miercoles, 27 de noviembre de 2024   inicia sesión o regístrate
 
Protestante Digital

 
 

Aprendiendo a pensar diferente

Una serie del psiquiatra Pablo Martínez Vila titulada “Aceptando los «aguijones» de la vida”.
MUY PERSONAL AUTOR Pablo Mnez. Vila 14 DE MARZO DE 2008 23:00 h

Aceptando los «aguijones» de la vida (III)

Vimos en el primer artículo de esta serie que la gente reacciona de forma diferente e incluso paradójica ante el aguijón. Esto nos llevaba a un principio cardinal: el ser feliz o desdichado no depende tanto de las circunstancias, sino de nuestra actitud ante estas circunstancias. Sin duda, la clave en cualquier acontecimiento adverso radica más en el corazón que en el aguijón; nuestra actitud es mucho más influyente y decisiva, a la larga, que la fuerza desmoralizante y devastadora del aguijón. De antemano, nadie está derrotado ante el golpe del trauma; nadie está, a priori, destinado a sucumbir ante las adversidades.

También vimos en aquel primer artículo que la aceptación es un proceso de transformación interior que se desarrolla en tres niveles de la persona. De hecho, son facetas interdependientes, constituyen como un racimo. Cada uno de ellas implica un aprendizaje que se realiza de forma simultánea en los tres frentes: 1.- Aprender a ver diferente (lo analizamos la pasada semana); 2.- Aprender a pensar diferente: este nivel es el que veremos en el presente artículo; 3.- Aprender a vivir diferente

APRENDER A PENSAR DIFERENTE. COMO SE PIENSA, ASÍ SE SIENTE.
«Llevando cautivo todo pensamiento... a Cristo» (2 Co. 10:5)
Una herramienta imprescindible para llegar a ver diferente radica en aprender a pensar diferente. Como decíamos antes, estas facetas ocurren de forma simultánea, no consecutiva. El principio esencial aquí es: lo que sentimos depende en gran manera de lo que pensamos. Lo importante en nuestra vida no es lo que nos pasa sino cómo lo interpretamos, lo que pensamos en cada momento. En otras palabras, no puedes controlar lo que te sucede, pero sí puedes decidir cuánto te afecta. Si logramos entender y aceptar esta realidad, podremos empezar a controlar nuestras emociones mucho mejor de lo que habíamos imaginado. Por ello vamos a explicar con detalle por qué hacemos esta afirmación que es vital en el proceso de aceptación de un aguijón.

Ante todo, veamos el mecanismo psicológico. El pensamiento viene antes que la emoción y es lo que nos hace sentir bien o mal, afortunados o desdichados. Mis emociones vienen determinadas por mi forma de pensar. Por esta razón ante un mismo acontecimiento, las personas reaccionan de muy diversas formas, porque lo interpretan de manera distinta. Observemos esta frase: «No puedo soportarlo más; me está amargando la vida y, además, esto será para siempre». Estas palabras de un hombre de mediana edad con una diabetes que le afectaba la vista y le impedía desarrollar su trabajo habitual reflejan sus sentimientos, muy negativos, ante el aguijón. Sí, los pensamientos son los responsable de nuestras emociones. Una ilustración nos ayudará entenderlo: mi personalidad es como un jardín en el que planto constantemente semillas, los pensamientos. Según la semilla, así será la planta. Puede ser un pensamiento de ánimo y entonces me hará sentir bien, o puedo sembrar ideas pesimistas, desalentadoras y me causarán desazón. Aun sin darme cuenta, le estoy enviando a mi mente mensajes todo el tiempo que influyen mucho en mi estado de ánimo, mi calidad de vida e incluso en mi salud.

La conclusión es obvia: ser felices o desdichados, en gran manera, depende de nuestra reacción ante la desgracia. En esta reacción contamos con una poderosa herramienta, el cerebro, que podemos poner a nuestro favor como un aliado o en contra nuestra como un enemigo. Elegir entre una u otra opción va a influir decisivamente en la aceptación de mi aguijón. Por tanto, una parte clave en el proceso de aceptación radica en una decisión mía, no en el acontecimiento adverso que me «abofetea». De la misma manera que el amor implica sentimientos, pero en último término es un acto de la voluntad, algo similar ocurre con la aceptación. Por tanto, si aprendemos a controlar nuestros pensamientos, podremos controlar mucho mejor nuestras emociones. En palabras de un psicólogo contemporáneo, «la actitud es el pincel con el que la mente colorea nuestra vida».

