Soy de marca (II)
En el presente artículo veremos cómo ve Dios, desde una perspectiva bíblica, el mundo del mercado, de las compras; y cuál debe ser nuestra postura al respecto. Y sobre todo, cuál es la mejor y más importante de las “marcas”.
Me gustaría que en primer lugar echemos un vistazo al libro del profeta Amós, en el capítulo 8, de los versícilos 4 al 6, del Antiguo Testamento. Aunque esto está dicho hace muchos años, cuando el mundo era muy diferente, sin embargo, lo que dice es tremendamente actual.
Leamos:
4 Oíd esto, los que pisoteáis a los menesterosos, y queréis exterminar a los pobres de la tierra,
5 diciendo:¿Cuándo pasará la luna nueva para vender el grano, y el día de reposo para abrir el mercado de trigo, achicar el efa, aumentar el siclo y engañar con balanzas falsas;
6 para comprar por dinero a los desvalidos y a los pobres por un par de sandalias, y vender los desechos del trigo?
Aquí se nos enseña varias cosas sobre el mundo del comercio que debéis saber.
1.- Comprar, vender y enriquecerse se habían convertido en el sentido de la vida de aquella gente. V.5 no podían esperar a que las fiestas terminaran, ni a que el día de reposo acabase para seguir con su comercio. El día de reposo les era un estorbo que había que eliminar de la forma que fuese. No os recuerda esto a nuestra Catalunya actual. Cada vez se amplían más los horarios comerciales, cada vez importa menos que sea domingo o festivo, hay que vender a cualquier día y a cualquier hora. La excusa es la satisfacción del cliente, pero el único motivo es el enriquecimiento, cuanto más mejor, aunque sea a costa de dejar a los trabajadores sin sus días de descanso o sin tiempo para la familia, o aún mucho menos, sin tiempo para ir a la iglesia.
2.- Usaban medidas falsas. Hacían más grandes las medidas con las que medían el grano, con ello estafaban a los agricultores. Es fácil estafar a la gente que no tiene manera de saber si las medidas son buenas. Hace poco se supo que una cadena de gasolineras en los alrededores de Madrid daba menos gasolina de la que decían, en África y en Asia las compañías extranjeras estafan a los agricultores. Inflan los precios de forma que ellos se queden con la parte del león, y hagan ganancias enormes, mientras que lo que les pagan a los productores de los países subdesarrollados apenas da para vivir. Muchas compañías de ropa deportiva, o de ropa de calle y otros artículos usan el trabajo infantil y además pagan salarios de miseria mientras aquí hacen unos beneficios enormes. Es decir, compran por dinero a los desvalidos y a los pobres por un par de sandalias.
3.- No tienen ni el menor sentido de la calidad. Al final no importa lo que compramos, porque lo que de verdad deseamos es la marca, y muchas veces la calidad del producto que compramos es muy baja. Eso es lo que trata de decir el final del versículo 6 cuando dice que vendían los desechos del trigo. Probablemente mezclaban el trigo con los desechos de forma que aquello pesase más.
¿QUÉ HACER ANTE ESTO?
Para los españoles, vivir en uno de los veinte países más ricos del mundo nos da la posibilidad de hacer múltiples elecciones. Ser pobre es no poder decidir, mientras que los ricos, toman decisiones.
- Preguntarnos a nosotros mismos sobre nuestra actuación como consumidores, como empleadores, como iglesia, etc.
- Orar para que los cristianos en el mundo despierten al impacto que el comercio injusto tiene sobre las vidas de los pobres. Nosotros, en el mundo rico, tenemos que trabajar para que la pobreza se reduzca, no contribuir a ella.
- Actuar. Podemos ser más conscientes al comprar productos de comercio justo que ya están en nuestros supermercados. No comprar silenciosamente, sin preguntarnos dónde o cómo están hechos los productos. Hay muchas páginas de internet con los nombres de compañías que cumplen los protocolos de no usar trabajo infantil, etc.
LA MEJOR MARCA
La mayoría de la gente basa su valor en aquello que es capaz de tener. Somos una sociedad que vive de ostentar, de lucir aquello que tienen. Nosotros podemos caer en la trampa. Podemos pensar que nuestro valor reside en nuestra capacidad o no de llevar ciertas marcas de ropa, de móvil, etc. Pero tenemos que ser capaces de despertar a la realidad de que esas cosas no hablan de nosotros, hablan de algo exterior a nosotros. Yo no soy las marcas que llevo. El yo real es ese desprovisto de todo lo externo, lo que he llegado a ser por mí mismo.
La persona que tiene un valor por lo que es capaz de vestir, no tiene un valor en sí mismo. Y yo quiero hablarte de tu valor personal. Realmente, tú, individualmente, ¿eres de marca? ¿Eres alguien de gran valor? O ¿sólo eres lo que vistes?
Las cosas no tienen un valor en sí, nada vale algo objetivo, y todo vale aquello que otra persona está dispuesta a pagar por ella. Pensad en una camiseta del Barça de Figo, o siquiera una camiseta del Barça del año anterior. En su tiempo valía un montón de dinero. Hoy en día la camiseta sigue siendo igual, no le ha pasado nada, sigue estando nueva, pero ¿cuánto estaría dispuesto a pagar un seguidor del Barça por esa camiseta? Nada.
Finalmente las personas tenemos ese mismo valor. Valemos lo que otro está dispuesto a pagar por nosotros. Lo que le importamos a otro es el sacrifico que esa persona está dispuesto a hacer por nosotros. Nosotros valemos tanto que la persona más importante que ha estado en este mundo estuvo dispuesto a cambiar su vida por la mía. El creador del universo entero, con sus miles de galaxias, tan lejanas, decidió morir en mi lugar. Decidió morir mi muerte para que yo pudiera vivir su vida.
Ese es un valor que yo tengo en mí mismo. Yo soy de marca. Es algo que cuando ando desnudo sigo teniéndolo. Es aparte de mi móvil y de la marca de mis pantalones. Es algo que nadie me podrá quitar nunca. Es algo que no depende de si tengo mucho dinero o tengo poco, de si tengo muchos amigos y soy muy popular, o de si hay un grupo de que deja de lado y que me las hace pasar muy mal.
¿Y tú, eres de marca?
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