A fin de facilitar una conversación global auténtica antes del encuentro internacional Capetown 2010, se ha pedido a diversos líderes cristianos de todo el mundo que respondieran a los artículos principales de la “Conversación Global de Lausana”. Los puntos de vista expuestos no necesariamente representan al movimiento Lausana que organiza Capetown 2010.
Estos artículos y sus respuestas están pensados para estimular el debate desde todos los diferentes puntos de vista y segmentos de la comunidad cristiana. Todos los creyentes pueden contribuir con su perspectiva y opinión participando con sus comentarios, de tal manera que esto ayude a aprender y crecer juntos en la unidad del Espíritu.
Pasemos a las dos respuestas al
artículo de Joseph Cumming “¿Musulmanes seguidores de Jesús?”
UN MUSULMÁN SEGUIDOR DE JESÚS
Respuesta al artículo de Joseph Cumming “¿Musulmanes seguidores de Jesús?”
Mazhar Mallouhi
Como musulmán seguidor de Jesús, me gustaría opinar brevemente sobre al actual debate. Un musulmán seguidor de Jesús es alguien que, como yo, procede de una familia musulmana y escoge seguir manteniendo su cultura una vez ha sido irremisiblemente transformado por el poder salvífico de nuestro Señor. Haber nacido en una familia musulmana le convierte a uno automáticamente en musulmán y, por lo tanto, en parte de la comunidad musulmana. Yo nací musulmán, no hindú, cristiano o judío. Yo soy parte de la comunidad musulmana, practique esta religión o no, crea en ella o no. Pero el día que la rechace tajantemente, estaré repudiándome a mi mismo, a mi familia, a mi comunidad y a mi gente.
Los musulmanes seguidores de Jesús están siendo transformados por el mismo Espíritu que transforma a todos los seguidores de Jesús. Leemos la misma Sagrada Biblia que los cristianos han estado leyendo a lo largo de los siglos. ¿No deberíamos creer que el Espíritu Santo nos mostrará si necesitamos aprender de nuevo a como orar o si debemos cambiar nuestras formas y costumbres? ¿No deberíamos ser libres de seguir a Jesús sin estar forzados a adoptar dos mil años de cultura religiosa occidental? ¿Cómo puede un alguien que viene de fuera entender el impacto de nuestras costumbres en nuestros corazones? Si afirmamos que nuestras costumbres religiosas no niegan lo que está en nuestros corazones, ¿cómo pueden otros negar nuestra fe?
El léxico es un tema principal en esta discusión. A menudo escucho que “los seguidores de Jesús no deberían llamar a Dios ´Allah´”. Pero es que Allah es la palabra en árabe para Dios, y es la palabra normal y corriente que los árabes cristianos usan para referirse a Dios. Ésta comparte raíz semítica con palabras hebreas que hacen de igual modo referencia a Dios (el, eloah y Elohim).
Aquellos que critican a esos seguidores de Jesús que desean continuar en gran parte en su cultura musulmana no llegan a entendernos del todo. Mi corazón se conmueve por esos jóvenes creyentes que reciben, quizás no intencionadamente, sutiles mensajes de cristianos que les llevan a creer que el estilo de vida que se les ha inculcado es feo y desagradable. Se llevan la impresión de que Dios no puede estar en esa cultura. Si yo fuera un creyente judío que siguiera llamándome a mi mismo judío y siguiera formando parte de mi comunidad judía, sería alabado por la mayoría de los cristianos de occidente. Mi experiencia me dice que la mayor parte de la ideología judía rechaza la totalidad del Nuevo Testamento y no honra a nuestro Señor. A pesar de estos obstáculos, los creyentes que permanecen dentro del judaísmo son capaces de seguir fielmente a Jesús, y no deben sufrir un examen por parte de cristianos. ¿A caso no podemos honrar a aquellos musulmanes seguidores de Jesús tal como lo hacemos con los que son judíos seguidores de Jesús?
Aquí hay algo que probablemente muchos de los que viven en occidente no entiendan: el Islam es la manta con la que mi madre me envolvía cuando me amamantaba, me cantaba y oraba por mí. Yo estoy imbuí aspectos del Islam a través de la leche de mi madre. Yo heredé el Islam de mis padres y fue la cuna que me sostuvo hasta que encontré a Cristo. El Islam es mi madre. Nadie encaja con una persona llamando a su madre fea. No importa como sea la madre de tu amigo, tú no le dices “tu madre es fea”, porque de lo contrario su reacción inicial será seguramente de enfrentarse a ti.
