¿Fanático? no; simplemente discípulo

No me entretuve con la escrupulosa tipificación del pecado y la virtud.

Tampoco me quise someter a ese manual de instrucciones no escrito que pretende organizar, en sus más mínimos detalles, desde cómo debe ser mi relación con Dios hasta la altura de una falda pasando por si se puede ver o no una determinada película, qué libro está permitido leer o si debo hacer las vacaciones en la playa o la montaña.

Quise buscar al Dios personal y ese sentimiento de veneración y temor reverencial hacia él. Me esforcé en creer a través de la razón y hasta el límite de la misma estando dispuesto a dar el salto de fe ante la revelación natural y su palabra escrita —la Biblia— a partir del punto en que el pensamiento empezó a mostrarse incompetente.

Intenté vivir la voluntad de Dios en la libertad con que Cristo me hizo libre al margen de costumbres que, tarde o temprano, acaban convirtiéndose en leyes. Luché por desmarcarme de desfasados y esclavizantes usos que acaban por atraparte. Quise identificar esas tradiciones que al paso del tiempo llegan a tener más fuerza que los mismísimos mandamientos de Dios, y evitarlas.

Me propuse ser cristiano y sólo cristiano —sin apellidos ni etiquetas— prescindiendo de denominaciones, clasificaciones y subdivisiones que sólo sirven para separar y diferenciar fomentando sectarismos y planteamientos elitistas.

Me pareció que había suficiente con ser discípulo —seguidor de Jesús—, alguien que aprende bajo la dirección de Cristo, que le imita y que camina en sus pisadas.

Me atrajo la idea de apasionarme sin ser fanático. Evitar ofuscamientos y obsesiones pero al mismo tiempo experimentar a Cristo en mí y emocionarme con ello, vibrar con mi fe, sentir la alegría de ser hijo de Dios y disfrutar sin reservas de esa irrepetible experiencia.

¿Estaría pensando el Señor en algo aproximado a esto cuando dijo aquello de “Haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado”.? (Mateo 28:19-20)

Es posible que se refiriera a algo muy diferente y que yo no lo supiera entender. Continúo en mi tarea ¡a ver si lo alcanzo!