Fray Luis de León nació en Belmonte, provincia de Cuenca, el año 1527. Su padre era un abogado de prestigio, vinculado al trabajo en la Casa Real. Ejerció en Madrid y Valladolid, ciudades donde estudió Fray Luis. A los 14 años ingresó en el convento de San Agustín, en Salamanca; allí profesó como monje el 29 de enero de 1544. En la Universidad de Salamanca se graduó como maestro en Teología.
En 1551 inició su actividad docente en la citada Universidad. Los estudiantes salmantinos se agolpaban para poder escuchar sus clases. Sus biógrafos concuerdan en que Fray Luis de León participaba en todas las luchas que por entonces tenían lugar en el recinto universitario.
El gran interés que desde niño manifestó por la lectura y estudio de las Sagradas Escrituras se incrementó con motivo del encuentro que en 1556 mantuvo en la Universidad de Alcalá de Henares con Arias Montano, traductor de la llamada Biblia Complutense, versión realizada por encargo del rey Felipe II.
Fray Luis de León conocía perfectamente el hebreo, en razón de su origen judío y de sus estudios de la lengua.
Enamorado de El Cantar de los Cantares, libro que constituye una perla literaria y amorosa en el texto del Viejo Testamento, hizo una versión castellana de esta obra, partiendo del original hebreo y ofreciendo una nueva y revolucionaria interpretación natural de los ocho capítulos escritos por Salomón mil años antes de Cristo.
Uno de los más duros adversarios que tuvo Fray Luis de León fue el monje dominico Fray Bartolomé Medina. Este le denunció al tribunal de la Inquisición presentando 17 cargos contra él, entre el que figuraba haber dicho que el
Cantar de los Cantares era un poema amatorio. Cuál no sería el poder y la intransigencia de la Inquisición en aquella época que ni siquiera un hombre del prestigio de Fray Luis de León pudo librarse de sus garras.
El 26 de marzo de 1572 Fray Luis fue condenado a cinco años de cárcel por el siniestro tribunal. El odio de sus enemigos llegó al extremo de pedir para él el tormento, pero sus inquisidores no aprobaron tanta crueldad.
Al salir de la cárcel compuso uno de sus más conocidos poemas:
Aquí la envidia y mentira
me tuvieron encerrado:
dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
del aqueste mundo malvado;
y con pobre mesa y cama
en el campo deleitoso,
con sólo Dios se compasa,
y a solas su vida pasa,
ni envidiado ni envidioso.
La Universidad de Salamanca quiso restituirle su cátedra, pero el poeta se negó a ello, limitando su magisterio a esporádicas lecciones de Teología. En esta cátedra provisional
reanudó sus clases con una célebre frase pronunciada ante los centenares de estudiantes que esperaban de él un ataque a la Inquisición: “Decíamos ayer...” Los cinco años pasados en la cárcel fueron para el gran humanista un simple ayer de sinsabores cuyo recuerdo no merecía la pena.
Reivindicado por su propia orden, fue nombrado provincial de los agustinos en Castilla. Murió en Madrigal de las Altas Torres, provincia de Ávila, el 23 de agosto de 1591. Contaba 64 años de edad.
Entre las obras más conocidas de Fray Luis figuran el “Comentario a El Cantar de los Cantares”; “De los nombres de Cristo” y “La perfecta casada”. Sus poesías completas han sido publicadas por la Editorial Gredos en un tomo de 797 páginas.
Klaus Reinhardt, catedrático de Teología de la Universidad alemana de Trier, se encontraba en el verano de 1991 en la Universidad de Lisboa investigando comentarios bíblicos de los siglos XVI y XVII para un libro que estaba preparando. En el curso de estas investigaciones descubrió un nuevo comentario de Fray Luis de León al
Cantar de los Cantares. El texto, desconocido hasta ahora, se compone de 60 folios y contiene un comentario del conocido libro salomónico adaptado al sentido espiritual según el amor de Dios. “Son más bien glosas, donde no se puede apreciar un orden estricto y en las que Fray Luis comenta los versículos”, dice Klaus Reinhardt.
Varios expertos en la obra de Fray Luis se mostraron escépticos en cuanto a la autenticidad del nuevo comentario atribuido al místico. La duda se centra en dos puntos básicos: la caligrafía y el contenido del documento. Pero su descubridor, el sacerdote católico de 56 años Klaus Reinhardt, sostiene que el manuscrito es, sin lugar a dudas, de Fray Luis. El poeta Antonio Colinas mantiene que “el hallazgo constituye un testimonio tan original como contundente”.
En el prólogo del nuevo manuscrito, Fray Luis de León confirma “la Encarnación de Cristo y el entrañable amor que siempre tuvo a su Iglesia”.
Para José María Bermejo, el mensaje de Fray Luis de León continúa teniendo vigencia en los umbrales de un nuevo siglo. Frente a una sociedad que tiende a destruir la armonía del ser y del universo, existe la posibilidad y la certeza de reencontrarla porque es un reino que está dentro de nosotros desde el principio. Frente a la fatua vanidad competitiva, la serena y sabia renuncia para ir a lo hondo y a lo lejos.
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