Me he percatado de que en algunos de mis hermanas y hermanos cristianos se percibe una cierta traición cada vez que algo positivo se dice a cerca de Mahoma. Suelen reaccionar con un “debemos ser honestos y reconocer también los aspectos negativos de la vida de Mahoma” ¿Pero que importancia tiene esto? A mi se me permite decir cosas buenas a cerca de Oliver Cromwell sin tener la necesidad de recordar que cortó la cabeza del rey. A mi se me permite hablar positivamente de Thomas Jefferson sin que hayan constantes interrupciones sobre el embarazo de su esclava a raíz de su affaire. ¿A caso estamos admitiendo una derrota o deshonrando a Cristo si mencionamos aspectos positivos de la vida de Mahoma o de la religión que fundó? Estoy convencido de que los cristianos no necesitan tenerle antipatía al Islam para poder involucrarse con él.
Anhelo el día en que podamos pecar de respetuosos el uno con el otro, resistiendo la tentación de intentar descubrir la herejía en el otro cada vez que se está en desacuerdo o el status quo se ve amenazado.
Yo les pido a mis hermanas y hermanos cristianos que consideren la idea de un musulmán seguidor de Jesús. ¡Mostradme que amáis a los musulmanes! ¡Mostradme que vuestra actitud es como la de nuestro Señor! ¡Mostradme que actuáis por amor y no a raíz de las emociones que surgen cuando dos civilizaciones chocan!
Yo soy un musulmán seguidor de Jesús porque nací en un contexto musulmán y no deseo renunciar a mi herencia. El Islam es mi herencia familiar y Cristo mi herencia espiritual.
Mazhar Mallouhi es un novelista y escritor Sirio. En 1998 fundó “Al Kalima”, una sociedad que imprime y distribuye libros para poder construir puentes de entendimiento entre los musulmanes y cristianos. Sus 50 años de viaje con Jesús es el centro de “Peregrinos de Cristo en el camino musulmán”, de Paul-Gordon Chandler.
Traducción y adaptación de Lidia García
¡DEJEMOS LOS DEBATES ESTÉRILES!
Respuesta al artículo de Joseph Cumming “¿Musulmanes seguidores de Jesús?”
Martin Accad
Como seguidor de Jesús con antecedentes familiares cristianos, como libanés que ha crecido y vivido en el lado de mayoría musulmana de Beirut y como nieto e hijo de abuelos y padres que han amado y servido a la comunidad musulmana con el evangelio de Jesús a lo largo de sus vidas, estoy frecuentemente alarmado cuando veo lo estéril y descontextualizado que ha llegado a ser la mayor parte del debate sobre la llamada “contextualización”, que a menudo se ofrece en las iglesias, seminarios y círculos misioneros. La ironía es que muchos de los afectados directamente por este tema en el día a día, los “Nabils” e “Ibrahims” del mundo musulmán, cuyas vidas todavía están en juego, para quienes la victoria de un lado del debate sobre el otro es virtualmente irrelevante, no son ni tan siquiera conscientes de que este debate es terrible. ¿Esperaron los miembros de las iglesias de gentiles del Nuevo Testamento el resultado del debate dentro de la iglesia de Jerusalén sobre su legitimidad antes de que se convirtieran y se llamaran a sí mismos seguidores de Jesús (Christianoi)? ¡Gracias a Dios que no lo hicieron!
Joseph Cumming ha cumplido su propósito en su artículo, condensando este pesado debate en 2000 palabras aproximadamente. Pone caras y nombres al fenómeno controversial: “Nabil” e “Ibrahim” resumen los temas principales del debate dialécticamente en ocho puntos concisos. Cumming relanza útilmente el debate en el contexto comparativo del judaísmo mesiánico. Y digo “útilmente” porque hoy, a diferencia de la década de 1970, muchos cristianos americanos sienten empatía por la causa de los judíos mesiánicos. A la inversa, debido a la extendida actitud de recelo hacia todas las cosas musulmanas desde el 11/9, un sustancial número de cristianos americanos encuentra difícil creer que haya algo legítimo o incluso redimible en la religión y la cultura musulmanas. No importa el hecho de que, como cristiano árabe, yo comparta muchas más cosas con la cultura musulmana árabe que con la cristiana americana.
