No era un plan, era un deseo

Una pregunta se refería a que hace poco tiempo Seat anunció su intención de situar en el mercado 800.000 coches cada año mientras que él fijaba ahora esa cifra en 500.000. Su respuesta fue muy concreta y no menos clarificadora: No era un plan, era un deseo.

No es infrecuente confundir los deseos con los sueños, los sueños con los propósitos y los propósitos con los proyectos.

Desear es algo así como soñar despierto y, a pesar de su peligrosa dosis de irrealidad, ambas cosas son muchas veces el motor de arranque de pequeños logros, grandes éxitos y hasta conquistas inimaginables.

El propósito es un paso hacia adelante sin haberse movido del punto de partida, la decisión de implicarse hasta donde sea necesario en la consecución de lo deseado. Una frase antigua algo desdibujada por el tiempo decía más o menos: “El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones”. En otras palabras, con buenos propósitos y nada más se está empezando a transitar con paso decidido, firme y seguro por la senda del fracaso. No se llega muy lejos sólo con buenos propósitos.

La consecución de un sueño necesita concretarse primero en un proyecto, fijar objetivos, establecer importancias, estimar tiempos de realización, valorar medios propios y determinar acciones concretas.

El Señor Jesucristo en Mateo 14:28-32 usa el ejemplo del hombre que desea construir una torre y el rey que quiere enfrentarse a otro rey o defenderse de su ataque. Su primera recomendación es “Sentarse y calcular”, “sentarse y deliberar”. Luego ver las posibilidades de éxito, medir el coste de la obra en comparación con los recursos disponibles, analizar las fuerzas propias frente a las del adversario. Después tomar decisiones adecuadas y a tiempo, ambas cosas y por ese orden. Si no hay recursos suficientes mejor no empezar a construir para no tener que parar la obra al poco de poner los cimientos. Si los 10.000 soldados propios no son más valientes y habilidosos que los 20.000 contrarios vale más renunciar a la conquista. Si el ataque viene de quien es imposible vencer sería preferible plantear pactos y alcanzar acuerdos.

No sería sensato identificar el problema, determinar como resolverlo y luego actuar de otra manera. No se puede uno quedar en las formulaciones estratégicas porque para culminar los proyectos -sea en la realización de un sueño o en la defensa de un peligro real- es necesario desarrollar el plan con rigor, esfuerzo y constancia sin perder de vista el objetivo final, introducir los ajustes y retoques imprescindibles que aconseje el día a día y mantener la tensión de trabajo hasta lo último.

Necesitamos sueños y deseos que generen propósitos y que es éstos se conviertan en proyectos para poder avanzar. Y también hay trabajar en el desarrollo concienzudo de los planes trazados si es que queremos llegar a la meta.