LA TERAPIA COGNITIVA EN LA BIBLIA
Este principio básico -lo que sentimos depende en gran manera de lo que pensamos- ha dado lugar en psicología a la llamada terapia cognitiva. Consiste en sustituir los pensamientos negativos o distorsionados –llamados creencias erróneas- por pensamientos positivos, adecuados a la realidad y generadores de emociones positivas. Este proceso de «re-aprender a pensar» se parece al aprendizaje de una lengua extranjera: hay que practicarlo, requiere voluntad y no es instantáneo. Para nosotros, como creyentes, es muy interesante descubrir que la terapia cognitiva no es un invento de la psicología moderna, sino que ¡ya el apóstol Pablo la recomendaba a los lectores de sus cartas hace 20 siglos! Hay dos pasajes sobresalientes al respecto en 2 Corintios y en Filipenses.
Analicemos en primer lugar el pasaje de Corintios: «Llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo» (2 Co. 10:5). La terapia cognitiva según Pablo la describe tiene estas características:
A) Requiere un esfuerzo. La idea de «llevar cautivo» implica una lucha previa. Uno debe pelear contra los pensamientos negativos, desarmarlos y hacerlos prisioneros o cautivos. Todo ello excluye una actitud pasiva, hay que esforzarse, y aquí la voluntad juega un papel clave. Uno de los mejores aliados del pesimismo –el pensamiento negativo- es la indolencia, la falta de esfuerzo que es caldo de cultivo para la autocompasión y la amargura.
B) El destinatario es Cristo y la meta la obediencia. El siguiente paso después de dominar y hacer cautivos mis pensamientos negativos es presentarlos a Cristo. Aquí la terapia cognitiva practicada por un cristiano se diferencia radicalmente del enfoque humanista. Tiene una meta muy precisa: Cristo. El control del pensamiento no busca sólo ni en primer lugar mi beneficio personal. Lograr la paz mental es legítimo tal como el mismo Pablo lo expresa en Fil. 4:7. Pero esta paz que «sobrepasa todo entendimiento» no es la meta de la terapia cognitiva en el creyente, sino una de sus efectos beneficiosos. La meta es una mayor obediencia a la voluntad de Dios. Es muy importante esta diferencia porque nos recuerda que la santidad viene antes que la felicidad; el propósito de la vida del discípulo es agradar y obedecer a Dios, no estar cada día mejor. Para el cristiano la práctica de la terapia cognitiva es teocéntrica, está centrada en Dios, y no en el hombre. Además huye del hedonismo contemporáneo que hace de mi felicidad la meta suprema de todo.

El pasaje de Filipenses, un formidable resumen de terapia cognitiva, viene a ser una perla inestimable para la paz del creyente. Es casi imposible llegar a una aceptación plena de cualquier aguijón sin aprehender y practicar el mensaje contenido en este memorable pasaje: «Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.» (Fil. 4:8)

Queremos destacar los siguientes aspectos:
A) Los ocho elementos de la lista tienen una clara connotación moral. Afectan no sólo mi ánimo o sentimientos, sino mi conducta. El beneficio no es sólo psicológico –relax mental, un efecto ansiolítico-, sino ético. En la medida que yo cultive –«pensar en»- esta lista de virtudes, estaré influyendo también en los demás, afectará no sólo mi mente, sino también mi conducta y mis relaciones. De nuevo, aquí la terapia cognitiva bíblica se aleja del enfoque egocéntrico y hedonista que ya hemos apuntado, tan propio de nuestra sociedad y de las populares modas de autoayuda.
B) El verbo «pensar» (logizomai) no significa tanto tener en mente o recordar, sino sobre todo reflexionar, ponderar el justo valor de algo para aplicarlo a la vida. De manera que su efecto positivo no es fugaz, un breve rato de «meditación trascendental» que me ayuda a relajarme, sino que afecta a mi vida de forma profunda y duradera. Es un hábito que moldea mi conducta.
C) La paz de Dios, beneficio último de la terapia cognitiva: La introducción al versículo 7 objeto de nuestro análisis no puede ser más extraordinaria: «Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones en Cristo Jesús» (Fil. 4:7). Para los hebreos, el shalom es una paz completa, que afecta a toda la persona, mente, cuerpo y espíritu (en realidad, la OMS –Organización Mundial de la Salud– se ha inspirado en el concepto bíblico hebreo de paz para su definición salud). Pues bien, dice Pablo, esta paz es de Dios, viene de él, y su resultado cardinal es que nos mantiene «guardados» –cobijados- en Cristo Jesús. La paz de Dios no es tanto un sentimiento como una posición existencial. Hay una relación inseparable entre la paz de Dios y el Dios de paz.

