Cuando en 1986 se cumplieron cincuenta años de la muerte de Miguel de Unamuno aquél 31 de diciembre de 1936, la Universidad de Salamanca publicó un tomo de 800 páginas en el que 23 escritores de distintas nacionalidades se expresaban en torno a la figura del gran pensador. En este homenaje literario participaron hombres y mujeres de reconocido prestigio internacional, expertos en la obra de Unamuno.
En el tomo abundan las referencias al pensamiento y las vivencias religiosas de Unamuno. Es este un asunto que siempre ha interesado a los estudiosos. Uno de sus biógrafos, Julián Marías, dice que “cualquier tema acaba en él por mostrar sus raíces religiosas o culmina en última referencia a Dios”.
Entre las últimas obras que se ocupan con hondura de la religiosidad unamuniana destaco DIOS Y LA INMORTALIDAD EN EL MUNDO RELIGIOSO DE UNAMUNO, de María José Abellá, y UNAMUNO Y DIOS, de Enrique Rivera. Ahora
es un cristiano de fe evangélica quien ahonda el tema. Rodrigo Segarra tiene una gran formación intelectual. Además de estudios de peritaje mercantil y magisterio, es doctor en Filosofía por la Universidad de Barcelona. Miembro en la Iglesia que se reúne en la calle Verdi, en la ciudad condal, ha tenido como maestro a ése hombre único, teólogo profundo y pastor consagrado que es José María Martínez.
Precisamente Martínez escribió y publicó un magnífico comentario al libro de Job. ¿Ha influido esto en la elección del personaje bíblico para adentrarse en el alma religiosa de Unamuno, tan cerca de la Biblia en unas ocasiones y tan cargada de angustias e incertidumbres otras?
Lo confieso:
Muy pocos libros de los llamados evangélicos suelo leer hasta el final. Me parece que les falta profundidad. Este de Segarra lo he leído página por página, he releído algunas de ellas, y lo conservo en el lugar que le corresponde para leerlo de nuevo cuando pase algún tiempo.
Es un libro delicioso, bien estructurado, muy documentado, excelentemente escrito, devocional y apologético al mismo tiempo. Con una paciencia que yo imagino prolongada, Rodrigo Segarra ha ido repasando la amplia literatura unamuniana –nueve tomos de sus Obras Completas publicó la Editorial Escelicer en 1966, tomos muy gordos – y anotando las referencias al libro de Job.
El resultado de este estudio nos lo ofrece el autor en 323 páginas, que divide en nueve capítulos, más una nota preliminar y un prólogo.
Segarra afirma, con autoridad,
que leyendo con atención y en profundidad la obra del escritor vasco “oímos el jadear de Job en el respirar unamuniano”.
Esto lo descubrimos –sigue el autor- “en el uso de citas sin referencia, en alusiones claras o en ecos casi imperceptibles; en el empleo y adaptación de imágenes así como en la aplicación y ampliación significativa de palabras privativas del libro sapiencial; en la adopción de ciertos giros y simbolismos, en el planteamiento de problemas y en las perspectivas que el libro de Job le ofrece a este estudio y, por supuesto, en las meditaciones que sobre el contenido doctrinal de este libro encontramos solapadamente en toda su obra”.
Ningún pensador de su tiempo, ni Machado ni Ortega, ni siquiera Zubiri, de formación eclesiástica, utilizan en sus escritos la Biblia como lo hizo Unamuno. “La obra del insigne vasco está impregnada de la Sagrada Escritura”, afirma Segarra.
¿Un libro recomendable este de Rodrigo Segarra? Más que eso: Un libro de lectura imprescindible, un libro que forma, que enseña, que deleita. Mis felicitaciones a Andamio y a CLIE por la publicación de esta obra. Su política editorial debería seguir esta trayectoria intelectual con más frecuencia. Hay lectores que lo piden y lo agradecen.
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