Guatemala en dos tiempos (I)Guatemala sigue siendo un hermoso país para el que viene como anillo al dedo la proverbial expresión “país de la eterna primavera.” Como su naturaleza fértil y exuberante, Guatemala ha sido también tierra fértil para la siembra evangélica. Los datos del manual clásico de estadística religiosa
Operation World para el año 2001, nos dicen que de sus 12 millones de habitantes casi un 27% pertenecen a iglesias evangélicas e independientes.
Desde mi primera visita oficial al SETECA, como conferencista en 1990, he visto un progreso marcado en el número de alumnos y profesores y en la calidad de la educación teológica que ofrece. Su actual Decana es la Dra. Orbelina Eguizábal graduada de la misma institución en Teología y con un doctorado en Pedagogía por la Universidad de Biola en Estados Unidos. Es decir, no sólo es la primera mujer que alcanza el decanato sino que a su capacitación académica en Teología suma su especialización en Administración Educativa. El Seminario ofrece ocho diferentes Licenciaturas a unos 700 alumnos, otros 150 estudian el Profesorado en Teología y 75 estudian para una Maestría. La acreditación académica de los estudios se obtiene por medio de la Universidad Mariano Gálvez. El SETECA ofrece un doctorado en Educación Teológica y un Doctorado de Ministerio de manera conjunta con el Seminario Teológico de Dallas en Estados Unidos.
Este Seminario toma muy en serio la necesidad de rigor académico ya que concibe como su misión “Formar a hombres y mujeres de Dios para la comunicación eficaz de las Sagradas Escrituras y un liderazgo de excelencia”. Al mismo tiempo quiere poner la Teología al alcance de los numerosos pastores y líderes que ejercen su ministerio sin haber podido seguir un programa académico. Sus “Lunes pastorales” son una forma de educación continuada que atrae un promedio de doscientas personas semanalmente. Hay otros alumnos que sólo pueden realizar sus estudios en sesiones de fin de semana. Algunos de los alumnos a quienes presenté una conferencia el Sábado por la mañana habían viajado cuatro horas desde la frontera con El Salvador o Mexico y luego de su jornada sabatina regresarían para los cultos y reuniones del domingo en sus iglesias rurales. SETECA no olvida su origen en un Instituto Bíblico rural que fundó la Misión Centroamericana y que ofrecía sus clases nocturnas allá por 1925, cuando los evangélicos eran una minoría ínfima pero con líderes dispuestos a sacrificarse para conseguir una formación.
El SETECA es hoy un crisol cultural fascinante. Por los patios conventuales de su edificio, inaugurado en 1944, nos encontramos con estudiantes de 21 países latinoamericanos, además de Estados Unidos y España. Entre sus cuarenta profesores y veinticinco adjuntos hay guatemaltecos, argentinos, salvadoreños, peruanos, chilenos y estadounidenses. El anterior Decano, José Antonio Moreno es venezolano. Su Director de Postgrado es el Dr. Oscar Campos, salvadoreño, que encontró en el Seminario a su esposa Ana María Elorriaga, a quien conocí cuando era estudiante en la Universidad Católica de Lima, Perú y que habiéndose doctorado en Dallas es ahora profesora de Educación Cristiana. Esta semana que pasamos con mi esposa en Guatemala nos permite observar la vida de los 150 residentes que además de un programa exigente y muy ocupado, juegan al fútbol, organizan ferias de alimentos de sus diferentes países, ofrecen conciertos de música folklórica cristiana y realizan una variedad de trabajos para ayudarse con el costo de los estudios. La amplia gama de denominaciones a las que sirve el Seminario permite una variedad de iglesias y ministerios para las prácticas de los alumnos y alumnas.
Esta visita me permite reanudar vínculos con el Dr. Emilio Antonio Núñez , una de las figuras evangélicas más respetadas en Guatemala y América Latina, que fue Rector del SETECA entre 1966 y 1979, y aunque ya oficialmente jubilado, continua su tarea docente en la que lleva nada menos que 62 años. Con Emilio nos conocimos en Bogotá, en 1969, durante el Primer Congreso Latinoamericano de Evangelización. Allí con un grupo de evangelistas, pastores y estudiosos de la Teología decidimos formar la Faternidad Teológica Latinoamericana que se fundó al año siguiente en Cochabamba, Bolivia. Fruto de ese encuentro inicial fue el libro
El debate contemporáneo sobre la Biblia que José Grau publicó en Barcelona en 1972. Desde entonces compartimos responsabilidades en el esfuerzo por proveer una plataforma para evangélicos interesados en pensar y expresar su fe, de manera fiel al fundamento bíblico pero también contextual, es decir, pertinente a la realidad latinoamericana. Cuando lo conocí, Emilio acababa de doctorarse en el Seminario de Dallas, Estados Unidos. En 1973 viajó a España y estudió Biblia con los Jesuitas en la Facultad de Filosofía de San Cugat del Vallés, Barcelona. Me dice que aquellos meses de reclusión fueron un esfuerzo por entender el movimiento bíblico que se había empezado a dar dentro de la Iglesia Católica Romana después del Concilio Vaticano II. También le proporcionaron una base para su excelente libro
Teología de la liberación. Una perspectiva evangélica que apareció en 1986.
El libro más reciente de Emilio es
El movimiento apostólico contemporáneo (2004), un breve pero enjundioso estudio del tema del Apostolado. Guatemala es uno de los países donde han empezado a aparecer entre los evangélicos, personalidades que se autodenominan “apóstoles” por poseer cierta “unción” o don especial.
Como las megaiglesias de las cuales se ha ocupado
El País, o los políticos evangélicos de cuyo estrepitoso fracaso queda ingrata memoria, la realidad evangélica de Guatemala es impresionante pero compleja y hasta contradictoria.
De ello nos ocuparemos en un segundo tiempo.
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