¿Qué más? Mucho, muchísimo más.
Los antiguos árabes decían que el paraíso sobre la tierra puede estar en los senos de una mujer, a lomos de un caballo o entre las páginas de un libro. Mejor aquí. Los senos se marchitan. El caballo envejece y muere. El libro siempre permanece. Esto hacía decir a Montaigne, escritor francés del siglo XVI, que los libros constituían la mejor provisión que había encontrado en el viaje de la vida humana.
Mi padre, que era un gran lector, me inculcó desde pequeño el amor a los libros. Aquí mi memoria permanece viva. Me recuerdo con nueve años comprando pequeños volúmenes de una colección destinada a niños. No tenían más de 10 ó 15 páginas. El libro que más me gustaba lo almacenaba en la memoria. Aún hoy, cerca ya mi vida de las montañas doradas y de las nubes azules, puedo repetir sin equivocarme el texto completo de uno de aquellos libritos, “Marcelo el picapedrero”-
Desde entonces los libros han sido los maestros de mi vida, mis fieles consejeros, despertadores de mi entendimiento, gobernadores de mi espíritu.
Todo cuanto se, todo lo que soy lo debo a los libros.
Ahora mismo estoy rodeado de volúmenes. Vivo en una casa-chalet a las afueras de Madrid que tiene 160 metros habitables. En el garaje, diseñado para dos coches, apenas cabe uno. Las paredes están atestadas de libros y parte del espacio central también. El salón comedor, donde monté mi despacho cuando vine aquí a vivir, no tiene un hueco libre en sus paredes. Los libros se amontonan de manera poco ordenada. En las dos habitaciones destinadas a dormitorios en la segunda planta del edificio sólo hay libros. Y más libros en la buhardilla. Los libros han llegado a ser una extensión de mi vida.
Y sigo comprando. Los últimos libros me asedian. Están por todas partes. Unos treinta esperan apilados a que los comente para PROTESTANTE DIGITAL. Unos tratan de Jesús: LA DOCTRINA OCULTA DE JESÚS, de Ramiro A. Calle. LA CENA SECRETA, de Javier Sierra. JESÚS, UNA BIOGRAFÍA, de Armando Puig. EL EVANGELIO DE BARRABÁS, de Francisco Galván. EL APÓSTOL NÚMERO 13, de Michel Benait. LA TUMBA DE JESÚS Y SU FAMILIA, del rabino judío Simcha Jacobici. ÚLTIMAS NOTICIAS DE JESÚS, de Luis Busquets. JESÚS DE NAZARET, de Juan Antonio Martínez. EL RETRATO, de Pedro Miguel Lamet.
Otros libros inciden en la vida de María Magdalena: MARÍA MAGDALENA Y EL SANTO GRIAL, de Margaret Starbird. EL LEGADO DE MARÍA MAGDALENA, de Laurence Gardiner. MARÍA MAGDALENA, de Margaret George. LA ESPERADA, de Kathleen McGowan. EL LEGADO PERDIDO DE MARÍA MAGDALENA, de Margaret Starbird. EL LEGADO DE MARÍA MAGDALENA, de José Luis Giménez. EL SECRETO DE MARÍA MAGDALENA, de Ki Longfellow. LA MAGDALENA, de Juan Arias.
Los hay también de temas varios: EL CONTADOR DE HISTORIAS, de Rabih Alameddine. EL CLAMOR DE LOS JÓVENES, de Timothy Smith. LA GUERRA DE LOS TRES BILLONES DE DÓLARES, de Joseph E. Stiglitz. POR QUÉ SOY CRISTIANO, de Cesar Vidal. UN COMENTARIO DE LA EPÍSTOLA A LOS GÁLASTAS, de F.F. Bruce. EL PRESIDENTE EVANGÉLICO, biografía de Bush en inglés por Bill Sammon. ENTREVISTAS CON DOCE OBISPOS ESPAÑOLES, por Isidro Cotela. ADIOS, DEPRESIÓN, por el psiquiatra Enrique Rojas. LAS RELIGIONES ASESINAS, por Elie Barnovi. LA BIBLIA DEL ATEO, por Juan Konner.
Estos son algunos de los libros que mantengo frente a mí, o junto a mí, o detrás de mí, esperando turno para ser comentados en esta sección de PROTESTANTE DIGITAL, por la que nada me pagan, al contrario, contribuyo económicamente como puedo a su mantenimiento, como deberían hacer otros evangélicos que pueden y no lo hacen, rácanos que son. Nosotros escribimos para que otros lean. Apoyar nuestro trabajo es fomentar la lectura.
Los españoles lo necesitan. Una encuesta reciente deduce que España está a la cola de la lectura en Europa. Sólo el 53% de los individuos mayores de 14 años dice leer un libro al mes. El 47% restante lee menos o no lee nada. Este hecho tiene una grave incidencia cultural, educativa y hasta política.
Javier Marías dice que hemos de compadecer a quienes no frecuentan la lectura. ¡Compadezcámolos! Porque en los libros encontramos nuestras esencias. Los libros son archivos de nuestros gustos, museos de nuestros caprichos, catálogos de nuestros placeres.
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