Recuerdo que estando sentado hace algún tiempo en el comedor, durante una conferencia
internacional sobre misiones, escuché, medio divertido, que dos caballeros discutían sobre si mi abuelo, Fouad Accad (autor de
“Building Bridges: Christianity and Islam” (Construyendo puentes: Cristianismo e Islam), 1997), habría estado más cómodo sentado con los del lado C4 o los del C5 del debate de “contextualización”. Mi abuelo era cristiano árabe, amigo de los musulmanes, familiarizado con el Corán y con las prácticas y tradiciones musulmanas. Vivió y murió en el mundo árabe, donde fue amigo y mentor de muchos líderes musulmanes notables cuando se embarcaron en el camino de Cristo y continuaron respetando a los líderes de sus comunidades. No los comprometió en ningún debate sobre si deberían proclamar su ruptura con el Islam, hacer las maletas y viajar a “Occidente” o sencillamente aguardar la persecución y la muerte. No les dio una lista de temas que podían guardar legítimamente en su bagaje religioso y de otros de los que deberían deshacerse. Ni tan siquiera habría esperado la decisión de los líderes de la misión y de la iglesia acerca de si tenía que seguir con su llamado usando el modelo de ministerio C4 o el C5. ¡Gracias a Dios que no lo hizo!
Los que como mi abuelo y mi padre, que están comprometidos en vivir y en organizar el modelo de Cristo en el mundo musulmán (ya sean “insiders” o “outsiders” culturales), no deberían, y ciertamente no lo hacen, esperar la luz verde por parte de algunos gurús de teorías misioneras que viven en Occidente, para llevar a cabo el llamado de Cristo. Joseph Cumming y su familia son un ejemplo excelente de esto. Ellos vivieron el camino de Cristo y compartieron su amor en el contexto de la amistad en la vida real en el Norte de Africa y practicaron un discipulado sabio y responsable, varios años antes de que el debate C1–C6 empezara a hacer estragos. Esta clase de discipulado continúa preguntándo dos simples cuestiones efectivas: (1) ¿cómo tendrás sentido de tu identidad social, con pleno respeto para tu contexto y evitar la pérdida de tu influencia social, a la luz de tu experiencia del Cristo viviente y en obediencia a su Palabra? Y (2) ¿cómo vivirás tu vida en el camino de Cristo en una forma convincente y que pueda servir como modelo a tu familia, parientes y toda la comunidad? Estas son las dos grandes preguntas de la
relevancia y
continuidad que ningún servidor efectivo de las Buenas Noticias puede permitirse ignorar.
Cuando ciertas figuras clave de la sinagoga de Jerusalén (Pablo en Hechos 9) y de la iglesia de Jerusalén (Pedro en Hechos 10), aceptaron el hecho de que su primera responsabilidad era con Dios y con el Cristo vivo, más que con el judaísmo y sus preceptos, se les confió el ministerio efectivo con los gentiles, para quienes, entonces se dieron cuenta, Jesús también había muerto. Cuando nosotros, en nuestras iglesias, aceptemos que nuestra responsabilidad primordial es con Dios y con el Cristo vivo, más que con el cristianismo y sus límites institucionales, estaremos en condiciones de efectuar un beneficioso ministerio con los musulmanes, para quienes Dios realmente murió. Cumming ha dominado el arte de enlazar la transparencia relacional con la claridad del evangelio, por una parte, con habilidad y por la otra, explicando claramente algunos temas complejos y sensibles de misionología a la audiencia interna de la iglesia. Permitidme ser claro. No es la clasificación de un fenómeno en una escala, este es el problema. Por el contrario, cuando Travis desarrolló su gama del C1–C6 en 1998, proporcionó un marco importante para comprender lo que Dios ha estado haciendo a través del mundo. (Ver “¿Todos los musulmanes deben dejar el Islam para seguir a Jesús?” de John Travis,
“Evangelical Missions Quarterly” (Trimestral misiones evangélicas) 34 (4), 1998, pp. 411-415). Es el discurso subsiguiente, lo que convirtió un marco interpretativo en una metodología misionera, a la que los árboles no le dejan ver el bosque.
Martin Accad es director del Instituto del Oriente Medio, estudia en el Seminario Teológico Bautista Arabe del Líbano, y enseña estudios islámicos en el Seminario Teológico Fuller.
Traducción: Rosa Gubianas
El movimiento Lausana entra en la recta final de su tercer encuentro (Lausana III, en Ciudad del Cabo, en octubre de 2010). Con este motivo, organiza un foro global por internet llamado “Conversación Global de Lausana”. A través de blogs, forums de discusión y otras herramientas interactivas como Twitter y Facebook, la conversación global permitirá que se oigan las voces de todos. Por ello, este foro está abierto a todos los cristianos evangélicos del mundo entero, y servirá para debatir las cuestiones centrales que se debatirán en CP2010, incluyendo el contenido de este artículo.
Te recordamos la web de la “Conversación Global de Lausana” ¡No dejes de participar!
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