Migración y misión cristiana (II)En el presente trabajo vamos a concentrar nuestra atención en la relación entre procesos migratorios de diferentes épocas de la historia y la misión cristiana entendida como impulso a compartir la fe en Jesucristo y establecer comunidades que la profesan.
La Misionología hoy en día es el estudio de la misión cristiana con una óptica interdisciplinaria que toma en cuenta sus fundamentos bíblicos y teológicos, sus manifestaciones históricas, y las perspectivas que aclaran su comprensión desde las ciencias sociales. El hecho misionero se puede percibir desde la perspectiva de las obligaciones comprendidas en la fe y el mensaje de Cristo, pero también se puede ver como un hecho antropológico y social dentro del fenómeno más amplio de las migraciones.
La narración bíblica acerca de los orígenes de Israel se centra en el llamado de Dios a Abraham y en el desplazamiento de éste desde Ur de los caldeos hacia lo que llegaría a conocerse como “la tierra prometida”. Un historiador puede ubicar esta historia dentro del estudio del desplazamiento de “pueblos nómades y seminómades que andaban rondando por el norte de Arabia y tierras contiguas en los últimos siglos del segundo milenio y los primeros siglos del primer milenio a.C.”(1) Un estudioso de la historia del Imperio Romano puede tomar el material del Nuevo Testamento como ilustrativo de la corriente migratoria desde Palestina hacia la capital del Imperio Romano en el primer siglo de nuestra era(2).
En el presente trabajo vamos a concentrar nuestra atención en la relación entre procesos migratorios de diferentes épocas de la historia y la misión cristiana entendida como impulso a compartir la fe en Jesucristo y establecer comunidades que la profesan.
En un sentido amplio el término misión tiene que ver con la presencia y testimonio de la Iglesia en una sociedad (marturia), las maneras en que la Iglesia es una comunidad cuyos miembros encarnan una forma de vida según el ejemplo de Jesucristo (koinonia), el culto que la comunidad rinde públicamente a Dios (leitourgia), el servicio a las necesidades humanas que la comunidad emprende (diakonia), y la función profética de confrontar a las fuerzas del mal que destruyen a las personas y las sociedades (profeteia). En sentido más específico, misión tiene que ver con ese impulso de la Iglesia cristiana a llevar el mensaje de Jesucristo (kerygma) hacia los cuatro puntos cardinales.
Cuando la Iglesia toma plena conciencia de que ha sido formada y enviada al mundo con un propósito, se ve impulsada a cumplir su misión. Precisamente la palabra
misión deriva de la raiz latina
mittere que significa "enviar". En tiempos recientes se ha redescubierto el sentido de "presencia" y "servicio" en el mundo que han de caracterizar a la misión cristiana, y se ha redescubierto también el particular sentido de anuncio del Evangelio que es componente ineludible de la misión.
De manera más específica me ubico dentro de una visión evangélica en la cual destaco dos notas que le vienen de su origen en el movimiento misionero protestante de los siglos 18 a 20, surgido especialmente dentro del movimiento pietista en la Europa Central y los llamados “avivamientos” en el mundo de habla inglesa.
En primer lugar esta fe evangélica pone énfasis en la importancia de una experiencia personal de la fe cristiana que va más allá de una simple referencia identificatoria determinada por la geografía y la historia.
En segundo lugar esta visión se nutre de un alto sentido de obligación misionera que algunos desde un punto de vista puramente sociológico calificarían como impulso proselitista. Con dicha perspectiva nos interesa examinar los hechos y además encontrar en las fuentes de la fe cristiana ciertas notas distintivas que ayudan a entender los hechos. Sobre la base de este examen podemos plantearnos la cuestión de cómo las iglesias en la España de hoy pueden entender el actual proceso de migración que afecta a la península como un desafío misionero
Un factor importante a tomar en cuenta es que la misión cristiana en el siglo veintiuno se realizará dentro de una situación global diferente a la que la tradición eurocéntrica ha dado por sentado hasta aquí. La principal diferencia es lo que misionólogos como Walter Hollenweger, Andrew Walls y Walbert Bühlman denominan el gran viraje del Cristianismo hacia el sur, o el surgimiento de la “tercera iglesia”.
El Cristianismo ha perdido fuerza en Europa ante el avance del secularismo e inclusive de otras religiones como el Islam. Va perdiendo fuerza en Norteamérica ante el avance de lo que se llama “religión civil”, que podría describirse como un sincretismo entre nacionalismo estadounidense y protestantismo y catolicismo popular.
En cambio el Cristianismo, especialmente en sus formas populares como el Pentecostalismo, ha crecido notablemente en el hemisferio sur, entre poblaciones de África, algunos países asiáticos y América Latina. Se acostumbraba decir que el cristianismo era una religión occidental o propia del hombre blanco, pero hoy puede decirse que está más extendido entre los pueblos de color. Andrew Walls ofrece cifras estimativas pero elocuentes, "En 1900, el 83% de los cristianos profesantes vivía en Europa y América del Norte, mientras que ahora el 60% vive en América Latina, Asia y el Pacífico. En 1900 había quizá cerca de 10 millones de cristianos profesantes en África y ahora entre 230 y 240 millones."(3) Lo que este autor continuamente nos recuerda es que muchos líderes cristianos y estudiosos de la misión no se han dado cuenta de todo lo que este cambio significa.
1) William Foxwell Allbright, “El período bíblico” en Los judíos : su historia, su aporte a la cultura (Buenos Aires, Sociedad Hebraica Argentina 1956), p. 4
2) Es lo que hace Rodney Stark en su libro mencionado.
3) Andrew Walls, "El reto del estudio de la religión hoy", en Alberto Barrientos Paninski,Ed. Sociología y fe cristiana (San José: Instituto Internacional de Evangelización a Fondo 1993); pp. 37-38.
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