castilla” , “Poesía completa de San Juan de la Cruz” y otros de similar temática.
Jiménez Lozano, periodista, ensayista, novelista, poeta, nació en Langa (Ávila) el 13 de mayo de 1930. Cursó estudios en la Universidad de Valladolid y se licenció en Derecho por la Universidad de Salamanca. Posteriormente hizo los cursos de periodismo en la Escuela Oficial de Madrid. Ha colaborado en diversas publicaciones y ejercido como director en el periódico “El Norte de Castilla”, de Valladolid. En 1989 se le concedió el Premio Castilla y León de las Letras, en 1992 el premio Nacional de las Letras Españolas y en el 2002 el prestigioso Premio Cervantes.
Ahora, un grupo de amigos ha querido tributarle un homenaje literario, cuyas aportaciones figuran en el libro que estoy comentando, subtitulado “Ofrenda de amigos a José Jiménez Lozano”.
La edición y sistematización literaria ha sido realizada por Alfredo Pérez Alencart, poeta y profesor de Derecho del trabajo en la Universidad de Salamanca. Alencart ha reunido a un gran equipo de intelectuales compuesto por 40 destacadas personalidades del mundo del ensayo, la novela, la poesía, la música, la fotografía y la pintura. Proceden de Cuba, Venezuela, Brasil, Honduras, Colombia, Chile, Perú, Estados Unidos, Rusia, Portugal y España. En las páginas que presentan el libro Alencart afirma que en
“Naturaleza del Escribidor” “se copian -como primer plato denominado “Con amistad” –palabras, imágenes o partituras vindicativas, ovilladas por la amistad y el reconocimiento de quienes tienen ojos y oídos abiertos cuando recorren las páginas del escritor humanista”.
Los magníficos retratos que enriquecen el libro son del pintor Miguel Elías, alicantino, licenciado y Doctor en Bellas Artes por la Universidad de Salamanca, Profesor de Artes plásticas y Visuales. La pintura de Elías destaca por la ligereza y la transparencia extremas. Sus construcciones se organizan a partir de una estructura personal, visible; una síntesis íntima y sensible, materializada con un lenguaje puro y una acertada concepción del personaje.
En
“Apuntes y soledades”, Jiménez Lozano dice de la escritura que “nadie es grande por su estilo, sino por su gramática… por tocar la gloria y la llaga de la naturaleza trunca el destino humano”. Pone como ejemplo de esta escritura a nuestro inmortal Miguel de Cervantes y se apoya en una cita de Juan de Valdés en
“Diálogo de la lengua”: “Escribir como se habla”.
Ojeando espléndidos dibujos del pintor francés de origen ruso, Marc Chagall, Jiménez Lozano discurre sobre amor y erotismo en la Biblia. Esto escribe: “Los símbolos resueltamente eróticos o las conductas amorosas que tanto abundan en la Biblia y muestran, por tanto, una sabiduría profunda del corazón y de la carne humanas no han contado, curiosamente, nunca en teología, no se han escrutado como rastro del conocimiento de Dios que allí se revela”.
El mismo autor que escribe las páginas introductoras al libro firma también las últimas. Pérez Alencart dedica a Jiménez Lozano un espléndido poema que concluye aconsejando el desdén cuando sobre nuestras cabezas vuelen los pájaros del mal agüero:
Mientras se empeñan en dejarlo de lado,
queriendo evaporar sus escritos con amargos
incendios viscerales, él destila buen humor,
ofrece de comer a los pájaros
y termina por creer que tantas zancadillas
sólo fueron sueño.
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