¿Sólo la Ley del Menor?

De los trece violadores implicados sólo uno es mayor de edad, el resto entre trece y diecisiete años.

La disminución psíquica de una de las niñas violadas no hace más que añadir crueldad a los hechos. El miedo de ambas a explicar lo ocurrido a sus padres nos habla de la soledad y el desamparo que vivieron.

Las graves secuelas aparecieron de inmediato y sin duda las van a acompañar durante mucho tiempo. Sus padres han expresado una mezcla de asombro, ira e impotencia e intuyen que al final el castigo de los agresores va a quedar muy por debajo de lo merecido. Temen que en poco tiempo los van volver a ver por el barrio.

Algo grave nos está pasando —a la sociedad en su conjunto— para que las niñerías alcancen este calibre. Cómo puede ser que estos jóvenes actúen con esa violencia y se ensañen con dos niñas; que las sometan a tales vejaciones y recurran al chantaje con tanta naturalidad.

Cómo puede ser que la única testigo conocida tarde cinco horas en denunciar, previas las consultas oportunas. Cómo puede ser que los padres de los agresores, salvo alguna honrosa excepción, en lugar de ser el primer referente de sus hijos se limiten a no dar crédito a lo que está más que demostrado y defiendan la inocencia de sus perlas con tanta irracionalidad.

La alarma social generada no debe quedarse en un miedo colectivo transitorio seguido de olvido inconsciente y tendría que ir más allá del clamor por el castigo de los culpables. Debiera ser una potente luz roja de que tenemos un serio problema de fondo. La Ley del Menor hay que cambiarla, o no. Poco o nada puede hacer para proteger a las víctimas y siempre actúa a posteriori.

Aunque la sociedad siempre trata de exculparse debiéramos tomar consciencia de que la educación de los niños es cosa de todos. Es más fácil legislar que educar.

No puede seguir sonando a reaccionario y retrógrado cualquier alusión a referencias éticas o valores humanos. Hay sentencias bíblicas que siguen valiendo su peso en oro ´enseña al niño el camino que debe andar, y aún cuando sea viejo no se apartará de él´ ´la necedad está ligada al corazón del niño; la vara de la disciplina la alejará de él´ ´no escatimes la disciplina del niño; aunque lo castigues con vara, no morirá´ y ´la vara y la reprensión dan sabiduría; pero el niño consentido avergüenza a su madre´.

Está por ver que tengamos fuerza moral para pedir a nuestros adolescentes comportamientos ejemplares cuando los medios de comunicación exaltan el parasitismo, el vocerío y la falta de respeto. Cuando los padres hacen dejación de sus responsabilidades educativas. Cuando desposeemos de todo autoridad a los maestros y cuando muchos de nuestro políticos hacen del insulto su principal herramienta de trabajo. ¿Cómo vamos a trasmitir aquello que no tenemos?