Encima de mi mesa tengo varios tomos en los que interviene: prólogos, selecciones antológicas, libros propios o compartidos.
ADÓNDE IRÁN MIS SUEÑOS es un tomo de 428 páginas que incluye trabajos poéticos de quince autores. Se trata de una Antología en homenaje al poeta chileno Elicura Chihuailaf Nahuelpan que le fue tributado en el XII Encuentro de Poetas Iberoamericanos. En él Pérez Alencart entiende este homenaje “como un abrazo que España y el propio Chile adeudaban al pueblo mapuche”.
Otra antología, de páginas más breves que la anterior, nos regala 31 versos del brasileño Reynaldo Valinho Álvarez. Alencart, autor de la edición, define la poesía de Valinho Álvarez como “un palpitante nudo entre la vida y la muerte… hecha con delgados huesos de gaviotas que alcanzaron a cruzar el Atlántico alguna amarilla madrugada de la emigración”. Como título figura en portada del libro MEDIDA DEL MUNDO.
En CÁNTICOS DE LA FRONTERA, una joya poética coordinada y traducida por Pérez Alencart y Antonio Salvado, con ilustraciones de Miguel Elías, el profesor de Salamanca encierra versos de Eugenio Andrade, Francisco Pino, Albano Martíns, Joao Rastreiro, Carlos Lopes Pires, Fernando Pinto, Américo Rodrígues, Manuel da Silva, Jorge Fragoso, Luis de Miranda, Orlando Jorge Figueiredo, Luis Carlos Patraquim, Antonio Salvado, Jesús Hilario, Antonio Colinas, José Ledesma, Andrés Quintanilla, Carlos Frúhbeck, Jesús Fonseca, Araceli Sagüillo, José María Muñoz, Luis Frayle y Pío E. Serrano. El propio Alencart interviene aquí con un largo poema traducido al portugués que lleva por título CÁNTICOS DA FRONTEIRA. Este volumen cuenta 240 páginas. Entre la 217 y la 239 incluye un capítulo nominado EL CÁNTICO DE LOS COLORES, donde figuran datos biográficos muy completos de 22 artistas y poetas de Castilla León y de la región centro de Portugal.
Al introducir el libro del laureado poeta portugués Antonio Salvado, OTOÑO, Alencart destaca la relación de Salvado con la poesía oriental, china, japonesa, coreana, y aconseja a continuación: “abran su corazón para oír la plenitud de estas palabras otoñales”.
LOS RUMBOS DEL VIENTO es otra antología poética de Trilce Ediciones coordinada por Pérez Alencart y Pedro Salvado. En total, 192 páginas. A veces nos viene bien desprendernos completamente de las ideas nacionales y nacionalistas para comprender la diversidad infinita que se manifiesta en otras culturas. El orgullo, el interés y la locura turbaron siempre la mirada más allá de las fronteras propias. Los poemas que figuran en este precioso volumen han sido escritos por rimadores de 45 países, desde Irak a Australia, pasando por Palestina y Costa de Marfil.
OIDME, MIS HERMANOS, es una obra de 100 páginas cuya originalidad es manifiesta. Un matrimonio alemán, Sigrid y Herbert Becher, poetas los dos, los dos altos intelectuales, conocieron a Pérez Alencart en Salamanca en noviembre de 2004. Enamorados de su poesía decidieron traducir parte de ella. Fue así como nació este libro escrito en dos lenguas. Los poemas mantienen el original español y en paralelo de páginas figura la traducción al alemán.
VENDIMIA ORIENTAL, edición al cuidado de Jacqueline Alencart –esposa del poeta-, tiene una larga introducción de Miguel Elías, pintor y doctor en Bellas Artes, presidente de la Asociación “Takenaka-Basho de Pintores, Poetas y Amigos de Japón”. Las fotografías, las ilustraciones, los dibujos enmarcados en las páginas de este precioso, armónico y estético volumen es la mejor carta de recomendación para ganar nuestras voluntades. Belleza e inspiración iluminan el libro desde principio a fin.
El último libro que he leído donde el nombre de Alfredo Pérez Alencart va acompañado de lo hermoso y de lo bueno es HOMBRES TRABAJANDO. Como su título indica, está dedicado al mundo del trabajo, a hombres que trabajan mientras otros vaguean. En el preámbulo, el Secretario General de la U.G.T. de Castilla y León, Agustín Prieto González, dice: “La creación de este libro, que interrelaciona cultura y trabajo, es fruto de la interacción de dos trabajadores incansables y comprometidos, el pintor y el poeta”.
Efectivamente, las 85 páginas de poemas son obra de Pérez Alencart y los dibujos, de Luis Cabrera. “Divina pintura –diría Meléndez Valdés- ilusión grata de los ojos y el alma”. Así se me antojan las magistrales siluetas pintadas por Cabrera.
Concluyo reconociendo y afirmando que
Alfredo Pérez Alencart tiene una conciencia extremadamente intensa del poder y de la seriedad de la poesía. Esta no es para él, en modo alguno, simple literatura, sino una función indispensable que brota de su alma de cristal.
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