José Martí, político, militar, poeta y escritor cubano es una de las grandes figuras que ha dado la América hispana. Fue un cubano de talla universal. Las circunstancias le exigieron desarrollar sus innatas condiciones de guerrero y de político, que ejerció simultáneamente. Rubén Darío lo vio como un “superhombre, grande y viril, poseído del secreto de su excelencia, en comunión con Dios y con la naturaleza”.
Entre los pensadores españoles la figura de José Martí ha dado lugar a encendidos elogios. Miguel de Unamuno, uno de los grandes escritores españoles del siglo XX, lo llamó “apóstol de la eterna y universal hispanidad quijotesca”. Fernando de los Ríos, que fue ministro de la República y autor de proyección internacional, lo vio como “la personalidad más conmovedora, profunda y patética que ha producido hasta ahora el alma hispana”. Juan Sapiña, profesor y escritor, glorifica a Martí con otra alabanza en el prestigioso “DICCIONARIO LITERARIO” de la Editorial Montaner y Simón, de Barcelona. Dice: “Martí, muerto en plena juventud, fue un caudillo que estuvo a una altura superior a la de su pueblo, y simbolizó la grandeza futura de América”. En su “HISTORIA DE LA LITERATURA CUBANA” Juan José Ramos hace un excelente estudio de Martí y concluye diciendo que el héroe supo enfrentar el reto de su tiempo y dio un nuevo rumbo a la Historia de América.
El héroe de la independencia de Cuba nació en La Habana el 28 de enero de 1853. Sus padres eran españoles. El padre de Valencia y la madre canaria, de Santa Cruz de Tenerife. Su vida fue un constante peregrinar desde la infancia.
Estuvo en España entre los cuatro y los seis años.
De regreso a Cuba y según cuentan sus biógrafos aprendió a leer en el colegio San Anacleto, dirigido por Rafael Sixto Cuadrado. Más tarde lo trasladaron a la Escuela Municipal de Varones y de aquí al Colegio de San Pablo, por entonces dirigido por Rafael María Mendive. Mendive, educador y poeta cubano, llegó a convertirse en un segundo padre para Martí e imprimió en él una marca de bondad, sensibilidad, inteligencia y valor que le duró toda la vida.
Una carta de Martí en la que reprochaba a un compañero de estudios su apostasía de la causa cubana fue encontrada en el domicilio de otro compañero, Valdés Domínguez.
Por este motivo tan superficial y tan inocente Martí fue condenado a seis años de cárcel. Quebrantada su salud fue trasladado a la Isla de los Pinos, hoy Isla de la Juventud.
En 1871 fue desterrado a España. Tenía entonces 18 años.
En España estudio Derecho y Filosofía y Letras. Aquí publicó su primera obra en prosa: “EL PRESIDIO POLÍTICO EN CUBA”.
En los años siguientes estuvo en Francia y en México.
En 1880 se establece en Nueva York. Aquí organiza y planea la liberación de Cuba.
Sólo tiene 27 años y ya es un hombre famoso. Argentina, Uruguay, Paraguay lo nombran Cónsul en la gran urbe norteamericana.
En Nueva York escribe, pronuncia discursos, lucha. Funda la Liga Patriótica y redacta las Bases del Partido Revolucionario Cubano. En los años siguientes su vida de revolucionario es de una constante actividad por Centroamérica y las Antillas.
En 1895 Martí deja Nueva York y se dirige a Haití. Firma con Máximo Gómez “El Manifiesto de Monte Cristo”, programa ideológico de la revolución.
En Cabo Haitiano Máximo Gómez y José Martí embarcaron hacia Cuba. El 5 de mayo se entrevistaron con Antonio Maceo.
El 19 del mismo mes, en pleno combate en el lugar conocido como Boca de Dos Ríos, Martí se lanzó contra un grupo de soldados españoles. Una maldita bala le dio en el cuerpo y le hizo caer.
“No pasarán, no pasarán”, gritaban las tropas de la colonia.
Un compañero se le acercó y le dijo: “Pasarán ellos y tú, Martí, porque ellos te llevan presente en su pensamiento”.
El héroe entregó su alma a Dios. En sus labios quedó dibujada la sonrisa de la victoria.
Tenía 42 años.
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