Paco Candel, charnego universal

Pasó toda su vida en el barrio de la Zona Franca donde se inspira su libro “Donde la ciudad cambia de nombre”.

Allí —como en otros barrios del extrarradio barcelonés— la gente decía “ir a Barcelona” cuando iban a hacer alguna gestión al centro. Todavía hoy queda gente que se expresa así.

Se cuenta que, cuando fue elegido senador en 1977, una funcionaria le llamó para rellenar su ficha.
—¿Qué estudios tiene?
—Ninguno.
—¿Títulos?
—Tampoco.
—¿Idiomas?
—Nada.
—¿Qué narices ha hecho usted?
—Sólo escribir cincuenta libros —contestó tras pensarlo un momento—, ser lisa y llanamente Paco.

No sé porqué. Bueno… si sé porqué personas como Paco Candel me han atraído siempre de una manera especial.

En esta sociedad donde abundan los supuestos sabios y entendidos resulta refrescante una figura llena de humanidad, sensatez y autenticidad.

Estamos rodeados de gente que considera que todas las virtudes las tienen los suyos y los otros todos los defectos, que los otros sólo tienen cosas malas y ninguna buena posible, aunque luego sus principales enemigos estén entre sus correligionarios.

En ese contexto es de agradecer una persona capaz de “ser lisa y llanamente Paco”.

Fue un luchador por la integración de los emigrantes en Cataluña desde la ola migratoria de los años sesenta. Trabajó de forma activa y desde el lado débil por la cohesión social. Fue un verdadero puente entre la Cataluña establecida y la emigrante para hacer un solo pueblo.

Detectó, concretó y expresó el abismo que separa el lenguaje de la clase política de las preocupaciones reales —de realidad o realismo, no de realeza— de los ciudadanos.

Con independencia de su lugar de nacimiento, clase social, idioma, tendencia política o capacidad económica su aportación personal fue positiva y beneficiosa.

Hoy lo reconocen personas de todo el arco político y social. Toda una lección.

---

*) Inmigrante de una región española de habla no catalana. Hijo de catalán o catalana e inmigrante.