El debate de los orígenes (I)Ningún creyente serio puede permanecer indiferente al intenso debate que genera el misterio de los orígenes, debate que alimenta, por un lado, la desconfianza del público en general hacia la Biblia, y por otro, afecta de manera directa al horizonte intelectual del creyente, pues no en vano la Biblia coloca el hecho de la Creación como base imprescindible de la premisa religiosa: Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía (Heb. 11:3}.
Observamos, de entrada, que la Creación es un asunto de fe. No es ni comprobable, ni rechazable empíricamente. Por esta razón, los primeros capítulos de Génesis no son patrimonio de los científicos solamente. El lector de a pie también tiene derecho a conocer —y creer— su contenido. Al mismo tiempo, no puede ignorar a la comunidad científica, que no cesa de aportar impresionantes descubrimientos sobre la naturaleza del cosmos, y el «laico» en la materia no tiene derecho a negar desde la ignorancia hechos constatados por la ciencia, aunque éstos no coincidan con su propia interpretación del texto bíblico.
Ahora bien, al ser asunto de fe y no objeto de demostración científica, la Creación se presta fácilmente a la manipulación interesada, y el creyente de a pie sí puede -incluso debe- cuestionar y rechazar una visión materialista de los orígenes aunque la sostengan todos los Premios Nobel del mundo, pues desde la fe sabe que:
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho(
Jn. 1:3).
¿Quiere decirse que no hay razones científicas para afirmar el hecho de la Creación, o que el diálogo entre la Ciencia y la Fe es inútil? Muy al contrario, como se verá. Pero la Ciencia debe limitarse a describir el universo, no a
pronunciarse acerca de sus causas o intencionalidad últimas. El paso entre lo que se ve y lo que no se veía, sólo puede darlo la fe.
Pero la fe también, no pocas veces, se extralimita, adjudicándose parcelas de conocimiento -o más bien de opinión— que no le corresponden. De ahí que a menudo desde el campo evangélico se genere un acalorado debate, no exento de descalificación y dogmatismo, que perjudica la imagen de la comunidad cristiana y oscurece sus legítimos postulados.
Resulta evidente, por tanto, que para los lectores de esta revista (*) supone un lujo contar con la opinión madura de tres conocidos evangélicos españoles (un médico, un bioquímico y un teólogo) que por su formación han meditado largamente sobre la relación entre la ciencia y la fe, y que representan -sin que se lo hayan propuesto- posturas divergentes en algunos aspectos de este debate. Destaca en todos ellos la convicción de que no puede haber contradicción alguna entre la verdadera ciencia y la correcta interpretación bíblica, a la vez que -y esto es lo importante- respiran un profundo respeto hacia quienes sostienen sinceramente opiniones distintas a las suyas.
Esperamos que el presente número ayude al lector a comprender mejor la relación entre la ciencia y la fe, y a profundizar en la relevancia de Génesis 1-3 para su propia vida cristiana. Con este objeto ofreceremos también una breve reflexión en torno a la relación de los primeros capítulos de Génesis con la Biblia en general.
Índice de la serie “El debate de los orígenes”
1.- Introducción: Un debate permanente – Stuart Park
2.- El libro de los principios – Carlos Pujol
3.- Génesis y la unidad del conocimiento – David Andreu
4.- Fe y ciencia en diálogo - Enrique Meier
5.- Génesis y revelación – Stuart Park
(*) Esta serie sobre El debate de los orígenes es la reproducción y adaptación (con permiso) del nº 10 de la revista Aletheia, una publicación de pensamiento y teología realizada por la Alianza Evangélica Española.
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