Dietrich Bonhoeffer (II)Las palabras con las que Bonhoeffer comienza su primer sermón en 1925 dice “El cristianismo implica la decisión”. Solo se puede ser creyente si la fe que se dice profesar se traduce en una toma de decisión. Cuanto más importante sea lo que está en juego en la decisión, mayor será la angustia que conlleve. Kierkergaard afirma que solo cuando el ser humano pone en juego toda su existencia temporal a causa de lo eterno, se arriesga en el sentido propio del término. Este filósofo danés ve este heroísmo en la vida de Sócrates quien, a pesar de la incertidumbre objetiva, tuvo la creencia en la inmortalidad y de llegar a la muerte por esta fe.
De la misma manera el cristiano debe saber que si permanece en retaguardia buscando razones objetiva para decidirse, acaba sustrayéndose a la acción de la providencia divina. La fe es decisión y decisión es por tanto la capacidad para asumir el riesgo que exige la fe en Jesús por los que sufren, aunque se trate del riesgo de la propia vida. Sostiene Carlos Eymar en su artículo titulado “A riesgo de la propia vida”.(1)
En su celda de los condenados a muerte, Bonhoeffer arrodillado oraba con fervor “Es el final, había dicho horas antes, pero para mí es el comienzo de la vida. Su vida y testimonio nos enseña que la fidelidad a Dios, a la iglesia de Jesucristo y la libertad del individuo están por encima de las ideologías totalitarias que pretendan instrumentalizarlas. La fe para nuestro teólogo en cuestión, es algo concreto, que mantiene la realidad ante Dios y que precisa la mundanidad (satanizada hoy día) para expresarse: es como poner en práctica la capacidad de ser auténticamente hombre (…). Es en la realidad del mundo que está oculta la verdad de Dios así como Jesucristo es, hasta la cruz, el responsable, el representante oculto del amor del género humano. Es también gratificante el dialogar con Bonhoeffer a la luz del necesario “dialogo con el mundo” que se ve compelido el creyente, el teólogo; postula la necesaria inserción en la realidad secular pero sin caer en la actitud de kenosis que algunos ven como imprescindible, declarándose equivocadamente bonhoefferianos, para actuar en el plano social y político.(2)
ORACIÓN Y VIDA COMUNITARIA: EN BUSCA DE EQUILIBRIO
Jacqueline Horst(3) en una reflexión para
Vida abundante hablando de Bonhoeffer nos comparte dos cosas que son relevantes para nosotros como iglesia de Cristo. La oración a solas y la vida en comunidad, que son importante para la vida de los/las cristianos/as. La vida de oración, el tiempo de estar a solas con Dios para escuchar la Palabra de Dios, que nos permita reflexionar sobre ella, que nos permita silenciar el corazón angustiado, atribulado por los problemas existenciales y espirituales.
Solo en el silencio el cristiano encuentra lo necesario para profundizar el mensaje bíblico. Pero, este silencio no es quedarse mudo, sino crear espacios para que crezca la reflexión espiritual como fuente de fuerza para la vida, que nos impulse a actuar, que se transforme en una decisión que se recibe otro nombre de la valentía y de la capacidad para asumir el riesgo que exige la fe que se hace carne por los necesitados: los pobres, etc.
Otro aspecto importante que nos da Horst es el tiempo de estar en comunión con otros creyentes, estar en la iglesia como comunidad que recoge a todos los que profesan una misma fe, una fe que se ejemplifica por la acción por el otro. Pues el cristiano a través de su confesión de fe y su obediencia al bautismo asume un riesgo por su prójimo, está llamado a formar una comunidad de creyentes que siguen el modelo de Cristo servir a los demás, es un privilegio de servir que ser servido. Pero, algunos creyentes si darse cuenta caen en el peligro de los extremos, ya que algunos tienden a buscar un tipo de espiritualidad del más allá y aquellos que se identifican con proyectos seculares que ofrecen soluciones para todos los problemas.(4)
Para Bonhoeffer es importante tener en cuenta que ser cristiano implica un equilibrio entre la oración a solas y la vida en comunidad. El mismo Jesús siempre buscó la escucha de Dios por medio de la oración. Agrega Horst pensemos en la escena del Getsemaní, los discípulos dormían profundamente mientras que el maestro oraba, en ese tiempo de oración a solas con Dios, Jesús encuentra la voluntad y la fuerza para aceptar tomar ese trago amargo que le esperaba. Sin embargo, la misma noche, Jesús había celebrado con sus discípulos, la ultima cena que hasta hoy celebramos en nuestras iglesias, que nos reunimos en memoria de él. Estos dos extremos que Bonhoeffer sintetizó en su frase célebre:
Orar y hacer justicia. En su libro
El precio de la gracia nos anima:
"En definitiva, lo importante para nosotros no es lo que quiere este o aquel hombre de la iglesia, sino saber lo que quiere Jesús. Cuando acudimos a la predicación deseamos oír sus propias palabras. No sólo por interés personal, sino pensando también en todos los hombres para los que la Iglesia y su mensaje se han vuelto extraños”
Nuestro autor lo dio todo como un cristiano comprometido con Jesús y con una responsabilidad por el prójimo; que encierran este párrafo:
“No se trata de hacer y arriesgarse por cualquier cosa, sino por aquello que es correcto; no se trata de flotar en el ámbito de lo posible, sino de asumir lo real con valor; la libertad no es fugarse hacia las ideas, solo existe en la acción. Sal de tus titubeos miedosos a la tormenta del acontecimiento, únicamente sostenido por el mandamiento de Dios y tu fe, y la libertad habrá de recibir tu espíritu dando gritos de júbilo.” (Resistencia y sumisión)
En resumen como creyentes, como Iglesia cristianas y en general podemos agregar a nuestra vida de oración, meditación tanto individual como colectiva estas preguntas para la reflexión personal ¿estamos orando suficientemente para escuchar la Palabra de Dios en el murmullo de la vida posmoderna? ¿Estamos dispuestos a dar nuestro tiempo a compartir el mensaje de Cristo con los demás? ¿Estamos dispuestos a dar nuestros talentos y dones en bien de la comunidad que nos rodea? ¿Estamos dispuestos a vivir los valores del Reino de Dios y a deponer el miedo, el temor de ser juzgado por poner nuestra vida por los demás?
1) Carlos Eymar, “A riesgo de la propia vida” en El ciervo, año LV, junio # 663 (2006), p. 35.
2) Luis Eduardo Cantero, “ Bonhoeffer en defensa de la justicia y la paz”, en Signos de Vida # 41 (2006), pp. 22 – 23.
3) Jacqueline Horst, “Seminario sobre Bonhoeffer” en Vida abundante, año 112 # 2 (2007), p. 7
4) Ibíd.
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