Migración y misión cristiana (VII)Varias veces en el texto de Romanos nos encontramos con la palabra recibir como descripción de una actitud que está en la raíz de la vida cristiana. El contexto, recordemos, es el del encuentro entre personas de razas, nacionalidades y culturas diferentes.
En el capítulo 15 está la exhortación
“Recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios” (Ro. 15: 7). El contexto inmediato anterior es el de las relaciones entre personas espiritualmente fuertes y personas débiles, y lo que tenemos es el consejo pastoral del apóstol respecto a la aceptación de quienes son diferentes a nosotros, en el seno de la iglesia de Cristo.
El tono general del capítulo 14 es lo que podríamos llamar una pastoral de la receptividad o de la aceptación mutua, y lo que encontramos en las líneas citadas del capítulo 15 es el fundamento teológico en que se basa el consejo pastoral.
Que Cristo nos haya recibido a todos, judíos y gentiles por igual, ha sido dicho de muchas otras maneras en la epístola. Dios nos ha hecho hijos, nos ha justificado, nos ha adoptado, nos ha dado la seguridad de la relación con él y hemos recibido como anticipo de la plenitud de sus dones la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas.
Así que la práctica de recibir al otro y aceptarlo se fundamenta en verdades centrales del Evangelio. Este recibir al otro no se queda en lo que podríamos llamar un lirismo teológico idealista. La pastoral de Pablo en su carta aparece como consejo concreto y práctico con toda claridad en el comienzo del capítulo 16:
“Os recomiendo además a nuestra hermana Febe, diaconisa de la iglesia en Cencrea. Recibidla en el Señor, como es digno de los santos, y ayudadla en cualquier cosa en que necesite de vosotros, porque ella ha ayudado a muchos y a mí mismo” (Ro. 16: 1-2).
Asi pues, esta epístola que siempre ha sido considerada la explicación más clara y detenida de la buena noticia del Evangelio, tiene como trasfondo una situación pastoral determinada por los movimientos migratorios que han llevado a judíos y gentiles, creyentes en Cristo, desde diferentes rincones del imperio hasta la capital.
Dios en su misericordia y su designio salvador ha querido usar esas corrientes migratorias de personas y de pueblos para darles el encuentro a personas de trasfondos muy variados y la tarea apostólica es explicar lo que es el núcleo central de la fe evangélica y al mismo tiempo responder a las situaciones pastorales que crea la convivencia de personas muy diferentes entre sí.
Creo que es importante destacar que esta manera de comprender la iglesia y su misión en Pablo, como en el resto del Nuevo Testamento, muestra que los apóstoles no adoptaron el recurso de resolver la crisis de la migración y el multiculturalismo aconsejando la creación de lo que algunos misionólogos llaman “unidades homogéneas.”
De ser así el consejo del apóstol habría sido, “separaos para que no os enfrentéis y formad iglesias diferentes, una para migrantes judíos y otra para gentiles.” De una u otra manera en la variedad y el encuentro de personas muy diferentes dentro de su experiencia común de haber sido aceptadas por Cristo, en la convivencia mutua y la receptividad reciproca, hay un testimonio del poder de Dios para crear una nueva humanidad. Este tema Pablo lo desarrolla de manera mas explícita en la epístola a los Efesios.
La semana próxima reflexionaremos sobre las
Claves para nuestro tiempo en el campo de la migración y misión cristiana.
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