Hacia un concepto realista de familia (I)Como creyentes vivimos hoy atrapados entre dos polos extremos en relación con la familia. Por un lado, el modelo del mundo occidental, para muchos un símbolo de progreso y de modernidad.
Los que propugnan este modelo «nuevo» desacreditan, o incluso ridiculizan sin rubor, a la familia tradicional, la constituida por un padre, una madre y los hijos, incluyendo a veces también a los abuelos. La presentan como una realidad ya pasada de moda, obsoleta, que, en pleno siglo XXI, ha sido superada por conceptos mucho más modernos de familia, sobretodo mucho más permisivos.
Son modelos en los que se glorifica la independencia de cada uno para hacer «lo que bien fe pareciere», como en la época de los Jueces en la Biblia. «Familias a la carta».
FAMILIAS A LA CARTA
Muy ilustrativas son al respecto las declaraciones de una ex ministra en España quien decía lo siguiente: «Al vivir sola, rus relaciones son totalmente libres y de ese modo ganan en calidad y en profundidad. Puedes vivir sola y tener una relación estable con un señor o señora, una amistad profunda con alguien, puede que tu compañero viva en la misma ciudad o no, que os veáis mucho o poco, siempre o nunca, con hijos o sin hijos, todo es posible somos libres» (sic).
Hacía estas afirmaciones después de ridiculizar la fidelidad matrimonial y descalificar la idea del amor para siempre como un mito. Por cierto, estas declaraciones que constituyen todo un manifiesto de religión secular —un verdadero credo laico— las hizo siendo aún ministra, es decir desde la megafonía amplificada que supone un cargo público tan relevante.
Así, cada uno se organiza la familia a su manera y según mejor le convenga: no importa que sólo una madre, o dos padres o dos madres. Lo único que importa es la libertad para «montarme la fiesta a mi manera porque tengo derecho a ser feliz» (declaraciones textuales). La unión legal en matrimonio de parejas homosexuales es ahora mismo tema candente de debate en nuestro país, así como la adopción de hijos por parte de estas parejas homosexuales.
FAMILIAS DE «DYSNEYLANDÍA».
Hasta aquí hemos visto el extremo triste de la sociedad actual. Sin embargo, algunos creyentes caen en el polo opuesto, quizás como respuesta a esta ideología tan contraria a la voluntad de Dios para la familia.
Es el golpe de péndulo que surge más por reacción que por reflexión. Nos presentan un modelo de familia perfecto, impecable. Una familia sana —creen— nunca tiene problemas, aquella cuyos miembros nunca discuten o alzan la voz, donde siempre hay sonrisas y buen humor, en una palabra, ¡el cielo en la tierra!
Este modelo más parece sacado de Disneylandia que de la enseñanza bíblica. Pero, además, es fuente de frustración y de culpa para los que intentan alcanzar este nivel «super-espiritual» (o quizás deberíamos decir, mejor, “pseudo-espiritual”.
Cuidado con los libros o las conferencias que enfatizan este enfoque triunfalista de la familia porque no refleja el realismo de la Biblia, impresionante, al referirse a la familia.
El modelo bíblico de familia es un modelo realista: no hay familias perfectas. Esto es así desde el principio de la historia del hombre, en concreto desde la Caída y la entrada del pecado en el mundo. Recordemos cómo las primeras manifestaciones del pecado aparecen justamente en las relaciones familiares: Adán, en un alarde de irresponsabilidad, se lava las manos de cualquier culpa y señala a su esposa Eva: «la mujer que Tú me diste por compañera me dio...». (Por cierto, este patrón de conducta se repite constantemente en muchos matrimonios, incapaces de asumir sus fallos o su responsabilidad. La «culpa» siempre la tiene el otro).
A esta primera tensión conyugal le sigue el drama de la muerte de Abel en manos de su hermano Caín, el primer fratricidio, acto espantoso de violencia familiar que también se iba a repetir, por desgracia, numerosas veces a partir de entonces.
No podemos disimular ni auto-engañarnos. Desde que el hombre es hombre, la familia ha sido escenario de las páginas más sangrientas de las relaciones humanas.
¿Por qué ha sido así? La respuesta nos da una clave importante en nuestro estudio: la familia es uno de los blancos favoritos del diablo. Lo ha sido siempre. Su estrategia —dividir, engañar y hacer violencia— aparece de forma constante aún en las familias de la Biblia. Sorprende que en las familias escogidas por Dios para cumplir sus propósitos haya muchas tensiones y el pecado o los errores no escasearon en su seno. Así fue con la familia de Abraham, de Isaac, de Jacob, por no decir nada del gran rey David, modelo en tantas áreas, pero una calamidad en su vida familiar. Hasta tal punto fracasó David como padre y cabeza de familia que hacia el final de su vida lo reconoció con humildad y confesó en sus palabras postreras: «Mas no es así mi casa para con Dios...» (2 Samuel X 23:5).
Sin embargo, ¡qué alivio, qué gran consuelo saber que Dios usa familias rotas para cumplir sus propósitos!
No importa que vengas de una familia con problemas, rota o que nunca hayas podido disfrutar de la estabilidad de un hogar en paz. Nos consuela descubrir que en la genealogía del Señor Jesús aparecen familias que estaban muy lejos de ser perfectas, incluso hay una ramera. Dios, en su gracia, se vale de vasos de barro aun para los propósitos más excelsos.
Ahí tenemos, por tanto, al creyente en lucha por encontrar la voluntad de Dios para la familia en medio de fuertes presiones. Ello nos lleva a una pregunta capital: ¿Hay una teología práctica de la familia que nos sirva a nosotros hoy? ¿Cuáles son las características bíblicas de una familia sana?
MULTIMEDIA
Puede escuchar aquí una conferencia de Pablo Mnez. Vila sobre este mismo tema (audio, 6 Mb), titulada "La familia del siglo XXI".
O ver la misma conferencia en video (video, 74 Mb)
Si quieres comentar o