LA TERAPIA COGNITIVA APLICADA AL AGUIJÓN
Vamos a identificar, en primer lugar, cuáles son los hábitos de pensamiento negativo más frecuentes en la persona afligida por un aguijón.. Ante la adversidad, la persona suele darse tres explicaciones:
1.- La culpa es mía. Se busca una causa personal a la adversidad. Culpabilizarse es una reacción propia del duelo que desaparece con el tiempo.
2.- No va a cambiar nunca. El aguijón será permanente. No se ve ninguna luz en el futuro; todo parece negro. Es como si el mundo se acabara.
3.- Va a arruinar toda mi vida. Sus efectos son globales, afectan todas las áreas. Estoy incapacitado para hacer nada.

Darse uno mismo estas explicaciones personales, permanentes y globales para las cosas malas que le suceden en la vida constituye el mejor camino para destrozar la autoestima y producir un sentimiento de derrota e impotencia. ¿Qué hacer entonces? ¿Cómo luchar contra estos hábitos negativos de pensamiento?

HÁBITOS POSITIVOS DE PENSAMIENTO
¿Cómo podemos combatir estas pautas tan negativas? Recordemos la regla de oro de la terapia cognitiva: tal como pensamos, así sentimos; no son las circunstancias, sino las actitudes lo que nos hace felices o desdichados. Por ello necesitamos aprender preguntas estimulantes que produzcan respuestas positivas y, finalmente, sentimientos de esperanza. En mi experiencia de consejería con personas afligidas por aguijones hay cuatro preguntas sumamente útiles. Al exponerlas pensamos no sólo en los propios afectados, sino también en las personas que desean ayudarles.

1.- ¿Puedo hacer yo algo para cambiar o mejorar esta situación? ¿Hay algún remedio con el que pueda contribuir a aliviarla? Si es así, por pequeño que sea el paso inicial, empieza ya. A veces, pequeños cambios producen grandes modificaciones. No hay que ser demasiado ambicioso ni maximalista –«o todo o nada»- a la hora de empezar a actuar.
2.- ¿Qué tiene –o podría tener- de bueno esta situación? No son pocas las circunstancias de aguijón donde podemos descubrir aspectos positivos. Pero ten en cuenta que estos «beneficios secundarios» hay que buscarlos activamente; raras veces uno los encuentra «por casualidad». Recordaré siempre la ilustración de los buscadores de oro: las pepitas de oro se encuentran en medio del fango; no hay oro sin fango. Uno tiene que hurgar en medio de la suciedad del barro para hallarlas.
3.- ¿Qué puedo aprender? ¿En cuanto a mí mismo? ¿En cuanto a los demás? ¿Qué quiere Dios enseñarme en cuanto a su voluntad para mi vida? El valor pedagógico del sufrimiento es algo aceptado no sólo por los creyentes, sino también por todos aquellos que conocen bien los entresijos del alma humana: pedagogos, psicoanalistas, escritores etc.
4.- ¿Hay algo o alguien por lo que puedas estar agradecido? Busca motivos de gratitud a Dios o a los demás en medio de tu agujón. Normalmente las circunstancias de sufrimiento son una oportunidad formidable para el amor y la solidaridad. Una de las peores catástrofes naturales de la humanidad en los últimos siglos -el tsunami, maremoto que causó 250.000 víctimas– dio lugar a la mayor manifestación de solidaridad conocida en la Historia.

EL SÓTANO Y EL ÁTICO DE LA VIDA. DAVID, UN EJEMPLO A IMITAR.
Todos tenemos en nuestra mente algo así como dos «habitaciones»: un sótano y un ático. En el sótano, el piso más bajo de un edificio, sólo hay oscuridad, humedad y algún que otro ratón. No es agradable estar en el sótano. El ático, por el contrario, es el lugar con más sol y luz de toda la casa, bien ventilado, un sitio muy apreciado porque se está bien allí. En el sótano de nuestra mente es donde encontramos todos los problemas, los pensamientos tristes y las preocupaciones. Es la dimensión oscura de la vida; es real, existe, todos tenemos un sótano. Pero, gracias a Dios, hay también un ático donde encontramos los motivos de alegría, de gratitud, las cosas buenas de la vida, las grandes y pequeñas ilusiones. ¿Por qué muchas personas se empeñan en bajar con tanta frecuencia al sótano, incluso se quedan allí mucho tiempo? ¿Tanto cuesta subir al ático y llenar nuestra mente de luz, de aire fresco y de gratitud?

En el Salmo 103, el salmista nos da un ejemplo formidable de cómo se sube al ático de la vida y repasa una a una las bendiciones que Dios le ha dado. No olvidemos que David sufrió una opresora experiencia de aguijón de parte de una persona, Saúl, que le persiguió durante 18 años para matarle. David tenía muchos motivos para quejarse al Señor y lamentar, como en realidad hace en algunos de sus salmos. Y sin embargo, cuán luminosas y estimulantes son aquí sus palabras:
«Bendice, alma mía, al Señor,
Y bendiga todo mi ser su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
Y no olvides ninguno de sus beneficios.
El es quien perdona todas tus iniquidades,
El que sana todas tus dolencias;
El que rescata del hoyo tu vida,
El que te corona de favores y misericordias;
El que sacia de bien tu boca
De modo que te rejuvenezcas como el águila.» (Sal. 103:1-5)
Observemos cómo el salmista, en un espontáneo ejercicio de terapia cognitiva, dialoga consigo mismo y le envía a su mente mensajes de estímulo y de esfuerzo: «bendiga todo mi ser su santo nombre» y «no olvides ninguno de sus beneficios». De hecho, si apuramos nuestra ilustración, bajar siempre requiere mucho menos esfuerzo que subir. Por ello David empieza esta oración antológica que es el Salmo 103 haciendo un esfuerzo por subir al ático de su vida y descubrir los innumerable motivos de alabanza y gratitud que tenía para con Dios.

Cuánto necesitamos todos aprender de David, tanto los que viven afligidos por una experiencia de aguijón como los que no. Subir al ático de nuestra mente y evitar en lo posible instalarnos en el sótano es la mejor manera para poder exclamar «Bendice alma mía al Señor... y no olvides ninguno de sus beneficios». En el camino de la aceptación éste es un paso imprescindible.

La diferencia entre una vida plena y una vida amargada no radica tanto en las circunstancias del entorno, sino en las actitudes del corazón.


Artículos anteriores de esta serie:
 1Verdadera y falsa aceptación del dolor 
 2Aprendiendo a ver diferente 
 

 


0
COMENTARIOS

    Si quieres comentar o

 



 
 
ESTAS EN: - - - Aprendiendo a pensar diferente
 
 
AUDIOS Audios
 
La década en resumen: teología, con José Hutter La década en resumen: teología, con José Hutter

La conmemoración de la Reforma, las tensiones en torno a la interpretación bíblica de la sexualidad o el crecimiento de las iglesias en Asia o África son algunos de los temas de la década que analizamos.

 
Intervalos: Disfruten de la luz Intervalos: Disfruten de la luz

Estudiamos el fenómeno de la luz partiendo de varios detalles del milagro de la vista en Marcos 8:24, en el que Jesús nos ayuda a comprender nuestra necesidad de ver la realidad claramente.

 
2020, año del Brexit 2020, año del Brexit

Causas del triunfo de Boris Johnson y del Brexit; y sus consecuencias para la Unión Europea y la agenda globalista. Una entrevista a César Vidal.

 
7 Días 1x08: Irak, aborto el LatAm y el evangelio en el trabajo 7 Días 1x08: Irak, aborto el LatAm y el evangelio en el trabajo

Analizamos las noticias más relevantes de la semana.

 
FOTOS Fotos
 
Min19: Infancia, familia e iglesias Min19: Infancia, familia e iglesias

Algunas imágenes del primer congreso protestante sobre ministerios con la infancia y la familia, celebrado en Madrid.

 
X Encuentro de Literatura Cristiana X Encuentro de Literatura Cristiana

Algunas fotos de la entrega del Premio Jorge Borrow 2019 y de este encuentro de referencia, celebrado el sábado en la Facultad de Filología y en el Ayuntamiento de Salamanca. Fotos de MGala.

 
Idea2019, en fotos Idea2019, en fotos

Instantáneas del fin de semana de la Alianza Evangélica Española en Murcia, donde se desarrolló el programa con el lema ‘El poder transformador de lo pequeño’.

 
VÍDEOS Vídeos
 
Héroes: un padre extraordinario Héroes: un padre extraordinario

José era alguien de una gran lealtad, la cual demostró con su actitud y acciones.

 
Programa especial de Navidad en TVE Programa especial de Navidad en TVE

Celebración de Navidad evangélica, desde la Iglesia Evangélica Bautista Buen Pastor, en Madrid.

 
Primer Congreso sobre infancia y familia, primera ponencia Primer Congreso sobre infancia y familia, primera ponencia

Madrid acoge el min19, donde ministerios evangélicos de toda España conversan sobre los desafíos de la infancia en el mundo actual.

 
 
Síguenos en Ivoox
Síguenos en YouTube y en Vimeo
 
 
RECOMENDACIONES
 
PATROCINADORES
 

 
AEE
PROTESTANTE DIGITAL FORMA PARTE DE LA: Alianza Evangélica Española
MIEMBRO DE: Evangelical European Alliance (EEA) y World Evangelical Alliance (WEA)
 

Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.